La Inmaculada Concepción, madre de la Infanteria
José Luis Orella. En nuestros días, la idea de España y de Dios se obvia e incluso parecen conceptos poco correctos para las actuales autoridades políticas. La Inmaculada Concepción, dogma de Fe, que fue defendida por la sociedad española desde antiguo hasta su reconocimiento oficial por Pío IX en 1854, es también la patrona de la infantería española.
Aunque la adopción del padrinazgo oficial fue el 27 de Julio de 1892, cuando el Inspector General de Infantería D. Fernando Primo de Rivera, elevó al Ministerio de la Guerra, a petición de los jefes de los regimientos de Infantería, una moción para que se nombrara a la Inmaculada, Patrona del Arma. Entre las razones prestadas para apoyar la petición se aludió a que la Señora ejercía ya, de hecho, la función del patronazgo sobre muchas unidades de Infantería, la Academia General y, sobre todo, el que ya era Patrona de España.
El hecho inicial procede de cuando nuestros infantes eran protagonistas de gesta, y mantenían la Fe católica en Flandes. El Tercio de Francisco de Bobadilla se encontraba de guarnición en la ciudad neerlandesa de Bonmel, en 1585. En aquella fría fecha se encontraban los españoles sitiados por los holandeses calvinistas, quienes desde sus embarcaciones impedían el abastecimiento de la población católica sitiada. En la noche del 7 de diciembre, un centinela del tercio encontró en una pequeña covacha de las fortificaciones, una estatuilla de la Virgen.
Reunidos los oficiales de la unidad decidieron responder a los sitiadores que preferían la muerte que al deshonor. Aquella noche bajaron las temperaturas y en la madrugada del 8 de diciembre, los infantes españoles cruzaron la superficie del río, congelado aquella misma noche. La incursión española sorprendió a los holandeses, que perdieron varios de sus buques, presos de los hielos. Aquella victoria de las armas españolas fue causada, según los holandeses, a que “Dios era español”. Desde aquel momento, la infantería española antes de cada combate se encomienda a su Madre, y rememora un pasado glorioso, en el que los españoles dedicados a las armas, todavía tenían como lema “a España, servir hasta morir”.