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Diario YA


 

José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

La Justicia mediatizada por Populares y Socialistas, otorga a ETA las llaves del Gobierno Vasco

Pedro Sáez Martínez de Ubago.  Llevo días leyendo y oyendo, en los más diversos medios, comentarios y opiniones sobre los resultados de las pasadas elecciones vascas. Todos hacen operaciones aritméticas sobre las posibilidades que tiene el PNV, ganador indiscutible, como lo ha sido siempre, también en 2009 aunque no formara gobierno, de pactar.

Con 27 escaños y la mayoría absoluta en 38, son tres las posibilidades que tiene el partido de Urkullu: un pacto con los herederos de la ETA, donde todo quedaría entre los hijos de Sabino, más o menos conspicuos, vehementes y desaforados, que podrían volver a presionar al resto de España con la vuelta a las andadas de una ETA, en alto el fuego, pero no disuelta ni inerme, como socialistas y populares parecen querer hacernos creer, aunque los hechos lo contradigan con las más variopintas evidencias. Este pacto daría 48 escaños a los separatistas.
 
Otra posibilidad es el pacto, que no sería la primera vez que se repite, entre PNV y PSOE, donde el gobierno vasco contaría con 43 escaños. 
 
Y, por último, aunque posible menos probable, nunca imposible porque cada día vemos cómo Rajoy desmiente lo dicho el día anterior, y todos recordamos el empecinamiento de la antigua socialista Rosa Díez en mantenerse en el Pacto de Estella, un acuerdo entre PNV y PP más UPyD, que sumarían justamente los 38 escaños requeridos.
 
Como la Constitución española -igual que en el artículo 35, reconoce el deber de trabajar y el derecho al trabajo de los españoles; o, en el artículo 47, a disfrutar de una vivienda digna- reconoce, en su artículo 20, el derecho de todos los españoles, incluso de los que dicen que no quieren serlo, a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción; sean más o menos censurables, cualquiera las anteriores combinaciones, sería legal y constitucional y pondría de manifiesto la debilidad de los partidos nacionales y lo injusto de la legislación que permite que, con pocos votos, los partidos separatistas tengan tanto peso en las Cortes Generales, así como la mediatización a que los grandes partidos, Populares y Socialistas (no en vano clama el pueblo que “PSOE y PP la misma cosa es”) someten a la Justicia para, por medio del Tribunal Constitucional servirse de ella en aras de sus más bastardos intereses.
 
Así que, por favor, tras la intromisión del Tribunal Constitucional revocando los fallos del Tribunal Supremo y permitiendo que BILDU Y SORTU sean partidos legales y puedan concurrir a las elecciones, que nadie caiga ya en la bufonada de hablar de bloques constitucionalistas y anticonstitucionales.
 
En la propia Constitución se establecen las medidas necesarias para la modificación de ésta, como ya se ha hecho en más de una ocasión y que pasa, normalmente, por el acuerdo que Socialistas y Populares o Populares y Socialistas (Tanto monta monta tanto) deberían alcanzar si primaran los intereses de España y el Bien Común, sobre los espurios intereses partidistas.
 
Pero la razón y la justicia van por un lado y los hechos históricos por otro. Y en la reciente historia de España, los hechos son que, cuando socialistas o populares no han obtenido la mayoría absoluta, no han tenido la visión de Estado de pactar entre ellos, sino que han tenido, y saben que tendrán que volver a hacerlo, que recurrir al respaldo de nacionalistas vascos y catalanes.
 
Por ello no debería sorprendernos que ahora, los populares que ya no se movilizan masivamente, como hace pocos años, en las manifestaciones contra el aborto o en apoyo de las víctimas del terrorismo, y hoy, al seguir la política de Rubalcaba y el Faisán, algo que ha podido influir en su pérdida de escaños están traicionando, y esta vez no por herencias envenenadas ni motivos económicos, sus programas y promesas electorales, vuelvan a los tiempos en que Aznar hablaba catalán en la intimidad. A este paso muy pronto podremos ver a la familia Rajoy con profesor particular de batúa.
 
O se hace de una vez por todas una profunda reforma constitucional o esta misma constitución, surgida del consenso, de los pactos de la Moncloa y del denominado “espíritu de la Transición”, perderá su razón de ser, porque entre la debilidad de los partidos nacionales, el chantaje de los herederos de ETA y de los que desde Cataluña mandan a su “conseller en cap” a entrevistarse en Perpiñán con “los chicos de la dinamita” perderá su razón de ser si dejamos que los partidos de turno campen por sus respetos en este Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político, cuya soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado y cuya forma política es la Monarquía parlamentaria, que hoy conocemos como España.
Por mi parte, ya hago mías las palabras de aquél vasco de espíritu universal llamado Miguel de Unamuno, cuando exclamó su celebérrimo “¡Me duele España!