Principal

Diario YA


 

Primer capítulo de la nueva colaboración de Pio Moa sobre la Memoria histórica

La ley de memoria histórica y su impacto político sobre el presente

Pio Moa. La llamada ley de memoria histórica (LMH) responde en principio al acertado supuesto de que el ayer tiene un peso importante en nuestro hoy y que no se puede trabajar para el futuro cortando la savia del pasado. Ni España ni ninguna sociedad actual vienen de la nada, sino de una larga historia que las explica y, de un modo u otro, las orienta. Sin embargo, la respuesta del PP a dicha ley ha consistido en la consigna “mirar al futuro”. Un futuro concebido, además, en clave económica, pues a su juicio “la economía lo es todo”. Dejando aparte el precario éxito económico de la gestión del PP, la consigna revela un radical vacío de pensamiento y despierta la sospecha de un pasado turbio, que dicho partido pretendería ocultar a la sociedad recurriendo al futurismo. Más aún, resulta un lema en cierto modo suicida, tanto porque el futuro es invisible por su misma naturaleza, como porque, en palabras de Cicerón, “Si ignoras lo ocurrido antes de que nacieras, siempre serás un niño”. Se trata, por tanto, de una consigna infantilizante, a la par que  un desprecio perverso por las dichas y desdichas, los esfuerzos, los éxitos y los fracasos de nuestros antecesores, sin los cuales no estaríamos aquí. Y una sociedad infantilizada solo puede ser presa fácil de las más toscas demagogias. Sobre un futurismo sin otra base que determinados deseos, no es posible construir nada sólido.
Tal es la trascendencia de la historia que debemos recordar la obviedad de que gran cantidad de políticas, costumbres y leyes en vigor provienen de un dilatadísimo ayer. Como de él provienen nuestro idioma y, en general, nuestra cultura. Más aún, las políticas de los partidos actuales se fundan inevitablemente en una interpretación y valoración de lo que hicieron las anteriores generaciones. Así, es obvio que en el cimiento de los separatismos, del socialismo y de otros movimientos reconocibles como hispanófobos, yace una visión negativa de nuestro pasado, como ya indicó Julián Marías. Y lo mismo ocurre a la inversa: esa visión negativa fomenta o crea de modo espontáneo movimientos disgregadores, esterilizantes, amenazadores para nuestra convivencia en paz y en libertad. Así, la reacción del PP ante la LMH constituye una huida de la realidad unida a la pretensión de construir un “futuro” sin raíces, en el vacío, de modo semejante a los revolucionarios de los años 30 a quienes se refería Manuel Machado en un célebre soneto: “Solo Dios crea mundos de la nada”.
Pero si la izquierda da en el clavo al poner de relieve la importancia del pasado, yerra en tres puntos cruciales: a) La historia no puede determinarse por ley, salvo en los regímenes totalitarios. Inevitablemente, los hechos de otro tiempo estarán siempre sometidos a revisión, a distintos y con frecuencia  contrapuestos enfoques e interpretaciones y no es misión de ningún partido o de todos ellos juntos, decidir e imponer a la sociedad una versión determinada. Ese rasgo totalitario ya descalifica esta ley, y el hecho de su imposición y escasa crítica a ella exhibe la endeblez de nuestra democracia y su peligrosa involución actual. b) El hecho de que el pasado –como el presente -- esté sujeto a interpretaciones varias no significa que todas ellas valgan lo mismo, o que sea imposible en este campo discernir la verdad o acercarse a ella. Por el contrario, la investigación y el debate en libertad abren constantemente visiones más claras y profundas, que permiten acumular experiencia y sirven de lección para nuestros días. El filósofo Jorge Santayana advertía que un pueblo que olvida su historia se condena a repetirla. A repetir lo peor de ella, propiamente hablando. c) Si la ley ya está fuera de lugar por su propia concepción, empeora de modo decisivo cuando la versión que aspira a imponer a la sociedad tergiversa realidades hoy bien atestiguadas. Y lo hace hasta extremos que rozan lo grotesco e insultan el sentido común, como iré mostrando. Tergiversación, por cierto, muy coherente con su concepción totalitaria.
   De una versión falsa de la historia solo pueden derivar políticas igualmente falsas. Así, la múltiple crisis que padece hoy España tiene una de sus causas mayores, precisamente, en esas versiones que por deliberación o ignorancia desvirtúan nuestro pasado, en particular el de la Guerra Civil y la Posguerra, objeto concreto de la LMH. Con esta serie de artículos quiero exponer a la opinión pública sus principales aspectos demostradamente erróneos, así como las perniciosas políticas derivadas de la propia ley.
   En estos artículos hago afirmaciones sobre las cuales no puedo extenderme por su condensación, pero que he documentado ampliamente en mis libros sobre la república, la guerra civil y la posguerra. Y hay, naturalmente otra bibliografía bastante amplia.