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Diario YA


 

La ley y la formación de la conciencia


Manuel Morillo. 29 de septiembre.

"Las leyes son como las telas de araña. Sólo atrapan a las criaturas débiles. Las fuertes la rompen".(Solón).

En España los acontecimientos se desarrollan de forma opuesta a la que recomienda Cervantes en el Quijote: "Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea por el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia".

Sin embargo la compra de voluntades, los sobornos, las comisiones ilegales, etc... han sido el lubrificante que ha facilitado el movimiento de una economía especulativa, especialmente en la construcción, favorecida por la Administración que sólo ha generado riqueza para unos pocos, los cuales con una prepotencia insultante ni siquiera se han preocupado en guardar las formas a la hora de vulnerar la ley.

Pero la corrupción, generalizada en España, no solo es de carácter económico, campo en el cual ha alcanzado proporciones escandalosas, sino que tiene una base moral.

Sin unos principios éticos firmes impregnando la sociedad el estímulo material rompe la traba de conciencia. Si además una administración de justicia, siempre lenta y muchas veces venal, no es barrera ni impedimento, se dan las condiciones necesarias para desarrollar un clima generalizado de depravación.

Una depravación que al estar muchas veces impulsada por el Estado, como el caso de los registros de parejas de homosexuales, el aborto legalizado o el terrorismo de estado, da lugar a una aceptación social de esta depravación, porque de la Ley, junto a los efectos meramente jurídicos, deberemos considerar los efectos sociológicos, porque la ley no sólo regula, ordena, castiga,... también enseña y cuanto más desdibujados están los lindes propios del deber ser del Derecho Natural, como ocurre en nuestra Nación, más útil le es al político la ley para señalar a la sociedad lo que según aberrantes criterios es lícito.

No caigamos en la trampa de considerar que lo que hace legal el Parlamento es siempre lícito. Y al revés, no siempre lo que es ilegal es ilícito. Tengamosle miedo a vulnerar lo ilícito pero no reverenciemos lo legal. Puede que llegue la hora de que tengamos que no cumplirlo para obrar de acuerdo a nuestra conciencia.

 

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