La maldición milenaria de la izquierda anti española y anti clerical
Javier Garcia Isac. Reconozco que en ocasiones escucho cosas, me hacen comentarios y, aunque no soy muy dado a los chismorreos ni a prestar credibilidad a todo lo que me dicen, en esta ocasión he de rendirme a la evidencia.
Ya sabemos que pesa sobre nosotros una maldición milenaria por la cual, la izquierda en España es profundamente anti española y anti clerical. Lo que me negaba a creer, lo que mi mente no podía aceptar, es que además, esta misma izquierda fuera capaz de apoyar cualquier tipo de iniciativas que en un futuro próximo, la perjudicara.
Basta un paseo por nuestra “siniestra” para comprobar lo que aquí expongo:
Por un lado, tenemos esa izquierda rancia y obsoleta y con siglas que a muchos de nuestros mayores solo les recuerdan épocas de miedo, terror y crimen. Tanto es así, que ya no se presentan como Partido Comunista. Lo hacen bajo un disfraz de Izquierda Unida.
Si ustedes se fijan, apoyan de manera sistemática todo mensaje, toda iniciativa destinada a socavar y minar la autoridad de España como Nación. No importa de quien venga esta propuesta. Es lo mismo que sea de separatistas como de asesinos terroristas. Parece ser que lo único importante es que se ataque a España, con eso es suficiente.
También tenemos dentro de esta categoría de siglas rancias y obsoletas, al Partido Socialista Obrero Español, posiblemente, la mayor cuna de ladrones nunca antes conocida hasta la fecha. Éstos intentan endulzar su mensaje, lo bañan todo en almíbar. Un almíbar pegajoso y desagradable. No se sabe muy bien lo que desean. Tengo claro que no lo saben ni ellos, siempre dando clases de moral, sentando cátedra, cuando no están ni preparados ni legitimados para ello. Ven la paja en el ojo ajeno, nunca en el propio y en cuanto rascas, afloran sus formas y modales pueriles y totalitarios. Tienen distribuidas varias franquicias por España con mensajes muy divergentes y contradictorios. Son capaces de decir una cosa, hacer la contraria y no pestañear.
Un denominador común de todas las izquierdas españolas es su origen totalitario y poco democrático. Quizás por ello, esa necesidad de apropiarse de términos como “libertad” y “democracia” en la que solo creen cuando les es favorable.
Por otro lado, tenemos una izquierda de nuevo cuño que amenaza con arrasar y borrar del mapa a las siglas tradicionales.
Se presentan con otro aire, otras ganas. Denuncian a la casta política como si ellos no lo fueran. Intentan dar una imagen nueva, renovada, regeneradora, embaucadora. Mensajes fáciles de entender. Miles de personas se rinden a esta nueva forma de hacer política.
Los voceros profesionales, los contertulios de salón, han descubierto un filón y a buen seguro que lo explotarán hasta dejarlo seco. Necesitan nuevas historias, nuevos retos.
Que nadie se lleve a engaño: posiblemente por la demagogia empleada, esta nueva izquierda sea más peligrosa que las siglas tradicionales.
El objetivo es el mismo: acabar con España, pero como cara amable, con más simpatía.
Alianza y comprensión con el separatismo, venga de donde venga y buenísimo hacia la inmigración ilegal como método de acabar con nuestra identidad.
Todos estamos en la obligación de leernos la letra pequeña de aquellas alternativas que parecen muy atractivas, pero que encierran un gran peligro en su interior.