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Diario YA


 

José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

La otra antorcha de los Juegos Olímpicos

Meseret Defar protagonizó uno de los momentos más emotivos de las Olimpiadas de Londres 2012 cuando, al cruzar la meta en la final femenina de los 5.000 metros lisos, y ganar la medalla de oro, sacó de su pecho una imagen de la Virgen María con el Niño Jesús en brazos, la mostró a las cámaras y se arrodilló, poniéndola en el rostro en un momento de intensa oración. Defar, cristiana ortodoxa, había hecho la señal de la cruz antes de comenzar la carrera.

 
 
Amparo Tos Boix.  Se ha apagado la llama olímpica, que volverá a lucir dentro de cuatro años. Hace muchos, durante la celebración de los Juegos se producía una tregua de todos los conflictos armados, atendiendo la llamada a la paz que supone el símbolo de la “llama”.
 
En Londres –ignoro si por primera vez- ha habido dos antorchas: la traída de Grecia y otra, traída de Etiopía por Meseret Defar, cuando al ganar los cinco mil metros mostró al mundo una imagen de la Virgen María con el Niño en brazos. Este gesto de la etíope es el testimonio de una fe que, pese a las dificultades de todo orden que ha sufrido Etiopía,  perdura en su país desde comienzos del siglo IV.
 
Están muy bien las medallas como reconocimiento al esfuerzo, que dan gloria, fama y –en su caso- dinero;  no obstante, la inmensa mayoría de los medallistas serán olvidados a la vuelta de la esquina. Meseret Defar no ha buscado con su gesto los honores de las medallas (justos,
por supuesto); ha hecho ante el mundo con el homenaje a María, Virgen y Madre, un reconocimiento expreso de su fe en Dios, el Dios que nos ama y nos “llama” cada día a ser mensajeros de paz y de alegría. Y si anhelara ser recordada por ello, sin duda sería para convertir a alguien, que falta nos hace por estos pagos.