Jesús Asensi Vendrell. Algunos alumnos de Educación Secundaria han secundado varios días de huelga en protesta por los recortes que están sufriendo los centros públicos y también los privados concertados. La Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA) se sumó también a esta iniciativa discente y dejaron en casa a los hijos que cursan Educación Infantil y Primaria. Ejercieron por fin el derecho primigenio que la Constitución y la naturaleza les otorga de ser los principales educadores de sus hijos.
Los miembros activos de la CEAPA no realizaron huelga alguna, pues no están los tiempos para jugar con el puesto de trabajo y encima por causas terceras, sino que impidieron a sus hijos pequeños asistir a clase y así poder mostrar de forma indirecta su descontento con las reformas educativas previstas por el Gobierno del señor Rajoy. Eso sí, los dejaron bien atendidos con familiares y amigos y no permitieron que salieran a las calles a protestar por su cuenta. Por eso es una lástima que los padres y madres con hijos más mayores no se “sumaran” también a este ejemplo de “control parental” y dejaran a sus hijos adolescentes campar a sus anchas por las calles. De este modo se hubieran evitado los actos de violencia que han desacreditado y politizado, les guste a los convocantes o no, todas las proclamas contrarias a las reformas educativas del Gobierno.
Los padres y madres, maestros y profesores, no estaban convocados a esta huelga, aunque ya se ha puesto fecha para una próxima huelga general a la que sí podrán sumarse con todas las garantías que marca la ley y con el recorte salarial previsto. Además, si la secundan, podrán hacerse cargo ellos mismos de sus hijos pequeños y mayores. De unos, para no tenerlos que dejar en casa del vecino y de otros, para evitar que asalten colegios religiosos, iglesias o algún medio de comunicación “conservador”. Y es que no hay mal que por bien no venga.