Jesús Asensi Vendrell. Aún son muchos los españoles que de niños recibieron la primera comunión y también, un poco antes, su primera confesión. Y por eso saben más que de sobra las cinco condiciones imprescindibles para que una confesión sea válida y el perdón se haga efectivo: Examen de conciencia; ver qué hemos hecho mal; dolor de los pecados; pesar por el daño causado a otros o a nosotros mismos; propósito de la enmienda; de no volverlo a hacer; decir los pecados al confesor y cumplir la penitencia impuesta.
Somos muchos los españoles que seguimos sorprendidos por la altanería de algunos políticos que se felicitan por un final de ETA que ni ellos mismos se creen.
Y es que, si nos atenemos a las cinco condiciones necesarias para que uno pueda ser perdonado de verdad, llegamos a la conclusión de que, por culpa del ansia de paz que tiene la sociedad española, hemos accedido y sucumbido al chantaje terrorista. Porque uno, cuando de verdad está arrepentido, reconoce y siente de veras el mal causado, se compromete a poner los medios para no volver a las andadas y acepta pagar por sus delitos lo que la Justicia determine. Porque no podremos hablar de reconciliación ni cerrar uno de los capítulos más terribles de la historia de España mientras los miembros de la banda terrorista no reconozcan sus delitos, pidan perdón a todas sus víctimas, entreguen sus armas y se disuelvan, y además, acepten las condenas correspondientes. Ahí queda eso.