Jesús Asensi Vendrell. Mientras hay vida, hay esperanza. Y es que no todos los españoles cobran una prestación por desempleo mientras trabajan de forma ilegal o perciben una ayuda del Estado por cuidar a un familiar que ya no está en este mundo. Por eso no se puede generalizar y meter a todos en el mismo saco, aunque a la mayoría nos nazca en un principio, que no en el fin, pagar en negro o evadir impuestos.
No hay que perder la esperanza. Y es que no todos los políticos son corruptos o tratan de aprovechar su situación para medrar o colocar a familiares y amigos. Por ejemplo, mi padre fue concejal durante la primera legislatura democrática y realizó un trabajo impecable y sacrificado. Tampoco consintió que sus hijos disfrutáramos de los pequeños privilegios que su cargo nos brindaba. Y qué decir de mi madre, que fue regidora durante la anterior legislatura y ejemplo de coherencia, decencia y sentido común.
La esperanza es lo último que se pierde, aunque el panorama político español actual sea deprimente y el futurible… terrorífico. Y digo esto porque la alternativa al Partido Popular es el Partido Socialista y su continuación de la política marcada por la cultura de la muerte. Sí, una forma de ver la vida que aplicó en toda España cuando gobernó y que ejecuta en la actualidad en las comunidades autónomas socialistas. Y así, una vez llegue al poder de nuevo, paralizará de forma inmediata la nueva ley de educación que aún no ha sido aprobada, tratará de sacar adelante la eutanasia, intentará recluir por ley las manifestaciones religiosas al ámbito de lo privado, consolidará la ley del aborto y del divorcio exprés… Y, claro está, también tratará de sacar a España de esta crisis económica que también es la suya.
Está claro que no se debería permitir en nuestros políticos ni un solo asomo de conducta corrupta, pero tampoco que traten de transformar la sociedad para amoldarla a una ideología totalitaria que se salta a la torera la ley natural, el sentido común y la misma verdad. Ahí queda eso.