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Diario YA


 

José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

La otra crisis: Funcionarios de la educación

Jesús Asensi Vendrell.  Alguno pensará, al leer este escrito, que ya está bien de recortes y más recortes, que es llegar al colmo de los colmos querer “recortar” también el mérito de todos aquellos que han aprobado un concurso oposición y han obtenido una plaza de funcionario en un colegio o instituto. Pero bien, vayamos por partes.

Está claro que no podemos olvidar los años de academia y el coste de cada una de las mensualidades, las incontables horas de estudio, las programaciones cuidadas hasta el último detalle, los innumerables cursillos realizados hasta llegar al cupo de puntuación válido para el concurso, el pago de los derechos de examen, esos nervios a la hora de examinarse que no hay tila que temple, años en la bolsa de interinos sumando puntos y conociendo realidades educativas bien distantes… Y por fin, tras todos estos vaivenes y algunos más, la obtención de la ansiada plaza que no será definitiva hasta dos años después de ganarla y vete tú a saber en qué pueblo o ciudad.
 
También alguno argüirá que conoce a un tal Fulano, que se preparó las oposiciones en tres meses y, qué suerte, en el sorteo del examen le tocó uno de los pocos temas estudiados. Y además, como la programación se la había hecho un primo suyo profesor en activo y conocía a un miembro del tribunal… Eso está claro, pero no podemos olvidar que estos casos suelen ser una rara excepción.
 
Aunque, la verdad, también es cierto que un concurso oposición examina la actitud y los méritos intelectuales y laborales de los futuros maestros y no tanto su aptitud, esa vocación docente que le movió a estudiar Magisterio y después a prepararse las oposiciones contra viento y marea. Una vocación que tampoco le impedirá ejercer la docencia en centros privados si en ellos ve un lugar donde vale la pena gastarse por los demás.
 
Y aquí es donde quería llegar, no al punto de restar méritos a los docentes que han ganado una oposición, sino la de añadírselos a todos aquellos que no lo han hecho y que trabajan en centros privados, concertados o no.
 
Los maestros que trabajan en la privada realizan cursos de formación, no porque así cobrarán trienios o sexenios, sino porque la dirección se los ofrece para su provecho personal y profesional. ¿Y cuándo se realizan esos cursos? Pues durante el mes de julio, ese mes que aparece en el convenio como tiempo de formación y no de vacaciones. Muchos de ellos también compaginan su trabajo con el estudio de otra carrera universitaria o sacándose una nueva especialidad para poder ampliar su radio de acción en la escuela. ¿Alguien podría asegurar que es esto menos meritorio que sacarse una oposición?
 
No hace mucho que el Arzobispo de Valencia, Monseñor Carlos Osoro, pidió a los maestros de los centros diocesanos que dedicasen parte de su tiempo a dar clases de repaso a los niños sin recursos que no vayan muy bien en los estudios. Aunque tampoco podemos olvidar que, desde hace más de treinta años, el horario matinal de algunos profesores de la privada comienza a las ocho de la mañana y termina a las seis de la tarde, pues ofrecen esos repasos a los alumnos que lo necesitan sin que nadie se lo pidiese.
 
Y aquí llega la pregunta clave, la que te hará sabedor de si eres un simple “funcionario de la educación” o un maestro vocacional que sabe de la importancia de su labor: ¿Estás dispuesto, si así lo ves necesario para algunos de tus alumnos, a dar tú también esas clases de repaso a partir de las cinco de la tarde? ¡Ahí queda eso!