Jesús Asensi Vendrell. El problema no radica en que parte de la comunidad educativa se ha posicionado en contra de la nueva ley de educación (LOMCE) sin tan siquiera leerse el borrador e incluso antes de que se apruebe y se compruebe si es efectiva o no. El verdadero problema es que no están dispuestos a dialogar si la nueva ley no sigue su dictado ideológico y que para conseguirlo están dispuestos a utilizar la violencia verbal coactiva; como muy bien ha comprobado el ministro Wert en alguna de sus conferencias universitarias.
Esta actitud impositiva e intransigente se asemeja a la que mostró Rodríguez Zapatero cuando tomó posesión de la presidencia del Gobierno. Si el señor Aznar tardó seis años en sacar una nueva ley de educación, el señor Zapatero paralizó su desarrollo a los quince días de prometer su cargo y sin disponer de una ley alternativa. Una ley que tardaría aún dos años en ver la luz.
Por eso, vista la actitud de algunos, es más que seguro que, cuando cambie de color el Gobierno de España, la LOMCE pasará a la historia, pues los que gobiernen podrán en práctica, con mayor celeridad y radicalidad, ese modo de actuar que ahora echan en cara al actual ministro de Educación. Tiempo al tiempo.