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Diario YA


 

José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

La otra crisis: Un grito silencioso que no cesa

Jesús Asensi Vendrell.  Los españoles éramos así. Nuestros políticos, ante un gravísimo problema, no buscaron mil y una opiniones o los pareceres de todos los grupos sociales implicados, con el ánimo de encontrar la solución ideal, que agradara a la mayoría y fuera “políticamente correcta”.

Nadie le pidió al Gobierno del señor Zapatero que ampliara la ley del aborto del año 1985, ni tampoco esta reforma estaba prevista en su programa electoral. El desencadenante fue la detención de unos “médicos” abortistas por infringir los supuestos de la antigua ley abortista y la posibilidad de que la lista de imputados aumentara de forma espectacular. Si los “médicos” no se ajustaban a la ley, ajustemos la ley a las prácticas cruentas que se realizan, un día tras otro, en las clínicas abortistas de nuestro país. En contra de esa ley inmoral se alzaron millones de voces y ninguna de ellas fue escuchada.
 
Los españoles somos así. Nuestros políticos, ante el gravísimo problema del aborto; el asesinato del ser humano más indefenso que existe; buscan mil y una opiniones, los pareceres de todos los grupos sociales implicados, con el ánimo de encontrar la solución ideal, que agrade a la mayoría y sea “políticamente correcta”. Y mientras tanto, pasan los días, las semanas y los meses y el problema sin resolver, causando un mal irreparable.
 
Millones de votos le piden al Gobierno del señor Rajoy que derogue del todo la ley del aborto, aunque en su programa electoral sólo está previsto prestar “una especial protección a los no nacidos y a la infancia” y cambiar “el modelo de la actual regulación sobre el aborto para reforzar la protección del derecho a la vida, así como de las menores”.
 
 Y en contra de ese “cambio de modelo” se han alzado las voces intolerantes de unos pocos que ven inmoral dejar nacer a los niños que tienen alguna malformación o a aquellos que no son “deseados” por su madre o por su padre. Y como este Gobierno, que sí que tiene una obligación con sus votantes; no como el anterior de Zapatero; tiembla de terror ante la influencia negativa y poderosa de esos pocos; que jamás votarán al PP; busca la manera de contentar a todos y mientras tanto…
 
Causa tristeza y es digna de compasión la sociedad que es capaz de mirar hacia otro lado para no escuchar el grito silencioso de los no nacidos exterminados. Esta sociedad, que sucumbió a la cultura de la muerte, será la que demandará en un futuro ayuda para pagar las pensiones. Unas pensiones que iban a ser sostenidas por todos aquellos que no llegaron a nacer. Terrible paradoja que, Dios lo remedie, acabará con la aprobación de otra espantosa ley, la ley de la eutanasia. Y es que sin ancianos, ¿qué gobierno tendrá que preocuparse por las pensiones?
 
Jesús Asensi Vendrell
Profesor Universidad - Dpto. de Ciencias de la Educación