LA OTRA MEMORIA HISTÓRICA DE LA UNIVERSIDAD OVETENSE
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JOSÉ Mª GARCÍA DE TUÑÓN AZA. Bajo el título: «Por la recuperación de la memoria histórica en la Universidad de Oviedo», han llegado a mi correo electrónico una serie de reivindicaciones que la Sección Sindical de CCOO de la citada Universidad quiere poner en conocimiento de todos, lo que ellos mismos llaman: «La realidad de la simbología franquista y de exaltación del banco golpista», y que, según dicen, aún perdura en el viejo edificio de la calle de San Francisco. Nada recuerdan, sin embargo, que en 1934, la izquierda en Asturias, o sea, sus predecesores, el fuego que ellos provocaron arrasó por completo el noble inmueble de la centenaria Universidad, quedando sólo en pie, como si fuera un símbolo, la estatua del patio de su fundador Fernando Valdés Salas, algo que provocó en Miguel de Unamuno una de aquellas frases en que se podía ver y notar su amargura: «Allí estaba Valdés, advirtiéndonos con el dedo: “Ya os lo dije yo”», según nos cuenta en su libro España, Salvador de Madariaga.
Ahora los descendientes políticos de aquellos pirómanos, o sea, otra vez la izquierda, quieren dar un salto en el tiempo y olvidarse de aquella tragedia provocada en el templo de la sabiduría ovetense. El incendio, lógicamente, trajo consigo la pérdida irreparable de su biblioteca con la desaparición de unos 55.000 libros, «cifra que hacía de la Universidad ovetense uno de los establecimientos mejor dotados bibliográficamente del país. En ese conjunto destacaban más de 250 manuscritos, 66 incunables, valiosas obras impresas en el siglo XVI y muchos miles de libros de los siglos XVII y XVIII». El catedrático de Historia del Derecho Ramón Prieto Bances, declaraba a los pocos días: «Lo que más siento es la desaparición de las dos bibliotecas de la Universidad: la biblioteca general y la biblioteca especial de la Facultad de Derecho. Los laboratorios desaparecidos son de fácil reconstrucción. Lo que no puede reconstruirse son esas dos bibliotecas que tenían un fondo antiguo valiosísimo e inapreciable». Y más adelante añadía: «Se han perdido notables obras de arte, como cuadros de Zurbarán, de Ribera y de otros pintores estimables del XVIII y XIX. Retratos de antiguos alumnos como Martínez Marina. Muebles y tapices del siglo XVII verdaderamente notables».
Dicen que sus reivindicaciones las hacen en estas fechas cuando se cumplen 85 años del injusto, y todavía vigente, proceso seguido contra el Rector Leopoldo Alas Argüelles, fruto del cual fue fusilado el 20 de febrero de 1937. No seré yo, desde luego, el que apruebe que hayan fusilado a un hombre que no merecía semejante muerte, que desde aquí censuro, y que no tengo ningún inconveniente en reconocer que fue un acto criminal. Dicho esto, no deja de sorprender que no hayan tenido un recuerdo para los catedráticos que un día tuvo esa Universidad y que fueron asesinados por la izquierda de este país. Como ellos no parece que quieran recordarlos voy a recordárselos, para que en otra ocasión, que puede haber, no se les olvide. Comencemos por Melquíades Álvarez, asesinado en Madrid, muy amigo de Clarín y catedrático que fue de Derecho Romano, incluso el Rector Alas fue pasante suyo. Ahora quiero que se me permita lo que el catedrático José María Serrano dijo, entre otras muchas cosas, en la inauguración del curso universitario 1942 a 1943. Se refirió, en primer lugar, al catedrático Jesús Arias de Velasco, Rector que también fue entre los años 1919-923, y que renunció al cargo cuando se proclamó la Dictadura de Primo de Rivera. Serrano recordó de este catedrático su pasión de la Verdad y de la Justicia tan arraigadas en el fondo de su alma cristiana que, por confesarlas, sufrió martirio y padeció el horrible tormento de asistir al suplicio de sus hijos. Años más tarde, el nieto de Leopoldo Alas, Leopoldo Tolivar, lo volvió a recordar diciendo que Jesús Arias de Velasco y Lugigo fue asesinado por un grupo de milicianos después de hacerle presenciar la muerte de sus hijos…
Serrano también habló aquel día del catedrático Francisco Beceña González, a quien mencionó con estas palabras: «Murió asesinado por los revolucionarios y ganó la bienaventuranza por el martirio, el día de la fiesta del Salvador, el 6 de agosto de 1936. Sus pobres despojos humanos, que su triste hermana no ha podido sepultar cristianamente, yacen perdidos en la cumbre de alguna de las montañas de Asturias». Esta hermana, Camila, fallecida en 1981, que instituyó en 1940, en recuerdo de su hermano, una beca en el Seminario de Oviedo, y legó parte de sus bienes a la Facultad de Derecho de Oviedo.
CCOO pide ahora que toda la comunidad y su Rector a la cabeza, el máximo esfuerzo para que se conozca la verdad, es decir, solamente su verdad. Los catedráticos citados anteriormente no existieron para ellos. Como punto final, piden que desaparezca, copio literalmente:
1. Monumento a los muertos del bando golpista en las ruinas consolidadas de la Capilla de San Sebastián.
2. Placa Homenaje al Rector Gendín como “reconstructor” de la Universidad en el Aula Magna.
3. Vidriera con el Escudo franquista del techo de la Sala General de la Biblioteca Central
4. Vidriera del descansillo de acceso al Segundo piso de Colegio Recoletas
5. Nombramiento del General Francisco Franco Rector Honorario de la Universidad de Oviedo (Resolución del Claustro de 19 de Junio de 1939)
Están en su derecho de pedir eso y todo lo que quieran. Incluso no tendría ningún inconveniente en votar que se lo dieran, aunque bajo una sola condición: que antes fuera restituido todo lo que la izquierda en octubre de 1934 destruyó. Así todos saldríamos ganando.