Manuel Morillo. 10 de noviembre. En los españoles, en cuanto miembros de una comunidad humana, concurren simultáneamente derechos y deberes, y no los unos sin los otros, porque el ejercicio de la libertad requiere esencialmente el cumplimiento del deber.
Para comprender esto, es preciso tener en cuenta la radical diferencia que separa individuo y persona.
El individuo, ejemplar de una especie, forma parte a lo sumo de una colectividad y es incapaz de obtener otra clase de libertad que la cuantitativa, en forma de independencia o de poderes.
Ser persona es privativo del hombre por su capacidad de trascenderse asumiendo relaciones fuera de si, con Dios, con los hombres, con su propia conciencia.
Es a esto a lo que los marxismos llaman alienarse porque impide la absorción del ser humano por la comunidad.
Solo se puede disfrutar de la libertad cuando respeta su naturaleza y el derecho natural.
Un pájaro es libre para volar cuando respeta la ley de la gravedad. Si creyéndose libre la mitad más una de la comunidad de aves decidiese que la ley de la gravedad no existe, y la ignorase cuando intentase volar sin tenerla en cuenta, caería.
El hombre es más libre cuando respeta la ley natural.
Por ello una persona es sujeto de libertad, y esta consiste esencialmente en el ejercicio de los derechos y deberes que amparan su trascendencia hacia Dios, hacia la Patria, hacia sus semejantes, hacia sus prójimos y parientes.