La religión del Papa
Santiago González-Varas Ibáñez. Al poco tiempo de su elección, la revista Time consideró al Papa Francisco una de las cien personas más influyentes, incluyéndolo en el grupo de los «líderes», y meses más tarde lo nombró «persona del año» 2013, en la línea de reconocimientos que desde entonces se suman in crescendo. El nuevo Papa Francisco es conocido por su actitud de humildad, por su preocupación por los pobres y marginados y por su compromiso de diálogo con personas de diferentes orígenes y credos, expresando (en sentido positivo) aquella máxima de “humano, demasiado humano” mediante sus constantes muestras de sencillez, por ejemplo su decisión de residir en la casa de huéspedes del Vaticano en lugar de la residencia papal usada por sus antecesores desde 1903. Las posibles críticas a la Iglesia se atenúan, ni la literatura podría hacerlo como en otro tiempo porque, si lo propio de un género satírico es criticar los poderes establecidos, hoy día no tendría sentido seguir aquella vieja costumbre de centrarse para ello en el clero. Por tanto, a pesar de posibles errores, la Iglesia tiene más a favor que en contra. El catolicismo, además, muestra su faz religiosa mejor que cualquier otra religión, al vincularse desde su origen a problemas humanos y no a la defensa de intereses políticos o de Estado (a diferencia del ideal luterano o anglicado de servir al “Estado nacional”). Nuestras misas tienen contenidos estéticos apreciables recordando tiempos romanos y ritos ancestrales. Lo mejor del arte es cristianismo. Gobernados por monjes España funcionaba, no había separatismos. Como latino uno se identifica con los valores del catolicismo (el pecado, la reconciliación, el perdón, de la forma en que aquel se expresa). La religión sirve para encauzar esa necesidad humana de lo trascendente, que también se encuentra en el arte y la naturaleza. Y sin embargo, todo esto tan fundado ¿tiene base? Porque de nada vale hacer una obra perfecta si después le falta lo más elemental. ¿Por qué es ésta la religión verdadera y no otra? Todo lo demás depende de esta pregunta, y no puede ser, por pura lógica, que todas ellas sean verdaderas. El mensaje es creíble en tanto en cuanto sea el real. En este contexto, se observa que, por el hecho de ganarse o perderse una batalla en la historia, uno es cristiano, budista o musulmán. Si en América la mayoría son católicos es por el hecho accidental de que fue España la que conquistó América. Si somos católicos es porque los mongoles o los otomanos no consiguieron invadir Europa, aunque estuvieron a punto. ¿Desaparece una civilización y con ello desaparece Dios? Los dioses romanos no eran simple mitología, ya que se asentaron en firmes convicciones igual o más que los presentes. Todos creen que su religión es la verdadera, sin que pueda ser que todas lo sean. Y sin embargo todo depende de esto. De nada vale tampoco con decir que todas las religiones tienen una misma base y muchas coincidencias. Religiones que, por otra parte, se nutren en exceso de legados filosóficos y valores culturales de la zona. Todo sería magnífico si no fuera por eso. El caso es que todo esto resulta “humano demasiado humano”, casualidades. Debería hablarse más de estas cosas. Santiago González-Varas Ibáñez Catedrático de derecho administrativo Alicante [email protected]