José Manuel Sánchez del Águila Ballabriga. Jurista. Traigo a Gustav Radbruch a colación, célebre iusnaturalista que en su obra “Vorschle der rechtsphilosophie” (1 edición en 1948) dice acerca del positivismo tajante que ha dado alas y libertad y chulería a tantos asesinos:
“El positivismo, que podríamos compendiar en la lapidaria fórmula de “la ley es la ley””, dejó a la jurisprudencia y a la judicatura alemanas inermes contra todas aquellas crueldades y arbitrariedades que, por grandes que fueran, fueron plasmadas por los gobernantes en forma de una ley. Y no sólo eso, sino que esa mentalidad positivista superviviente opone todavía dificultades cuando se trata de paliar los efectos de aquellos desafueros legales. El derrumbamiento del estado nazi, basado en la negación del derecho, coloca continuamente a la judicatura alemana ante preguntas que el caduco, pero aún vivo positivismo, no sabrá nunca contestar”.
Esto está escrito antes de los tribunales de Nuremberg, cuando las potencias aliadas se sacaron de la chistera un delito nuevo para suprimir de un plumazo la irretroactividad de las leyes penales y condenar a discreción a los alemanes a los que se les antojase. Ahora viene Estrasburgo y, en su corrupto y positivista sentido del derecho, se muestra extremadamente celoso de la irretroactividad no de las leyes penales (que salvo la barbaridad de Nuremberg siempre habría que preservar) sino de la irretroactividad de las normas sobre cumplimiento de penas, penoso. Y los tribunales españoles, de un modo vergonzoso, se cuadran ante esos juristas corruptos y en menos de 24 horas, solo ante la mera “notitia prensa” comienzan a soltar criminales que no cumplieron sus condenas.
Esto es la negación del derecho mismo, que habría dicho Radbruch, quien abogaba por resucitar aquella idea de un derecho superior a la ley y a sus perversas interpretaciones por los tribunales. Un derecho supralegal, “aquel rasero con el que medir las mismas leyes positivas y considerarlas como actos contrarios a derecho, como desafueros bajo forma legal."
Con este Derecho Natural y una implacable pero siempre sensata interpretación de la norma por los tribunales, los españoles de bien jamás habríamos tenido que sufrir la bochornosa reunión de una manada de criminales en aquel matadero, por mor de la decisión de un corrupto tribunal ajeno a nuestra Patria.
Es tiempo de leer a Radbruch.
Jurista y escritor.