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Diario YA


 

la verdadera amenaza es que la tolerancia sea abolida en nombre de la tolerancia misma

La tolerancia abolida por la intolerancia

P. Manuel Bru. Dice Benedicto XVI en su libro entrevista con Peter Seewald que “la verdadera amenaza ante la que nos encontramos es que la tolerancia sea abolida en nombre de la tolerancia misma. Está el peligro de que la razón, la así llamada razón occidental, sostenga haber reconocido finalmente lo que es correcto y avance así en una pretensión de totalidad que es enemiga de la libertad. Considero necesario denunciar con fuerza esta amenaza. Nadie está obligado a ser cristiano. Pero nadie debe ser obligado a vivir según la nueva religión, como si fuese la única y verdadera, vinculante para toda la humanidad”.

Es muy importante esta consideración del Papa, porque estamos sometidos a un acoso laicista que trata de imponer, como si de un nuevo confesionalismo político y social se tratase, esa “nueva religión” del ateismo por la fuerza. Mientras el Papa trata de entablar, en nombre y con la ayuda de toda la Iglesia, un diálogo con el ateísmo basado en la recuperación de la razón, no pocos ateos lo rechazan de plano porque no aceptan de principio ni buena fe ni una mínima posibilidad de entendimiento cegados por el prejuicio.

Recientemente, en una publicación un tanto sectaria, se acusaba al Papa de falta de respeto con los ateos. Pero no tiene desperdicio el artículo al que me refiero porque literalmente lo explica así: “los ateos actuales son personas bastante cultas, que respetan que haya otras personas a las que les guste adoptar creencias irracionales que ellos no comparten”. Ya ven, la intolerancia de los que se ponen la medalla de la tolerancia es tremenda: el autor de este artículo dice respetarnos a los creyentes, pero en la misma frase, nos llama “irracionales”. Es más, su tolerancia se convierte en burla al decir que los católicos nos creemos “cosas mucho más increíbles que las que los niños atribuyen a Papá Noel”. Evidentemente, su intolerancia tiene mucho más calado que el mero prejuicio o la burla, porque se empeñan en asegurar que “es en nombre de Dios como se han cometido los mayores atropellos a la humanidad”. La verdad, no sabía yo que los mayores genocidas de la historia, Hitler y Lenin, fueran fervientes creyentes.

Lo peor de este tipo de ateos tan “tolerantes”, como los dirigentes de Corea del Norte que enseñan a todos los escolares dibujos de misioneros troceando niños en el Museo Nacional, cuando fueron los misioneros los masacrados por los revolucionarios, no es que falsifiquen la memoria histórica, sino que quieren borrar la memoria cristiana borrándonos a los cristianos del mapa.