La UDI y el PC tras las elecciones de Chile, frente a frente
Gonzalo Rojas Sánchez. Los números van a ser muy importantes en el próximo Congreso Nacional. Pero, como siempre, más lo serán las personas que integren las diferentes bancadas. El resultado en diputados ha sido muy malo, numéricamente hablando, para la UDI. Pero, en una mirada cualitativa, la integración de la nueva bancada es claramente superior.
Dejarán sus cargos en marzo Rojas, Vilches, Eluchans, Salaberry y Moreira, todos ellos claramente disfuncionales al estilo o a los principios o a la historia de la UDI. Cinco buenas noticias, aunque compensadas por una mala: la presencia de Lavín junior en la bancada. Será de corta vida, en todo caso, porque difícilmente se ajustará a los criterios guzmanianos quien no los comparte.
Se integrarán, en paralelo, Gahona, Bellolio, O. Urrutia y Trisotti, personas de probada seguridad en las coordenadas fundamentales que hicieron de la UDI originalmente un partido confiable. En esa dimensión, ha sido una pena, por cierto que ni Verdugo, ni Barrientos, ni de Mussy lograrán vencer, así como las derrotas de Estay, Arenas y Bobadilla.
El peso lo darán, entonces, J. A. Kast, Ulloa, Squella, Ward, Silva, Barros, Hoffmann, Macaya y Hernández. A su lado serán buena compañía E. Van Rysselberghe, Norambuena, Turres, Gutiérrez, Kort e I. Urrutia. El tiempo de Melero ya se ha agotado. Hasbún basculará con astucia. Coloma junior, Molina, Morales, Sandoval Alvarez-Salamanca, y Nogueira, esperamos, se sumarán a los más sólidos.
Al frente, tendrán a una notable bancada de los comunistas y sus aliados: tres diputados con experiencia -Teillier, Carmona y Gutiérrez- tres ex dirigentes estudiantiles con calle -Cariola, Vallejo y Núñez- y dos aliados potenciales, Boric y Jackson.
¿Cómo lo lograron? En el caso del PC, simplemente concentrando su votación mediante cambios de inscripción. Sencillo, eficaz, efectista. Disciplina pura.
Pero, desde marzo, la eventual bancada roja tendrá una serie de problemas fundamentalmente tácticos. Ante todo, el PC debe decidir su participación en el gobierno de Bachelet. No lo hará ahora, sino después del 15, para no lesionar la sensibilidad (¿queda algo?) de los electores de la DC.
Si los comunistas ingresan al gobierno, la bancada jugará a tres bandas: la institucional, defendiendo las posiciones más chavistas del programa; la testimonial, copando espacios en radio, prensa y televisión mediante sus múltiples contactos con militantes y simpatizantes en los medios; y, finalmente, en la calle, manteniendo abiertos los vínculos con autónomos (a través de Boric) y anarquistas (mediante Vallejo con la FECH). Para el resto de los movilizados (ecologistas, minorías sexuales, deudores, animalistas, etc.) Jackson es cara amigable. Tres en uno y todo en uno.
Al frente, la bancada de la UDI tendrá que dar el peso.