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Diario YA


 

LAS TROYANAS

La venganza continúa


José Luis Jiménez, 30 de agosto.

LAS TROYANAS

Autor: Eurípides. Versión: R. Irigoyen. Dirección y espacio escénico. Mario Gas. Interpretes: E. Mac Gregor, A. Pavlovsky, G. Muñoz, R. Moya, A. Ycobalzeta, M. Esteve, L. Jiménez, C. Sanchis, A. Valero. Matadero de Madrid
 

Eurípides parece que escribió 92 tragedias, de las que se han conservado 19. Pero son 2: Medea y Las Troyanas, las que le han dado fama imperecedera. Ésta última es la que se está representando en estos momentos en El Matadero de Madrid. Previamente se ha representado en el Festival de Mérida y en El Grec de Barcelona. La versión es de Ramón Irigoyen, que nos la presenta perfectamente entendible, pero sin menoscabar el original.

Hay quien dice que Eurípides fue un autor adelantado a su tiempo. Si lo contemplamos bajo el prisma de "humanizar" a los dioses, acercándolos más al terreno y exponiendo sus pasiones. O que le dio un papel primordial en sus obras a la mujer, es totalmente acertado. Incluso en su presentación de alegato antibelicista. Pero en cuanto al fondo, no se adelantó a su tiempo. Presenta, nada más y nada menos, que un tema eterno: la venganza. A lo que se puede añadir que, casi siempre, los vencedores y vencidos tienen problemas.

Basada en un hecho histórico cercano al tiempo en que fue escrita (415 a. C). Los atenienses, vencedores de la guerra contra Melos, pasaron a cuchillo, a los vencidos varones y vendieron a las mujeres y niños como esclavos. Cosa nada inhabitual durante muchas décadas. Y es precisamente en ese momento, donde sitúa el autor la obra

Y es, especialmente a través de la visión que las mujeres de los vencidos, donde centra su alegato. Aquí toma el protagonismo Hécuba, la reina destronada, magníficamente interpretada por Gloria Muñoz. Sus lamentos y disquisiciones sobre el cambio radical que va a tener lugar en su vida. Del esplendor del ayer a ser una esclava en la corte de su enemigo. A ella se unen otras mujeres. La profetisa virgen Casandra, a la que Anna Ycabalzeta le dota de la gestualidad necesaria para vivir su drama, muy bien. Andrómaca,  a la que arrancan de sus brazos a su hijo para sacrificarlo, y que Mia Esteve dota del imprescindible drama interior. Helena, la causante de esa terrible guerra de diez años ocasionada por su marcha con Paris, hijo de Hécuba. Y a la que Clara Sanchis dota muy de ese juego entre la arrogancia y el eros.

Existe un nexo de unión entre Medea y Las Troyanas, aparte de la venganza, el papel de los hijos. En la primera como instrumentos de la venganza de la madre. En la segunda como instrumento destructor de los vencedores hacia los vencidos.

En los largos parlamentos que a todo lo largo de la obra utiliza Hécuba, se pueden encontrar frases y situaciones que, siglos más tarde, utiliza Shakespeare. Al menos esa es mi percepción

Mario Gas consigue un espectáculo sólido. Hace un guiño al inicio, posiblemente para aliviar algo el tremendo drama que espera a continuación. Y lo hace en el diálogo entre los dioses. Palas Atenea (¿porqué una actuación travestida?) y Poseidón traman, a instancias de la primera, vengarse de los atenienses. Y la razón es porque  la diosa se ha sentido maltratada en su orgullo y divinidad por los vencedores, hasta entonces sus protegidos.

El director nos presenta su idea, perfectamente válida, de la desgraciada actualidad de la guerra y la venganza. Para ello viste a los actores con ropas "intemporales", bien los diseños. Y, en teoría, también a los soldados, aunque éstos vayan con pistolas. ¿Para cuando un montaje de la época? Pero creo que aquí se entra en una constante de la obra de Gas. Su profundo antinorteamericanismo, al menos políticos. Los soldados pueden ser reconocidos. Tiene una fijación tremenda en este sentido. Para él el Imperio del mal está representado por los Estados Unidos de Norteamérica. Baste recordar el montaje del último acto de Madama Butterfly en el Teatro Real de Madrid. Su cercanía a IU, desconozco si a la rama comunista, posiblemente no le permitan entender que ha habido otros Imperios, como el soviético, con Stalin a la cabeza, que han causado millones de muertos. El espectáculo tiene toda la prestancia y solemnidad para ser muy recomendable.

 

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