"Lady, be good" y "Luna de miel en el Cairo" en el Teatro de la Zarzuela
Luis de Haro Serrano
El Teatro Nacional de la Zarzuela continúa sorprendiendo a propios y extraños con el desarrollo de la programación artística de su actual temporada. En esta ocasión, como indica su director general, Paolo Pinamonti, no se trata de ofrecer una sesión doble más, sino de dar cabida a un atrevido programa en el que se presentan dos títulos, nada frecuentes, dotados de un singular atractivo y pertenecientes a géneros diferentes que seducen por su particular musicalidad y cuidada presentación escénica.
“Lady, be Good”, es un musical en dos actos de Guy Bolton y Fred Thompson, con música y letra de George e Ira Gershwin, estrenado en el Liberthy Theater de New York el 1 de diciembre de 1924. Pertenece al género del clásico musical de Estados Unidos, que inició su andadura artística a principios de los años veinte, con un desarrollo escénico dotado de una gran coherencia narrativa y dramática, en el que las canciones continúan siendo el principal elemento de su formato musical, que transcurre en una estrecha simbiosis entre la danza, la música propiamente dicha y el teatro. Narra una historia sencilla y sentimental, salpicada con unas sugerentes gotas de humor.
Este título no fue el primero que preparó Gershwin, pero sí su primer triunfo en Broadway y New York en 1924, para continuar por una clara ruta de éxitos como en el Londres de 1926, Entre los pasajes más brillantes se encuentra el que da el titulo a la obra y el superatractivo “Fascinating rhythim”. Otro de ellos, “The man I love, que inicialmente se compuso para la obra, pero al estimarse después poco adecuado para ella fue retirado, a pesar de lo cual se escucha en esta versión de la Zarzuela.
“Luna de miel en el Cairo”, opereta con libreto de José Muñoz Roman, realizado en dos actos con música del maestro granadino Francisco Alonso, se estrenó el 6 de febrero de 1943 en el madrileño teatro Martín. Su estructura melódica transcurre con una mezcla de elementos propios de la opereta centroeuropea, el musical norteamericano y la revista española, que fue tan bien recibida por el público de su época. Destaca por su moderna orquestación, en la que los metales sugieren y anuncian las melodías del jazz-band e, incluso, escuchándose tambien las notas de un típico pasodoble español, “Un mosito de Granada”. En líneas generales, el maestro Alonso ha conseguido con ella una partitura muy atractiva por la ligereza y gracia de sus ritmos, varios y muy atractivos que, en algunos momentos, nos acercan a las clásicas sonoridades del cabaret.
Emilio Sagi, con su reconocida experiencia en manejar artísticamente este tipo de obras, ha sabido aunarlas en un mismo proyecto escénico, dados los elementos comunes que ambas tienen respetando completamente la parte musical ha realizado algunos retoques de adaptación, necesarios y aconsejables para que estas obras continúen manteniendo vivos su valor y actualidad. Unos retoques mínimos en aspectos muy concretos, que pueden calificarse como pequeños liftings renovadores. Ha cuidado al máximo todos los detalles, desde el movimiento general de la escena, muy vistoso, su ambientación, las referencias a la época, sin ser un esclavo de ella, y la iluminación, la coreografía y, sobre todo el vestuario, rico y variado, dotado de un amplio colorido y diseño . Excelentes las labores de Daniel Blanco y Eduardo Bravo al frente de la escenografía y la iluminación y, especialmente el vestuario de Jesús Ruiz, así como la coreografía de Nuria Castejón y las buenas formas de todo el cuerpo de baile encabezado por Cristina Arias. Kevin Farrel al frente de la dirección musical ha conseguido una sonoridad muy atractiva gracias a la brillantez de su excelente armonización, destacando el solo de trombón en la graciosa parodia “llévame a una boite que esté de moda”, sin olvidar las intervenciones de Celsa Tamayo al piano, así como las de los tres saxos y el resto de los metales que dieron vida al pasaje del jazz-band, para sacar adelante con elegancia la musicalidad tan especial de George Gerswin y la deliciosa orquestación del maestro Alonso. Muy convincentes por su naturalidad las intervenciones de Nicolás Garret y Jeni Bern-Dick y Susie Trevor-, que buenas voces. Deliciosas en el aspecto dramático y vocal Mariola Cantarero y Ruth Iniesta –Myrna y Martha- y Enrique Viana –Rufi-. David Menéndez (Eduardo), que tiene una hermosa voz debe trabajarla un poco más para procurar que se ajuste mejor al lugar en que debe estar colocada.
Con todos estos elementos, corroborando y resumiendo lo que el director de escena ha comentado sobre la arriesgada presentación de este interesante programa doble de la Zarzuela: “mi planteamiento escénico estaba claro, ante todo debía divertir … porque el “swing”! de nuestras vidas necesita muchas veces, un poco o un mucho de deleite, fantasía y locura. ¿Hay algo mejor que ofrecer una buena obra?. Si. ¡un programa con dos buenas obras!. Está claro, Emilio.