José Luis Orella. En las recientes elecciones generales de la República Checa del 29 de mayo, el Partido socialdemócrata (CSSD) logró un 22,08% de los sufragios y 56 escaños. Sin embargo, las fuerzas de derechas se han consolidado como las grandes ganadoras. El Partido demócrata-cívico (ODS) obtuvo un 20,22% de los votos (53 escaños), el recién formado Tradición, responsabilidad, prosperidad 09 (TOP 09), dirigido por Karel Schwarzenberg, un 16,7% (41 escaños) y el también reciente Partido de los Asuntos públicos (VV) del veterano periodista Radek John, un 10,88% (24 escaños). Por el contrario, el Partido comunista de Bohemia y Moravia (KSCM) obtuvo un 11,27% (26 escaños), siendo el único aliado posible de sus hermanos socialdemócratas. Los 82 diputados de izquierda no son suficientes para frenar una mayoría de 118 diputados de diferentes derechas.
Con respecto al democristiano KDU-CSL, referente del Grupo Popular, con un 4,39 %, ha quedado fuera del Parlamento, como el Partido de los Verdes (CZ), que ha quedado con un escaso 2,44%. En cuanto al Partido de los derechos del ciudadano (SPO), formación escindida de los socialdemócratas, con sólo un 4,33% de los votos, también se ha quedado fuera del arco parlamentario.
El futuro gobierno de coalición, tendrá como punto clave al ODS, la formación conservadora, que junto a los tories británicos y al PiS polacos forman el principal soporte del referente conservador, frente al liberal democristiano de los populares europeos. Por otro lado, del miso modo que los países escandinavos, la flexibilidad demostrada en reflejar las diferentes sensibilidades de las derechas han permitido alcanzar el poder con equipos de eficacia. Por el contrario, en aquellos países donde se mantienen partidos monolíticos de centroderecha, divorciados de todo fundamento moral, están alimentando la abstención con segmentos de población, que en algunas provincias superan el 10 % del posible votante.