Las empobrecedoras Autonomías y la Ruta de la Seda
Daniel Ponce Alegre. Teólogo y Antropólogo. Delegado en Levante de Diplomacia S. XXI. Entre los años 200 y 110 a. C., la Dinastía Han inaugura la Ruta de la Seda.
Gao Zu, primer Emperador Han, Periodo que algunos historiadores dividimos en Dinastía Han Occidental o Temprana del 206 a. C. al 9 d. C. y Dinastía Han Oriental o Tardía del 25 al 220 d. C., con un Periodo Intermedio caótico del 9 al 25 d. C.; dicho Emperador consiguió mantener unido el Imperio gracias a una combinación sabia de firmeza en el ejercicio de la autoridad y libertad social e individual con ciertos derechos de propiedad.
Los Emperadores Qin, las antiguas familias y " Señores de los Nuevos Territorios ", habían apretado el puño cada vez más y la virtud en ellos y la corrupción había llegado a niveles insostenibles.
El Emperador Han, Gao Zu, fue abriendo la mano y dando la libertad de no estar sometido a pesadas cargas impositivas ni a trabas administrativas esclavizadoras.
Las murallas construidas en la zona norte de los antiguos estados de China se habían unido en la Gran Muralla y erigido como defensa contra los nómadas errantes que invadían las regiones fronterizas y desestabilizaban el Imperio, llegando incluso a producir cuantiosas muertes.
Esta protección o barrera que tomaba forma en la Gran Muralla China, sentó unas condiciones de estabilidad y seguridad tales que produjeron la necesidad de apertura comercial y sociocultural a todo el continente euroasiático a través de la Gran Ruta de la Seda.
Como resultado de una política gubernamental de " dejar hacer o laissez-faire " en lo económico y de virtud y conducta moral en lo político y personal, China prosperó y paralizó el Periodo de siglos de rebeliones, corrupción y degeneración social y política.
Tanto Gao Zu como su hijo Wendi, significa rey Wen, colocó a hombres honorables y virtuosos en los puestos locales pero ellos se mantenían alejados de esas administraciones, salvo casos de corrupción o deshonra personal, para el bien común y del Imperio; que aún estaba consolidándose como estructura unida, libre e influyente en la región.
A su muerte en el año 157 a. C., el trono de Wendi pasó a su hijo y éste lo hizo al suyo, Wudi, en el año 140 a. C., que entre sus medidas políticas destacan la recolección de impuestos con el ojo puesto en el bien común y en el Imperio, y no en los señores o duques locales que debían tener sus propios sistemas de hacienda para satisfacer sus necesidades, se hizo con el control de los sectores estratégicos como el comercio del hierro, la sal o el alcohol, y recortó el número de funcionarios que se habían enriquecido durante los periodos anteriores, comenzó la reconstrucción de la burocracia Imperial y diplomática, de la Cancillería, y por primera vez introdujo el requisito de que los funcionarios imperiales aprobaran un examen.
Wudi, no mucho después de subir al trono, hacia el año 139 a. C., envió un embajador de nombre Zhang Qian a descubrir qué había más allá de las fronteras occidentales de China.
Al mismo tiempo, nuevos enviados del este viajaban en dirección oeste.
Después de las exploraciones de Zhang Qian, la corte Han envió más hombres, funcionarios y soldados, que elaboraban y enviaban sus informes al Emperador, y le solicitaban a su vez volver a ser enviados a tierras occidentales.
Hacia el año 110 a. C., la ruta que iba de este a oeste se había consolidado.
Cada vez más visitantes llegaban hasta la corte Han, donde el Emperador les mostraba las regiones costeras de China para que conocieran el tamaño y la riqueza del reino, las posibilidades de inversión y comercio, así como la riqueza filosófica y cultural del Imperio y de las zonas locales, y que les permitiría establecer lazos con sus lugares de nacimiento, un puente entre oriente y occidente que crease una gran área de prosperidad comercial y cultural basada en la libertad, en la virtud y en la conducta honorable y justa, no sólo individual sino también sociopolítica, huyendo de regionalismos empobrecedores y buscando el objetivo local con miras globales, como se tuvo en la China del S. II a. C.
Dicha China, es un modelo para nosotros hoy en este aspecto, tanto en la administración interna como en la visión global y diplomática, con miras a la atracción de inversores en nuestra región que debe estar consolidada y no fragmentada por diferentes " duques " y reglamentos que dificultan la igualdad de condiciones y la simplicidad administrativa y de creación de empresas y puestos de trabajo que traen prosperidad económica como base de la espiritual, las dos piernas de toda persona:
" no me des pobreza para que no te maldiga Jahvé, Dios mío, ni riqueza para que no me olvide de ti ", nos recuerdan tanto el rey David como su hijo Salomón en los Salmos y en los Proverbios, sabia espiritual que debemos ofrecer al pueblo chino y que necesitan desde las tierras lejanas de occidente.
Tras dos artículos en los que he abordado la carga que suponen las administraciones autonómicas y otras intermedias, en el contexto de las próximas Elecciones, en los próximos artículos consideraré hasta, " el Día D ", las Elecciones Locales 2015.