Las noches que siguen al día en el que la Iglesia Católica celebra el nacimiento del gran mártir San Lorenzo, también este año terrible marcado por el Covid-19, las estrellas producen espectáculos, que podrán sustituir a luces fugaces de los fuegos artificiales, de la noche mágica de Begoña, algo que algunos consideraban imposible, pero que ha sucedido.
La Fiesta de San Lorenzo siempre ha tenido en toda España plurales referencias, muy especialmente en Madrid en cuya sierra se encuentra el monasterio de El Escorial, construcción grandiosa del genial Herrera, arquitecto de Felipe II, tanto más grande cuanto más la imperofobia y la leyenda negra se ceba en él sin más argumentos que la mentira.
Felipe II mando construir el gran símbolo de su imperio donde nunca se ponía el sol en forma de parrilla, instrumento donde fue quemado vivo el Joven Diácono por el déspota romano, por servir a los pobres a las viudas y ancianos y niños con los bienes de la iglesia, que quería arrebatar para sus miserables pasiones. No faltan hoy políticos que en nombre de su particular concepción de la justicia proletaria pretenden imponer gravámenes injustos a los bienes que la Iglesia destina a los más pobres y descartados, quienes cada vez en más numero acuden a sus múltiples instituciones para satisfacer las necesidades: comer vestir y ayudar a pagar los servicios más elementales, la luz, agua y la vivienda. Mientras se gastan los impuestos en algunas actividades políticas sin ningún fin noble y digno.
Desde las suaves alturas que rodean a San Lorenzo del Escorial los amantes de los astros se preparan para poder contemplar en la noche estrellada, las llamados lágrimas de son Lorenzo, que es la forma con las que las estrellas celebran y se suman a la gloria martirial de San Lorenzo. El hombre postmoderno, que dice abominar de los mitos clásicos ha vuelto a ellos con actitudes supersticiosas, y repite los mitos de los caballos alados y los carros o personajes mitológicos vagando por espacios siderales, traducidos en los imposibles horóscopos hechos de mitos Perseo. Todo a pesar de que los hipótesis astrofísicas no ven sino partículas de polvo de tamaño irregular que se desprenden de algún cometa que sigue su órbita y se encienden al contacto con nuestra atmósfera y pregonando la gloria del Creador del Universo. Las estrellas también son creaturas de Nuestro Señor como diría el más grande de todos los ecologistas, Francisco de Asís.
Fidel García Martínez Catedrático Lengua Literatura Doctor Filología Románica (Gijón Asturias)