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Diario YA


 

Del Sahara (VII)

Las manipulaciones marroquíes

Luis de Carlos Calderón. Hace unos días, el más importante rezo de la semana para los musulmanes, finalizó, en la mezquita de Sidi Embarek (Ceuta),  con enfrentamientos entre el presidente de la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas (FEERI), M. Hamed Ali, persona non grata por decisión del ayuntamiento debido a su actitud promarroquí, y sus seguidores contra representantes de la Unión de Comunidades Islámicas de Ceuta (UCIDCE) que rechazan las injerencias marroquíes en la vida religiosa islámica ceutí. Son las maneras usadas históricamente por los sultanes alauitas cuando pretenden alcanzar un objetivo. No hace tanto se presionaba a España, para triunfar en orden a la consecución de sus intereses, con los acuerdos de pesca o con retirar el embajador o chantajeando con las pateras, o "Perejil" o más recientemente con el caso Aminetur.

Parecen lejanos los años en los que los representantes de Marruecos en la ONU apoyaban diversas resoluciones que instaban a España a descolonizar el Sahara Occidental y, con aviesa intención, pedían un referéndum de autodeterminación. La manipulación es una actitud connatural al sultanado alauita y no es difícil caer en sus trampas como acaeció, en sus orígenes, con el Frente Polisario. El vicio de manipular, como estrategia principal de la diplomacia y de los servicios secretos de Marruecos, no sólo se proyecta sobre el presente sino que su sombra oscurece la verdad del pasado próximo y remoto, son maestros en cambiar la historia para deslegitimar las reivindicaciones saharauis. Lo histórico es, por ejemplo, que tres sultanes marroquíes admitieron que no tenían autoridad sobre las tierras saharauis. Así, en el Tratado de 28 de mayo de 1767, el sultán Mohamed Ben Abdal-lah (1757-1790) no garantizaba la seguridad de los pescadores españoles en las costas al sur de Agadir o del río Nun, al no tener la soberanía sobre los pueblos de las mismas (art. 18 - Tratado). Posteriormente, en una carta fechada el 30 de mayo de 1767 y dirigida al rey de España Carlos III, insiste en no tener ningún poder ni autoridad al sur del río Nun. Realidad que asumen el sultán Mulay Suleiman (1796-1822), que firma un acuerdo con Carlos IV, en 1799, reconociendo que la región de Saguia El Hamra (N. del Sahara) no le pertenece,  y el sultán Mulay Abderrahman (1822-1859). Ni siquiera, en sus viajes, Moulay Hassan I (1873-1894) llegó a estas tierras por lo que su contacto con saharauis se redujo a los que encontró en Guelmin y algunos de la tribu de Ait Baamaran. Razones históricas que llevaron, en 1975, a la Corte Internacional de Justicia, resolver que, en el momento del encuentro amistoso con España, no era un territorio sin dueño y que no existían vínculos de soberanía entre el territorio del Sahara Occidental  y Marruecos o Mauritania. Si consultan la interpretación marroquí les puede entrar el virus de la memoria histórica.

Manipulaciones, también, en la política interior como las electorales pues la perspectiva de unas elecciones transparentes produce miedo por el poder del populismo islamista. Marruecos ha promocionado la imagen de ser un país moderado dentro del mundo islámico campaña que cuenta con el apoyo de Francia y Estados Unidos, que han impedido que el Consejo de Seguridad haga respetar sus resoluciones sobre el Sahara, al considerar a Marruecos baluarte contra el comunismo durante la guerra fría y, en los últimos años, un aliado importante en la lucha contra el fundamentalismo. Ahora bien, los hechos demuestran que la realidad social no responde a esa imagen. Según una encuesta del Pew Research Center de marzo 2004, un 45% de los marroquíes veían de forma favorable a Bin Laden, frente al 42% que lo hacían de forma desfavorable. El movimiento islamista marroquí "Justicia y Caridad", aunque ilegal, constituye, probablemente, la primera fuerza política de Marruecos. Pues bien, en el tema que nos ocupa, en una carta abierta titulada "A quien corresponda", publicada en enero de 2000, su líder A. Yasín, realiza una serie de consideraciones que desmienten que exista sólo la posición oficial sobre el Sahara Occidental y constituyen una clara denuncia de que este asunto es una manipulación más. En este contexto de “nación ejemplar”, nos podríamos preguntar ¿por qué Marruecos no quiere que la MINURSO amplíe su misión a la vigilancia del respeto a los DDHH en los territorios del Sahara?

Y, por último, manipulaciones buscando el descrédito de los saharauis: se intentó en el 2005 tras el ataque armado de Lengheiti en Mauritania que provocó la muerte de 15 soldados mauritanos, queriendo implicar, sin conseguirlo, al Polisario. Idéntico intento con el secuestro de los cooperantes españoles, una manipulación que denunció el periódico “Le Journal Hebdomadaire”, que tuvo que cerrar.  En este orden de cosas, el Ministro de Exteriores marroquí, Fassi Fihri, en carta al secretario general de la ONU de 28 de enero pasado, mezclaba el fin del terrorismo y los tráficos ilegales con la solución del “conflicto regional” del Sahara. En otras declaraciones, culpa del conflicto del Sahara a los independentistas del Polisario para desvirtuar la legalidad sobre la soberanía del territorio de los saharauis: No existen independentistas sino legítimos dueños. Hablan con mentiras de los refugiados saharauis en Tinduf como secuestrados y de los prisioneros militares marroquíes como esclavos sin reconocer, que llevan años siendo visitados por ONGs, la Cruz Roja y miles de personas. Y, por el contrario, los cientos de prisioneros saharauis continúan “desaparecidos”.

Manipulaciones que forman parte de una maniobra sibilina ya que, al no poder legalizar la ocupación de sus territorios, piensan que el tiempo irá minando la resistencia saharaui. A sabiendas de esta política marroquí, se abrió la agenda de la primera gran cita entre UE y Marruecos que abordó, entre otros asuntos, la situación de los derechos humanos y el estado de la antigua provincia española invadida por el ejército alauita.