Carlos Gregorio Hernández. 26 de febrero.
El alcalde de Madrid, D. Alberto Ruiz Gallardón, tiene la cortesía de invitarnos en el próximo mes de marzo a la exposición “Las presas de Franco”. Según explica la Fundación de Investigaciones Marxistas, organizadora del evento, “La exposición pretende visibilizar la experiencia carcelaria femenina de las primeras décadas del franquismo. Plasma las vivencias de una generación doblemente reprimida: como mujeres y como rojas”.
Resulta llamativo el empeño que puesto la izquierda en los últimos años, con títulos tan demoledores y publicitados como Toda España era una cárcel en falsear deliberadamente la realidad española entre 1939 y 1975, cuando hoy hay más presos y más hacinamiento que nunca y si cabe definir a un régimen como carcelario es al actual. Resulta igualmente estúpida la pretensión de atribuir a Francisco Franco todo, absolutamente todo, hasta los detalles más nimios, como la respuesta de un carcelero, cosa que se hace en el libro de la publicación, elevando a categoría un hecho puntual. ¿Para cuándo el libro-exposición sobre las presas maltratadas por Juan Carlos I, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero? ¿Cómo puede afirmarse o creerse que se persigue a las mujeres por ser mujeres? ¿A caso pretendía Franco acabar con la especie? La afirmación no merece comentario. El tono encarnado con el que se quiere revestir a las encarceladas, como pueden darse cuenta, tampoco es casual.
Esta exposición comienza su itinerario por la geografía peninsular en el municipio madrileño de Rivas-Vaciamadrid, hoy gobernado por la izquierda y precisamente uno de los lugares más significativos de la represión roja ejercida durante la guerra civil. El Ministerio de la Presidencia, dirigido por María Teresa Fernández de la Vega, a quien algunos todavía hoy consideran moderada, la ha patrocinado de forma permanente. Sucesivamente han sufragado sus gastos otras entidades como el Gobierno de Baleares, la Generalidad de Cataluña y ahora el Ayuntamiento de Madrid, cuyo alcalde recibe precisamente su nombre por otro Alberto, tío suyo, asesinado durante la guerra por los ancestros políticos de los que ahora gusta de rodearse. El libro de la exposición, pieza de indudable valor ideológico, cuenta además con el apoyo monetario de la Diputación de Málaga. En la publicación se hace mención expresa de la madrileña cárcel de Ventas, aunque se olvidan de que se convirtió a partir de julio de 1936 en uno de los lugares donde el Frente Popular recluyó primero y sacó para asesinar después a miles de presos, entre los que cabe recordar a Ramiro de Maeztu, que pasó por sus celdas antes de ser acribillado en el cementerio de Aravaca. El lugar escogido en Madrid para la exposición, el Cuartel del Conde Duque, próximo al palacio de Liria, fue precisamente una de las checas al servicio de los frentepopulistas. Una de las más de doscientas documentadas. Su recuerdo no merece ni merecerá una exposición porque pone en entredicho el discurso dominante con respecto a nuestra guerra civil y muestran bien a las claras cual fue el papel y los métodos del socialismo a la hora de aniquilar al enemigo.
La Fundación de Investigaciones Marxistas es una entidad subordinada al Partido Comunista de España, que como otros partidos comunistas cuenta en su haber con asesinatos y crímenes de los que nunca se han retractado, por lo que no es difícil averiguar el sesgo siniestro de la exposición que se dispone a inaugurar el alcalde de la capital. No está demás aclarar que los fines de esta fundación son puramente ideológicos. En una entrevista a su ajetreado director, Javier Navascués Fernández-Victorio, se explica que la Fundación de Investigaciones Marxistas nació en los años setenta para “afrontar la lucha ideológica”. Dicen “inspirarse en el marxismo como corriente teórica y política” y sus fines son “la liberación del hombre, la solidaridad internacional y la transformación de la sociedad”. Estoy seguro de que los millones de personas que han padecido el comunismo, incluyendo los millones de muertos, comprenden perfectamente el sentido de esta afirmación.
La presidencia de Francisco Frutos, ex de IU, no ha sido el mejor de los periodos, al menos en lo económico. El dineral presupuestario de la Ley de Memoria Histórica y de la financiación que reciben per se las fundaciones vinculadas a partidos políticos, en su caso Izquierda Unida, parece que no es suficiente para cubrir su presupuesto. ¿Por qué no se financian en exclusiva con el dinero de aquellos que comulguen con sus fines? Supongo que Cayo Lara, Fernández de la Vega y Ruiz Gallardón han tratado de mejorar su cuenta de resultados con esta actividad.
Supongo que en el futuro podremos ver a D. Alberto apoyar con los mismos recursos a una Fundación de Investigaciones Nacionalsocialistas que pueda realizar un monográfico conjunto con la Fundación de Investigaciones Marxistas sobre el Pacto Molotov-Ribenttrop mediante el que se unieron secretamente nazis y comunistas cuando todavía estaba en curso nuestra guerra y que pondría de manifiesto cual fue y cual es la verdadera faz del comunismo.