Las urgencias de Neil Young
Nacido en Ontario en 1945, Young es uno de esos escasos personajes que, como Dylan, Beatles, Rolling o Hendrix, han dejado para siempre su huella en la música popular. Desde aquella década mágica de los sesenta hasta nuestros días, sus guitarras, su voz y sus composiciones nos han acompañado y han marcado muchos momentos de nuestras vidas. Ha estado en grupos irrepetibles, como Buffalo Springfield o Crosby, Stills, Nash and Young, pero ha sido en solitario donde ha dado lo mejor de si mismo. Para la historia quedan obras maestras absolutas como After The Gold Rush (1970), On The Beach (1974) o Rust Never Sleeps (1979) y canciones eternas como Heart Of Gold, Tonight´s The Night o Like a Hurricane. Estamos en suma ante uno de los más grandes, lo que no quiere decir que no cumpla años, tenga problemas de salud, ya no sea un amante ejemplar y, por supuesto, que sus últimos trabajos no estén a la altura de sus días de gloria.
Algo de esto le ocurre a su flamante Fork In The Road, un disco dedicado a sus viajes con un viejo Lincoln Continental, con renovado motor ecológico, que derrocha improvisada electricidad por casi todos sus surcos. Grabado con veteranos compañeros como Ben Keith, y con una portada horrorosa, esta nueva grabación del canadiense huele a urgencia y a primeras tomas. Así, se suceden los temas bien interpretados, con melodías correctas, pero sin que ninguno -quizás solo se acerque Light a Candle- despierte la emoción exigible a un talento tan extraordinario como el del viejo Neil.
Al final, el disco viaja a la estantería de la que es muy probable que solo salga en caso de mudanza. No hay que engañarse, sé que cuando quiera volver a escuchar al legendario cowboy eléctrico tendré al menos veinte opciones preferibles.