Leyes de contenido exclusivamente ideológico
Pedro García. Sánchez, el Presidente del Gobierno, siempre presume de innovaciones y de records constantes en la política española: El primero en conseguir un gobierno de coalición; el primero en llevar a los comunistas al Consejo de Ministros; el que más comparece en televisión; el que más reuniones hace con la autonomías; el que ha creado el término resiliencia y ha acuñado la filfa de la cogobernanza; el que más y mejor guarda los secretos de estado (por ejemplo los viajes en Falcon o las invitaciones veraniegas); el que más y mejor coloca a familiares y “basketamigos”; el que más y mejor ningunea al Rey o el que más y mejor miente; el más resistente, según su hagiógrafo Redondo que afirma -parafraseando al Dúo Dinámico- que Sánchez resistirá…
Pero hay un record, una novedad por la que Sánchez pasará a la historia. No es que Sánchez practique la separación de poderes al estilo Montesquieu, es que, al mejor estilo totalitario, ha hecho desaparecer los poderes esenciales de toda democracia. Pero dónde se ha superado a si mismo ha sido en conseguir la desaparición del Ejecutivo.
Nunca en la historia reciente de España ha habido un Gobierno más inoperante, más inane, más esfumado, más reacio a gobernar y más propicio a mirar para otro lado, que el socialcomunista que Sánchez e Iglesias gestaron hace poco más de un año y que solamente se dedica, full time, al alumbramiento de leyes de contenido exclusivamente ideológico.