Lobbies feministas y relativistas imponen su Ley absolutista en España
Miguel Massanet Bosch.
"Si Dios no existiera, sería necesario inventarlo" (François Marie Arouet Voltaire), Uno de los personajes ilustres de la Historia, masón y uno de los principales representantes de la Ilustración, convertido en un verdadero azote para la Iglesia y dotado de un fino estilo burlón y satírico que utilizó en sus obras más conocidas; fue el autor de esta frase. Pues, este mismo señor tuvo que admitir que, la humanidad, para poder convivir sin que la Ley de la selva se impusiera sobre ella, era preciso que existieran una reglas, unas normas o, si se quiere unos “mandamientos” por los que regirse algo que, evidentemente, cumplían las religiones con sus preceptos, obligaciones, castigos y sus amenazas de que, en otro mundo metafísico, el comportamiento que se había tenido en esta vida sería juzgado por un ente superior que premiaría a los “buenos” y castigaría a los “malos”.
Es evidente que, desde que la izquierda se instaló en el poder con el señor Rodríguez Zapatero, un señor que aparte de ser un sectario, un bocazas y un pésimo gobernante, fue un defensor acérrimo de aplicar en nuestro país un sentimiento libertario en la ciudadanía, que tuvo su mayor expresión en el desprestigio de la unidad familiar, la puesta en marcha de una serie de leyes de “supuesta protección para las mujeres” como fue el caso de la Ley del aborto mediante la cual se dio, prácticamente, libertad a las mujeres para que, con el argumento de que eran dueñas de sus cuerpos y, bajo tal supuesto, se las permitía que, si quedaban embarazadas, podrían abortar sin que esta salvajada, no tiene otro calificativo, careciera de castigo o reprobación alguna. Es evidente que, con la implantación de dicha ley (posteriormente, con su mayoría absoluta, el señor Mariano Rajoy tuvo la oportunidad de rectificar y no lo hizo, algo que muchos no se lo perdonaremos nunca) que supuso una matanza de más de 100.000 fetos cada año, las que se sintieron a sus anchas fueron, sin duda, las asociaciones feministas que, desde entonces y con el apoyo y subvenciones millonarias de los gobiernos del PSOE, han ido proliferando de tal manera que, en la actualidad, en España ya tenemos más de 300 asociaciones feministas que, bajo el amparo de la ley Pacto contra la Violencia de Género ( un verdadero maná para el extremismo que representan todas estas agrupaciones) vienen exigiendo al Gobierno doscientos millones de euros para su particular lucha contra “los varones” el verdadero enemigo a batir para esta colección de descerebradas. Claro que, como no podía ser menos, todas estas féminas cuentan con el apoyo incondicional de Podemos, el PSOE y los sindicatos (otros grupos formados por los que viven gracias a los apoyos del Estado y que van a salir beneficiados con las modificaciones que, el gobierno de P.Sánchez, pretende hacer en los cambios de las leyes laborales que, el PP, tuvo que hacer para ajustarse a las condiciones que nos impuso Bruselas para concedernos la ayuda que precisábamos).
El feminismo ya no se conforma con pedir igualdad absoluta entre hombres y mujeres, cobrar lo mismo que los hombres, permisos inacabables para cuando quedan embarazadas ( así y todo es una pena la baja natalidad que tenemos en este país); relegar a los hombres pretendiendo leyes que las favorezcan, con algo tan absurdo y anticonstitucional, como es la “discriminación positiva” y la pretensión de que en todas partes, en organismo públicos y privados, haya el mismo número de hombres que de mujeres, sin tener en cuanta si tienen los mismos méritos, capacidades, inteligencias o formaciones unos que los otros; tanto si estas cualidades benefician a las mujeres como a los hombres. Las mujeres han conseguido, ante la pasividad de muchos hombres que son incapaces de reaccionar ante semejante atropello, crear un ambiente tal que, cualquier palabra que les resulte molesta que les dirija algún representante del sexo contrario, la convierten directamente en un menosprecio hacia ellas, aunque se reservan una colección de insultos y palabras mal sonantes que se sienten con libertad de decirles a los hombres cuando se sienten sin argumentos para contrarrestar los que se les oponen a sus ataques, algo que ellas han logrado convertir en el lema y santo y seña de su campaña: “ el machismo”, una palabra que usan en todas las ocasiones en las que se inicie una discusión con el sexo contrario o se les recrimine algún comportamiento o actitud incorrectos.
Y aquí estamos, señores, en una situación creada por las feministas con la que intentan modificar nuestras leyes, satanizar al sexo contrario, imponer nuevas conductas, restar derechos al sexo masculino e incrementar los suyos, de forma que se elimina la presunción de , establecida en nuestra Constitución, para concederles a las mujeres el derecho omnímodo de denunciar cualquier postura supuestamente “machista” o de supuestos abusos sexuales, que bastará con la denuncia o acusación de la mujer para que la autoridad ya pueda intervenir y detener al varón que haya sido ( vayan ustedes a saber lo que puede suceder si se les otorga esta facultad a las mujeres) acusado sin que él pueda evitarlo y que se verá desposeído de la presunción de inocencia que le corresponde a cada ciudadano mientras en un procedimiento judicial no se demuestre lo contrario. Pero ¡Cuidado, aquí nos hemos topado, no con la Iglesia, sino con el feminismo radical, con representantes en todas las instituciones y con varias de sus más representativas figuras encarnadas en el elenco de ministras, eso sí paritarias, que nos vienen dando muestras de su falta de parcialidad, su cerrazón mental en la forma de calificar a unas y otros, en su sectarismo totalitario y en su incapacidad para ver más lejos que sus narices, en cuanto se trata de aplicar la justicia como les correspondería hacer!
Pero, lo verdaderamente lamentable es que, partidos políticos como Ciudadanos o el PP, se hayan dejado atrapar en esta tela de araña tejida por una serie de mujeres despechadas, amorales, desconocedoras de los principios éticos y morales y en manos de unas cuantas activistas del feminismo que, sin que muchas se den cuenta de ello, las arrastran hasta extremismo que las llevan a juzgar a la mayoría de hombres que no cometen ningún delito, más que soportar con valor las imposiciones y rarezas de sus compañeras, a los que se los juzga, no por lo que hubieran hecho sino algo mucho peor: “ por lo que ellas piensan que podrían hacer en su contra”
Los que algún día estudiamos derecho estamos confundidos, asombrados y escandalizados: ¡la carga de la prueba, en los juicios penales, correrá cargo de los imputados o investigados, como se quiera, y no de la acusación! Pero da lo mismo porque nadie, ni las propias mujeres, se atreve a decir que los cambios radicales del comportamiento de una parte muy importante de nuestra juventud y de las generaciones de sus padres, se debe a la educación que se les ha dado, empezando por la falta de autoridad de los padres a la hora de corregir a sus hijos, a la protección absurda que se les da a los hijos para poder denunciar a sus padres, a la obligación de los padres a tener que soportar a hijos que ya peinan canas o la permisividad y falta de autoridad de quienes deben velar por el orden en las calles, que dejan que jóvenes se emborrachen en lugares públicos, se droguen y cometan verdaderos atentados de orden público y destrozos de mobiliario urbano porque, señores, esto forma parte de las libertades que defiendan estas izquierdas que se han apoderado del gobierno del Estado español.
La filosofía relativista, el ande yo caliente y ríase la gente, el yo hago lo que me parece y si a alguien molesto, con mi actitud insolidaria, que se aguante. En el Congreso de Diputados se comportan como verdaderos gamberros, sin cuidar el lenguaje ni las formas, vestidos impropiamente para asistir unas reuniones en las que, la soberanía popular, debería estar representada dignamente; con algunas actuaciones más propias de un ignorante maleducado o un libertino descarado que de una persona que asume la representación de una ciudadanía, que lo ha votado no para que se luzca insultando o vejando a los demás compañeros sino para que exponga, argumente y consiga convencer al resto de parlamentarios sobre cuestiones básicas, para el beneficio de los ciudadanos y el progreso del país.
Suena a rancio, a viejas consignas del comunismo más arcaico de la Unión Soviética, a revanchismo contra grupos de personas que, precisamente, fueron las que peor salieron pardas por la implantación de la II República y que, desgraciadamente, pagaron con su vida su religiosidad, su posición social, sus ideas conservadoras y sus posiciones políticas; en muchas ocasiones no solamente por ser asesinadas sin juicio, ignominiosamente, sino que, en muchas oportunidades, las llevaron a la checas para que una serie de matarifes ejercieran, sádicamente, el oficio de torturadores antes de dejarlos morir o asesinándolos. ¡A estos tipos son los que los actuales separatistas de Cataluña han sido capaces de anular las sentencias que los jurados militares emitieron, en su día, para castigar sus fechorías! Hablan de los crímenes que se atribuyen al general Franco al concluir la Guerra Civil española, pero se callan los que los de la FAI, la CNT, el POUM, Comunistas y ERC cometieron libremente, sin que nadie se lo impidiese, en Barcelona mientras el “venerado” señor Lluis Companys, ex-convicto de la rebelión catalana de 1934, que estaba en prisión desde el fracaso de la proclamación de la llamada República Independiente Catalana, hasta que fue liberado por sus correligionarios, miraba, desde su puesto de presidente la Generalitat Catalana, hacia otro lado sin querer enterarse de lo que estaba ocurriendo ante sus ojos. Sí, parece que se ocupó de que, al monasterio de Nuestra Señora de Montserrat no llegaran los terroristas que quemaron el resto de Iglesias de Barcelona, seguramente porque este monasterio y sus clérigos siempre fueron los verdaderos defensores del extremismo catalán.
Resulta poco menos que absurdo, el hecho de que, en este país, no se pueda estar en contra de posturas extremistas provocadas por quienes defienden un enfrentamiento entre sexos por el hecho de que sigan existiendo casos de abusos contra la mujeres, como siguen matándose hombres entre sí y que, en la apropia Barcelona, cada día se produzcan tiroteos entre bandas sin que nadie parezca acordarse de ello para salir a la calle a protestar. Ni los aplausos, ni la reuniones ante los ayuntamientos o las flores colocadas en el lugar del crimen, han servido absolutamente de nada, tampoco el dinero que se les ha dado a la asociaciones feministas ha conseguido que aquellos que están afectados por problemas conyugales o que se sienten traicionados por sus parejas, continúen matando cuando se producen las circunstancias que les impulsan a ello. Educación en las escuelas, formación moral y ética, menos adoctrinamiento político y más enseñanza de civismo y corrección de aquellos que siguen sin aceptar que sociedad es lo mismo que convivencia.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos que se siguen cometiendo equivocaciones garrafales por parte de estas izquierdas y separatistas, que obcecados en busca de sus objetivos, no se dan cuenta de que nos están convirtiendo en un país tercermundista. Luego lo vamos a pagar, pero ya será tarde.