Manuel María Bru. 11 de enero.
¿Se imaginan ustedes quienes han enviado al Cardenal Cañizares, con ocasión de su marcha a Roma como Prefecto para la Congregación del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, la “felicitación” más larga? Pues no se lo van a creer, pero ha sido una asociación de ateos. Claro que dicha misiva esta llena de ofensas e improperios, pero demuestra un interés inusitado por cuestiones tan internas de la Vida de la Iglesia como el nombramiento de un Cardenal español a una de las más importantes responsabilidades de la Santa Sede, sobre todo cuando se divierten novelando una especie de triller policiaco sobre las causas y consecuencias de dicho nombramiento. Pero, ya lo sabemos, el clericalismo y el anticlericalismo se unen, como todos los extremos, y nadie habla más de chismorreos clericales que los ateos. Por otro lado, siempre me ha intrigado, además del interés obsesivo de no pocos ateos por las cosas de la Iglesia, el motivo por el cual algunos se asocian como tales. Asociarse contra una actividad humana que se considere socialmente reprobable puede entenderse, pero contra Dios no creyendo que exista, es algo que no alcanzo a entender.
También –como todos ustedes bien saben- es una asociación de ateos la que ha pagado la campaña publicitaria de los autobuses de Barcelona, con la anuencia del Ayuntamiento de la Ciudad Condal, que tiene la obligación de cribar lo que puede ofender la sensibilidad de un parte de los ciudadanos antes de exhibirlo en un trasporte público. No deberíamos perder ni minuto en contar esta mamarrachada sino fuera porque lo que dice esta campaña es muy sugerente para adentrarnos en ese gran misterio que es la mente enfermiza de los ateos militantes y xenófobos. En la campaña acusan a quienes creemos en Dios de dos cosas: de vivir infelizmente preocupados, y de vivir infelizmente apesadumbrados. De dos patologías ideológicas se confiesan estos ateos: entender la fe en Dios como una incómoda fuente de conciencia moral, y entender que dicha conciencia es contraria a felicidad humana. A la primer ha contestado con gran lucidez mi buen amigo Santiago Martín, que agradece a estos ateos el que alardeen de su insolidario egoísmo, al querernos decir: liberado de Dios, “no te preocupes de lo que pasa a tu alrededor, tu disfruta de la vida mientras puedas”. A la segunda ha contestado con rotunda sensatez el mismo Arzobispado de Barcelona, que en una nota ha defendido que “para los creyentes la fe no es motivo de preocupación, ni es tampoco un obstáculo para gozar honestamente de la vida, sino que es un sólido fundamento para vivir con una actitud de solidaridad, de paz y un sentido de trascendencia”.