Los cachorros de Lenín salen del letargo
Miguel Massanet Bosch
“Los malos parecen siempre muchos por el ruido que hacen”. Este proverbio pertenece al conocido taumaturgo del siglo XIX, M. Tamayo y Baus, –autor, entre otras, de la conocida obras “Locura de Amor” –. Y creo que viene a cuento hacer mención de él, cuando parece que estamos entrando en un momento especialmente delicado para nuestro país, cuando tenemos unas elecciones legislativas en puertas, para el 20 del mes de noviembre, y aquellos partidos de izquierdas que, en coalición, han presentado un frente común en contra del principal partido de la oposición, el PP del señor Mariano Rajoy, con la inestimable ayuda de CIU –un partido catalán de derechas al que, su nacionalismo radical, le ha hecho colaborar con las izquierdas para conseguir sacar tajada de la debilidad de un gobierno socialista, que siempre se ha visto obligado a pactar con los nacionalistas, aunque ello perjudicara a España, para poder seguir manteniéndose en el candelero – se han percatado de que, en esta ocasión, sus excesos, sus engaños y sus mentiras, han acabado por irritar, no sólo a aquellos que nunca les han votado, sino también a un gran número de votantes de su propia parroquia, que han decidido no votarles esta vez vistos sus fracasos.
Si el candidato socialista a la presidencia del gobierno, señor Pérez Rubalcaba, olvidándose de que, durante las dos legislaturas, ha sido una pieza fundamental del Ejecutivo del señor Rodríguez Zapatero; se ha lanzado a la piscina de las aguas turbias de la extrema izquierda y no ha dudado en buscarse compañeros de viaje en colectivos como los del 15M o los nacionalistas catalanes, a los que les ha prometido (ahora el prometer es moneda barata, luego vendrá el momento de cumplir, lo que ya resulta ser harina de otro costal) promocionar la inmersión del catalán como lengua única en Catalunya; para lo cual, no ha tenido reparo alguno en ofrecerse a cambiar la legislación española para que la Constitución, por la que nos regimos desde 1978, quede convertida en papel mojado; como si, tal proeza, estuviera en sus manos y, mucho menos, teniendo en cuenta las posibilidades que le conceden las encuestas para conseguir su objetivo electoral. Sin contar con que nuestro candidato socialista se ha olvidado de que, para modificar la Constitución, es preciso que 3/5 de las cámaras lo aprueben algo que no parece entrar dentro de las posibilidades de ninguno de los dos partidos mayoritarios.
Pero no debemos pensar que, al señor Rubalcaba, le faltan recursos; lo ha venido demostrando durante todo su periplo político, donde siempre ha sabido nadar y guardar la ropa, a pesar de estar involucrado en todas las intrigas, maquinaciones y conspiraciones que han tenido lugar en las alcantarillas gubernamentales que, si queremos ser realistas, han sido más de las que un Estado de Derecho, que se precie, pudiera aceptar, incluso con un criterio muy amplio. Ya sabemos que muchos miembros de su partido han abandonado la nave ante las posibilidades de un gran naufragio; otros se han procurado retiros dorados y algunos están en esta tarea; sin embargo, precisamente los menos válidos, los que van a tener dificultad en conseguir retribuciones semejantes a las que perciben en la actualidad y que saben, con certeza, que si retornan a la vida civil, sólo les quedará lo que hayan conseguido acumular durante su etapa de beneficiarios de las prebendas que les ha facilitado el PSOE, sean en puestos públicos o en los que el clientelismo habitual de los partidos, proporciona a todos que los han servido fielmente.
Y, ¿quiénes son los que más se han beneficiado de sus relaciones con el gobierno de ZP?, ¿quiénes los que más en contacto han estado con el Ejecutivo y que han puesto más palos en las ruedas de la gobernabilidad?, ¿quiénes, aparte del PSOE, tienen más responsabilidad en que en España no se haya podido hacer una reforma laboral como se necesitaba y se nos pedía desde Bruselas, el FMI y todas las instituciones económicas, que barruntaban los efectos de la crisis en España? Todos ustedes han acertado: los sindicatos mayoritarios CC.OO y UGT. Los más obsoletos representantes de los cavernícolas sindicalistas, anclados en el siglo XIX, los tiempos de la explotación de la mano de obra, los protagonistas de aquellos filmes de mineros intoxicados por el grisú que se rebelaban contra patronos crueles e inmisericordes. Esto, señores, ya es historia y el pretender seguir manteniendo aquellas viejas reivindicaciones en un tiempo en que ya se habla de electrónica, móviles, robots y globalización, es tan absurdo como si nos quisieran colar el cuento de que los niños vienen de París transportados por una cigüeña.
Estos sindicatos, a los que se los han tenido amordazados mediante suculentas subvenciones a cargo del Erario público; a los que el Gobierno socialista no ha dudado en proporcionarles un chorro de millones de euros, que se han intentado justificar con pretendidos cursillos de reciclaje (sin alumnos) y ayudas que, al parecer, nunca han llegado a su verdadero destino, perdidas, vayan ustedes a saber, por qué extrañas catacumbas burocráticas; estos mismos sindicatos cuyos dirigentes, Méndez y Fernández Toxo, quieren aparecer ahora como verdaderos sindicalistas, preocupados por el porvenir de las masas obreras y que, extrañamente, han permanecido callados durante los 8 años de gobierno socialistas, permitiendo que, el Ejecutivo, engañara al pueblo y, mirando hacia el otro lado cuando, en parte debido a sus exigencias y a su cerrazón, en España ha ido creciendo, exponencialmente, el paro y cientos de miles de empresas y autónomos se han quedado por el camino, a causa de la incapacidad para tomar las medidas adecuadas para enfrentarse a la recesión. En gran medida, por las doctrinas arcaicas y la concepción errónea de lo que es, hoy en día, el verdadero sindicalismo, como el alemán, por ejemplo; que sabe cuando hay que tirar de la cuerda y cuando, por el contrario, ha de apoyar al empresario y luchar, hombro con hombro, para ayudar a su país a salir de una circunstancia catastrófica, como es la actual.
Y ahora, señores, como si nunca hubieran fallado a los trabajadores; renacidos como ave Fénix y pretendiendo hacer olvidar su inopia y su estulticia de siete años de permanecer callados ante los desastres perpetrados por el equipo de ZP y Rubalcaba; se presentan como los salvadores de la patria, criticando los recortes imprescindibles realizados en los gastos autonómicos, cuando los nuevos gestores del PP, nacidos de las urnas del 22 M, pretenden disminuir gastos, asumir los ingentes despropósitos económicos y los despilfarros de los anteriores gestores socialistas, al tiempo que se las ven y se las desean para afrontar los impagados que, la mala gestión de los cesantes, les han dejado en herencia. Cualquiera que siga la política sabe cuál es la situación actual del país, en la antesala de una posible quiebra soberana si Grecia acaba cayendo y si Portugal, como viene anunciando, va a necesitar un nuevo rescate. A pesar de ello, como está ocurriendo en Grecia, parece que los agitadores sociales no cejan y que de lo que se trata es de deshacer lo que las urnas han construido; luchando por provocar el malestar en la población, desobedeciendo las sentencias judiciales y presionando a los jueces para que prevariquen, aunque ello suponga una traición para España y los españoles. La huelga de maestros (funcionarios con puestos garantizados y sueldos seguros) es la expresión más evidente de lo que es un ataque a la democracia y un atentado a las instituciones, especialmente si son del PP. O así es como, señores, lo veo yo.