Los caminos de la paz: erradicación de la pobreza y justicia
Rafael González. 28 de diciembre.
Vamos a terminar un año cuyo balance, por muy somero que sea, nos recuerda que durante 2008 han ocurrido cosas tremendas. ¿Para qué insistir en ellas? Todos los periódicos ofrecen en estos días resúmenes de lo acaecido durante el año. Las recordamos y bien está no olvidarlas. Pero hay que disponerse a cruzar el umbral del nuevo año con la confianza de que podemos y debemos mejorar ese balance en el próximo ejercicio. Es lo que espera el Rey cuando en su mensaje de Navidad decía: "Juntos podremos vencer problemas y dificultades, si actuamos con realismo, rigor, ética y mucho esfuerzo, anteponiendo siempre el interés general sobre el particular, buscando acuerdos y soluciones con generosidad, responsabilidad y amplitud de miras.” Y añadía: “Despleguemos con inteligencia y tesón nuestra bien probada capacidad de superación, tirando del carro en la misma dirección, aportando cada uno su grano de arena”.
Ahí es nada. Hay que actuar con rigor, ética, mucho esfuerzo y con inteligencia. ¿Percibe el ciudadano que se actúa de esa manera? Más bien percibe todo lo contrario; y ésa quizá sea la principal dificultad que vamos a encontrarnos durante 2009 para superar los graves problemas que, casi de repente, se nos han echado encima. Porque a las habituales calamidades que ensombrecen los balances de cada año, en éste en el que vamos a entrar hay que lidiar una gravísima crisis económica que está provocando una tasa de paro alarmante y, con ello, el empobrecimiento de muchas familias.
Sin duda porque el problema no es sólo español, sino que afecta a otros muchos países, el Papa Benedicto XVI ha elegido para
Combatir la pobreza para construir la paz, y la paz y la justicia como aspiraciones sublimes están siempre presentes en los más meritorios gestos humanos, porque “De la justicia de cada uno nace la paz de todos”.
Este es precisamente el lema que Juan Pablo II eligió para