Redacción. Como resultado de la situación actual de la economía española, muchas personas que antes tenían un nivel de vida desahogado, tienen sin embargo que acudir ahora a los servicios sociales para pedir ayuda. Consecuencias de la crisis, la recesión y el desempleo. Nuestros comedores sociales están colapsados.
El problema surge cuando cada vez son más las personas que no pueden mantenerse por sus propios medios. La demanda de ayuda social aumenta a un ritmo frenético que no va aparejado con el apoyo económico que aporta el Gobierno a estos centros. Se abren más comedores sociales, pero no los suficientes para poder llegar a todos.
Incluso hay casos como el de la Junta de Andalucía, que está reteniendo las aportaciones económicas habituales a Cáritas.
En el día a día, lo normal es encontrarse con listas de espera y con la necesidad de tener que llegar a los comedores sociales con mucho tiempo de antelación, para poder encontrar una comida que se acaba pronto, ya que en ocasiones no hay suficiente para todos.
En Barcelona es necesario esperar 23 días para el turno de comida. La situación de los comedores en la ciudad condal se perfila como de las más graves de España, pero no la única. En Sevilla, a finales de 2011 eran cerca de 40 personas las que acudían a comer a diario. Ahora ya son 150 personas y no pueden dar comida a todas las que la solicitan.
En Madrid la situación no es mejor. En el comedor de la Cruz de Malta, en 3 años se ha pasado de atender a 100 personas a las 400 de ahora. Este comedor funciona gracias a la labor de voluntarios, ya que si no fuera así no podría mantenerse. Lo mismo sucede en el comedor de Santa Catalina Laboure en el que reciben más gente de la que pueden atender y tienen que derivar a otros comedores en los que se encuentran en idéntica situación.
La situación es de alarma social, cuando estamos ya hablando de algo tan necesario para la persona como de la alimentación básica para poder subsistir.