Los Coptos y su situación en Egipto
José Luis Orella. Los coptos pudieron sobrevivir hasta finales del siglo XIX, que con la llegada de los misioneros católicos, pudieron levantar escuelas y seminarios con los que recomponer su identidad cultural. En la actualidad los coptos monofisitas del Patriarcado de Alejandría son unos 8,5 millones, a los que hay que sumar la pequeña colectividad copta-católica, de 200.000 personas, surgida a finales del siglo XVIII. Ambas se rigen por un patriarca elegido entre los obispos de su comunidad litúrgica. Los coptos forman el puente religioso con los cristianos sudaneses, eritreos y etíopes.
La Iglesia copta-monofisita cuenta con 27 diócesis en Egipto, dos en Sudán y una en Jerusalén, a las cuales hay que añadir algunas eparquías en países de emigración: 47 parroquias en los EE.UU., 12 en Australia, 9 en Canadá, y 6 en Inglaterra. A los 8,5 millones de coptos egipcios, hay que sumarles los subordinados al patriarcado de Etiopía con 51 millones y el de Eritrea con otros dos millones de fieles. La expansión realizada fuera de Egipto y el reconocimiento del patriarcado eritreo en 1992, después de su independencia de Etiopía han sido una labor personal de Shenouda III, Papa de la iglesia Copta Monofisista.
Con respecto al mundo islámico, el Estado egipcio es laico, aunque favorece el Islam mayoritario, y aunque no prohíbe la construcción de una iglesia, si que los trámites son muy costosos de tramitar. Sin embargo, el peligro para los cristianos no proviene de las instituciones oficiales, sino de la expansión del fundamentalismo islámico en la sociedad egipcia. Desde los años setenta los ataques contra los coptos se fueron generalizando y Assiut, la capital del Alto Egipto donde residen centenares de miles de cristianos se ha transformado en el punto neurálgico de los enfrentamientos. Es en aquella región donde los fundamentalistas han crecido, incluso con apoyo oficial en la época de Anuar el Sadat, y han multiplicado sus ataques para obligarles a convertirse al Islam. La Navidad de hace un año, el 6 de enero, (los coptos celebran la Navidad según el calendario litúrgico juliano), fueron acribillados seis cristianos coptos cuando oían Misa en sus templos en la ciudad de Nagaa Hamady en el sur de Egipto. En la más reciente han sido 21 muertos, por un ataque suicida en Alejandría. El presidente Sadat desterró al Papa copto Shenouda III en 1981 a un monasterio en el desierto, aunque tras su asesinato fue liberado por el nuevo presidente Mubarak, siendo aclamado como un héroe. Desde entonces el gobierno egipcio y la iglesia copta han mantenido una buena conexión, y el Papa Shenouda III ha hablado en sentido positivo sobre el hijo de Mubarak como sucesor a su padre en la máxima magistratura del Estado.
Pero para los islamistas, el apoyo copto, recordemos que son un 10% de la población, al gobierno nacionalista, son una muestra de la falta de fidelidad al Islam de los actuales gobernantes. Los islamistas acusan a los coptos de importar armas de Israel para hacer una cruzada contra el Islam, incluso de dividir el país en dos estados, uno islámico y otro laico, para obtener la excusa de sus progromos contra los cristianos. En el ataque de la última Navidad, el más sangriento contra la comunidad copta, la razón fue la acusación de secuestro de dos mujeres cristianas convertidas a l Islam para poder divorciarse de sus maridos, lo que ya había motivado ataques contra comerciantes coptos en su momento. La policía, cuando se producen los disturbios, suele proceder deteniendo a cristianos y musulmanes por igual, para evitar las críticas musulmanas. Los comerciantes coptos, que por su visibilidad son los más afectados por los ataques, suelen comprar su protección pagando una contribución a las asociaciones “caritativas” islamistas locales. En su intento de paralizar el país, los islamistas atacaron a los coptos, pero pronto variaron su objetivo hacia los turistas extranjeros, que conllevó la desarticulación de gran parte de su red violenta por la policía. El turismo es la principal fuente de ingresos de Egipto.
Otro motivo de choque social interreligiosos suele ser la inexistencia de libertad religiosa, un cristiano recibe todos los apoyos posibles para su conversión al Islam, se producen por motivos laborales y sociales, como obtener el divorcio. Por el contrario, los musulmanes que se convierten al cristianismo deben vivir en clandestinidad para evitar el rechazo social de sus familias, incluso la posibilidad de morir asesinados. El número de criptocristianos es abundante y de difícil cuantificación, pudiendo expresar su Fe exclusivamente cuando consiguen salir al extranjero. Para un converso al cristianismo es imposible conseguir la renovación de su documentación pública, variando su nombre y adscripción religiosa.
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