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Diario YA


 

José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

Los desahogos políticos del juez Pedraz

Miguel Massanet Bosch. El que la Audiencia Nacional se ha convertido en el objeto de deseo de aquellos jueces progresistas que aspiran a alcanzar el estrellato y la fama por encima de sus deberes como jueces, es algo que viene saltando a la vista desde el mismo momento en que el juez estrella por excelencia, don Baltasar Garzón, decidió que quien tenía que determinar qué leyes eran justas e injustas era él y no el Parlamento de la nación. Desde el momento de la defenestración del juez Garzón, dedicado actualmente a aconsejar a la señora Kirchner de Argentina sobre la forma de enfrentarse a España, en la Audiencia Nacional quedo vacante la plaza de un juez que además de juez, ostentara dignamente la sucesión del señor Garzón, cargo al que, con todos los merecimientos, ha decidido optar el  intimo amigo, discípulo y fiel seguidor,  el juez Santiago Pedraz. 

 
En su reciente auto exonerando a los detenidos por participar y enfrentarse a la policía en la manifestación de los 25S, el señor juez hace un verdadero acto de fe en la bondad de la naturaleza humana porque para él todos aquellos energúmenos que se enfrentaron a las fuerzas del orden, enviaron a 27 efectivos al hospital y causaron la pérdida de un ojo a uno de ellos, no eran más que monjitas Ursulinas que se reunieron en las inmediaciones del Congreso para pasar el Santo Rosario. Por lo visto no le pareció determinante al juez Pedraz el que el lema de la manifestación fuera apoderarse del Congreso, algo que para tan inminente jurista no fue nada más que una metáfora. ¿Y si alguien hubiera dicho que se iban a tirar piedras a la policía, se les iba a insultar y a orinar en sus botas y a lanzar objetos contundentes y utilizar palos para “acariciar” a la policía; lo hubiera considerado el juez Pedraz como una metáfora? Y si, en lugar de rodear al Congreso de Diputados hubieran rodeado la Audiencia Nacional, sin permitir que nadie saliera de ella sin peligro de ser abucheado, empujado o agredido ¿cómo se lo hubiera tomado este adalid del progresismo?, ¿otra metáfora?
 
Y es que para que el juez Pedraz hubiera estimado delito seguramente lo que debiera de haber sucedido es que se les permitiera a los energúmenos invadir el Congreso, sacudir a sus señorías y usurpar el lugar del Presidente de la cámara al estilo de lo que hicieron los franceses con la toma de la Bastilla, el 14 de julio de 1.789. Sólo faltarían las guillotinas para las posteriores ejecuciones. Y es que, en todo este asunto chirrían los goznes y saltan a la vista los hilos conductores que se esconden detrás de una manifestación que nunca debió de haber sido autorizada por la Delegación del Gobierno de Madrid, ya que su eslogan encarna, ya de por sí, el anuncio de un delito penado por el CP español. Es relevante la información que hoy aparece en los medios de comunicación respecto a un abogado, un tal José Cosín que, por lo visto, ejerce en Valencia y estaba participando en la manifestación frente al Congreso. Fue detenido y llevado a la comisaría desde donde, por medio de su móvil, envió tres mensajes a uno de los organizadores de Orange.org. con el siguiente texto: “Detenido”, “Brutalidad policial”, “Montadla”. ¿Dónde se halla aquí la “inocencia” de estos manifestantes? Estaba claro que, lo que estaban buscando, era poder acusar a la policía de actuar brutalmente, algo que queda resumido con la última palabra: “Montadla”,  indicando a sus compinches el camino a seguir:” ¡armad el gran follón, ya tenéis el motivo para hacerlo! Algo que seguramente ya tenían convenido ocurriera lo que ocurriera.
 
Es obvio que, los chamanes de la prensa, estos “entendidos”, que tanto saben de leyes como de economía o de política, se revisten de la solemnidad propia de su autocomplacencia como buenos ególatras, y dan sus opinión defendiendo el auto del juez Pedraz, acusando a la policía de haber hinchado la magnitud de los acontecimientos de modo que, los “pobres sujetos” a los que se les detuvo intentando quitar las barreras (porque, no hubo ninguna intención de entrar en el Congreso) fueran retenidos. ¿A sí? Miren por donde, se tuvieron que retirar de la zona hasta 27 efectivos de la policía heridos y, al menos, uno de ellos, ha perdido un ojo, seguramente por alguna “caricia” de los gamberros que, y esto lo pudimos ver directamente por las imágenes de la tele, no ahorraron fuerza al arrojar objetos, piedras y hasta patadas como verdaderos profesionales del kárate, cuando los policías se vieron obligadas a cargar para evitar ser arrolladas por los manifestantes.
 
Lo que ocurre, señores míos es que, cuando se pretende abarcar demasiado, es posible que todo se reduzca a una carcasa superficial que oculta mucha pedantería y escasa o ninguna capacidad de análisis. Sin entrar en el aspecto técnico del auto del juez de la Audiencia, es innegable por evidente que, al incluir apreciaciones personales y opiniones políticas que para nada tenían que ver con el objeto del auto, que se debía reducir a hacer constar los elementos jurídicos que, a su leal saber y entender, justificaban su decisión de dejarlos en libertad sin cargos. El hecho de que hablara, en el mismo documento, de “decadencia de la clase política” o acusara a las fuerzas del orden de “excederse en sus funciones”, como afirma el Sindicato Manos Limpias, que ha denunciado al juez Pedraz ante el CGPJ por “extralimitarse en sus funciones” y “ denigrar a los políticos y a la policía nacional”, es algo insólito y, por supuesto, completamente reprobable en un juez obligado a guardar para sí sus opiniones políticas o sus tendencias idealistas, para limitarse a aplicar las leyes tal y como están escritas.
 
Llama la atención que el señor juez, puestos a analizar la actual situación de España, se olvidara de algo que aparece habitualmente en todas las encuestas que se llevan a cabo en nuestra nación, incluida la del CIS. En efecto, el juez Pedraz se ha dejado en el tintero que, aparte del disgusto que los españoles podamos tener con los políticos, más con los de la oposición que fueron los que nos dejaron en la grave situación en la que nos hallamos, con quienes verdaderamente están disgustados, a quienes se les piden cuentas del desconcierto que están causando muchas de sus decisiones y contra quienes se han vuelto las críticas más sangrantes del pueblo español , son precisamente a los colectivos de jueces y fiscales a los que, aparte de negligencias, retrasos y prevaricaciones, se les viene achacando que están demasiado politizados y que, en sus actuaciones, se les ve el plumero, como viene sucediendo en casos tan sangrantes como el famoso del “Chivatazo” o el  extraño caso de los millones del señor Bono, que nadie sabe de donde le vinieron pero los jueces decidieron darle carpetazo.
 
Los españoles no podemos depender del albur de los encargados de impartir Justicia. Sin duda, es causa de una gran inseguridad jurídica; algo que no está permitido que exista en un Estado de Derecho, el que las leyes puedan ser objeto de diferentes interpretaciones, de modo que, como decía el inefable Fernández Bermejo, ministro de Justicia del anterior gobierno de Zapatero, “las leyes deben aplicarse según convenga al momento” un criterio que, evidentemente, pone la Justicia al arbitrio de los jueces al darles, prácticamente, unas facultades ilimitadas en cuanto a la forma de aplicar la legislación del país. Así pues, el señor Pedraz, debió citar “la decadencia y policitación de los tribunales de Justicia” para equilibrar sus argumentaciones políticas. En fin, señores, uno más de los sucesos que vienen perturbando el clima de inquietud y falta de confianza en recobrar, algún día, aquella España que la izquierda se ha cargado. O así es, señores, como lo veo yo