Josefina Galán. La secta islámica Boko Haram mata otro domingo más, con tres atentados suicidas contra iglesias cristianas, que han provocando alrededor de 34 muertos y más de 150 heridos.
Todos los lunes nos quedamos sin respiración al leer en muy “pocos medios” los asesinatos que se producen en la lejana nación africana, llamada Nigeria. Y todo, ante el silencio, tanto de Amnistía Internacional como de Naciones Unidas. Son más de un millar los que han muerto en los últimos tres años, víctimas del odio de los islamistas que quieren separarse del sur y fundar su propio país, basado en la aplicación estricta de la ley islámica o “charía”. Los islamistas radicales nigerianos se multiplican y cuentan con el apoyo logístico y económico de otros movimientos similares que pululan por esa extensa zona del continente africano, en especial los que se reclaman seguidores de la organización terrorista “Al Qaida del Magreb Arabe”.
Mientras no se produzca una alianza estratégica entre estos países contra los movimientos que propugnan el odio a los cristianos, proseguirán las matanzas todos los domingos en las iglesias nigerianas.
El Padre. Federico Lombardi en sus declaraciones a varios medios de comunicación italianos afirmó que “el carácter sistemático de los atentados contra los lugares de culto cristianos” del último domingo “es señal de un designio absurdo de odio”. En ese sentido, ha pedido urgentes “acciones eficaces contra el terrorismo” al considerar que “se agrava el riesgo de que la violencia continúe y se amplíe, causando represalias y alimentando tensiones en perjuicio no sólo de los cristianos, sino de una numerosa población deseosa de una convivencia pacífica”.
¿Dónde están los que se proclaman defensores de los Derechos Humanos?