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Diario YA


 

José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

Los engaños del señor Mas hundirán a Catalunya

La falsedad tiene alas y vuela, y la verdad la sigue arrastrándose, de modo que cuando las gentes se dan cuenta del engaño ya es demasiado tarde. Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616).

El semanario francés Le point,  en su número del viernes, habla de la “plaga regionalista” que recorre Europa, cargando contra “la fiebre regionalista de varios regiones del  Viejo Continente” mostrándose especialmente crítico con Catalunya y su movimiento soberanista: “He aquí una provincia rica española –dice –  que carga con una deuda de 42.000 millones de euros… que ya dispone de autonomía considerable pero pide limosna al Estado  central español para salir de este berenjenal y, al mismo tiempo, reclama una independencia que sería incapaz de asumir financieramente. Ya que la deuda de Catalunya representa el 30% del total de los territorios autónomos de España, pero sólo el 18 del PIB”. Quizá sea posible decirlo con más estilo y floritura, pero es imposible expresar con más claridad  lo que se está convirtiendo en el verdadero problema para el Gobern catalán, si sigue empeñado en convencerse a sí mismo de que, en las actuales circunstancias, es posible constituirse en un estado independiente.
 
El daño que la postura levantisca del señor Mas y sus seguidores, entre los que, como no, están los mismos de siempre, como ERC y los comunistas de ICV, siempre dispuestos a apuntarse a una insensatez, aunque ello los pueda conducir directamente a perjudicar a siete millones de ciudadanos catalanes. Centrémonos en el Cuento de la Lechera de presentarnos a una Catalunya directamente integrada en la UE. El señor Mas sabe perfectamente que ello es imposible y, no obstante, no deja de apelar en sus declaraciones y discursos al argumento de que, si se salen de España, se acogerán a formar parte, como una nación más, de la CE como si ello fuera tan fácil; empezando con que, para que esto pudiera suceder, sería necesario que Bruselas cambiara la legislación comunitaria, con el apoyo de todas las naciones que la integran. ¡Una utopía inalcanzable! Y ¿mientras se intentara conseguir este imposible, qué sería de Catalunya y de los catalanes, aislados y sin posibilidades de comerciar con Europa debiendo someterse a pagando aranceles para poder hacerlo? ¡Qué lo explique Mas!
 
Si, en estos momentos, los parados que hay en Catalunya alcanza la cifra de los 800.000, una cantidad que representa la mayor después de la de Andalucía, en todo el territorio nacional, ¿en qué se basa el señor Mas para hablar una tasa de ocupación del 75% para personas de entre 20 y 64 años? Ha tenido ocasión de poner en práctica sus “planes secretos” durante el tiempo que se ha dedicado a exigir el famoso Pacto Fiscal para conseguir una subvención mayor del Estado. Habla de la creación de un espacio fiscal catalán, para desarrollar un sistema tributario propio ¿significará esto que los que residimos en Catalunya vamos a tener que soportar una carga fiscal superior a la que ahora debemos asumir? Evidentemente que si, en la actualidad, no son capaces de pagar a los proveedores de la Sanidad pública; y deben recurrir a la ayuda del Estado central, 
¿quién nos garantiza que, con la independencia, no va a ir mejor?
 
El señor Mas y su gobierno deberían acudir al notario, como hicieron cuando se conjuraron contra el PP, para garantizar a los ciudadanos catalanes que no vamos a tener que pagar más por los servicios públicos, por las carreteras, por las infraestructuras, por la enseñanza y por las pensiones, que las cantidades que ahora, ¡y ya nos quejamos!, estamos obligados a pagar por nuestros impuestos. Da pena y, al mismo tiempo, resulta casi un chiste que, en su programa electoral, hable de reducir el fracaso escolar cuando, habiéndose transferido la educación a la Comunidad Catalana; han sido incapaces, los distintos gobiernos locales, de conseguir mejorar el abandono escolar, la disciplina en las aulas, elevar el nivel educativo y, señores, lo que resulta todavía más increíble: ¡habla de mejorar el lugar de las 7 universidades( demasiadas sin duda) catalanas entre las 200 mejores del mundo! Seguramente se referirá al magnífico nivel de castellano que en ellas se consigue. Y es que, a la hora de prometer, no parece que al señor Más le inquiete otra cosa que intentar convencer a sus paisanos para que le voten, porque las demás promesas que se ha atrevido a hacer no son más que un conjunto de intenciones, de deseos y de utopías, que sólo pueden tener cabida en una mente llena de alucinaciones como parece ser la del President de la Generalitat catalana.
 
Lo que sucede es que somos muchos los que no estamos dispuestos a comulgar con ruedas de molino y esto es lo que, al parecer, se proponen todos estos independentistas enchufados en los organismos oficiales, cobrando sustanciosos sueldos y sin otra cosa que hacer que arrimar el ascua a su sardina que, en este caso, es conseguir apoyo para independizarse de España; sin tener en sus manos los medios, la preparación, las estructuras económicas y las posibilidades de poder levantar, sin la ayuda exterior, a una región en plena depauperación económica, comercial (ojo: el paro en el sector comercial catalán, en el tercer trimestre del corriente año, ha crecido un 46%, el peor dato del 2012, según informa el C.O. de Agentes Comerciales de Barcelona) y financiera (las cajas de Catalunya, excepto La Caixa,, han debido de buscar fusiones o ayuda del FROB para evitar la quiebra).
 
Y, entre las múltiples objeciones que se le pueden poner a esta política errática de la Generalitat ( aquí recomendaría la lectura de un interesante artículo del catedrático de economía aplicada de la UA de Madrid, don Donato Fernández) titulado “La crisis económica y la identidad nacionalista hunden las finanzas de Cataluña”), no debiéramos olvidarnos de que, con toda esta campaña de insultos a España, de acusaciones a Madrid, de victimismo y de desprecio por todo lo español; no hay duda que los catalanes han sabido ganarse, a pulso, la antipatía de una gran parte de los españoles del resto de España y sería muy curioso que, por ejemplo, todos los que tienen cuentas, depósitos o plazos fijos en La Caixa de Pensiones, sea a través de Banc Caixa o de las propias siglas de La Caixa, pudieran decidir retirar de dicha entidad sus ahorros y depositarlos en una entidad bancaria española. Tampoco se debe despreciar lo que pudiera significar que, quienes compran cava, productos manufacturados, hortalizas u otros productos procedentes de Catalunya, optaran por no hacerlo. 
 
En Catalunya, señores, se han levantado expectativas, se han forjado ilusiones y se ha mentido a mansalva, para conseguir que, una parte del pueblo catalán, faltaría ver qué porcentaje, esté convencido de que existen posibilidades reales de conseguir la independencia y, además, de que esta tierra, por sí sola, sería capaz de valerse para poder atender sus necesidades y las de los pensionistas, la sanidad, los medicamentos y los servicios públicos. Urge que este espejismo desaparezca, es de perentoria necesidad que el Gobierno central deje claras cuales son, en realidad, las posibilidades de que ello suceda o sea: nulas. Cuanto más se tarde en imponer el sentido común y  se aclaren los posibles resultados de una política catalana de hechos consumados, menos probabilidades de que este preocupante asunto se solucione antes de que sea demasiado tarde para España y para Catalunya. O así es, señores, como veo yo el panorama de esta parte de España en la que vivo.