Los espejismos de la izquierda. Juego sucio por doquier
Miguel Massanet Bosch.
Si alguien tuviera alguna duda sobre lo que se trae entre manos el señor Pedro Sánchez y el ramillete de colaboradores de su gobierno y del resto de instituciones, que son muchas, en las que ejerce su poder absoluto, bastaría con escuchar las declaraciones de la señora Isabel Rodríguez García, ministra de Política Territorial y portavoz del Gobierno, sobre lo que opina del PP. del señor Feijóo y de las responsabilidades que, con toda la cara dura del mundo, le viene atribuyendo en cuanto a lo que califica la obstrucción, el incumplimiento de la normativa constitucional y el supuesto daño a la democracia española, por su negativa a aceptar las condiciones draconianas que le ha puesto el presidente del Gobierno para pactar la renovación del CGPJ. El cúmulo de mentiras, inexactitudes, errores de apreciación, arribismo a su causa política y verborrea insustancial que esta señora, una más de las féminas feministas, valga la redundancia, de la que se ha dotado Sánchez para tenerlas al retortero, como corte de fieles servidoras de su causa, se ha permitido decir en la entrevista que ha tenido con el señor Farreras de la 6ª, que la culpa del fracaso de la negociación para la renovación del CGPJ es sólo responsabilidad de Feijoo y los suyos; solo se puede entender si nos situamos en aquel entorno enrarecido, sectario, de personajes que se vienen caracterizando por ser de lo más rojillo del periodismo español.
Y es que, señores, este empeño pasional de los socialistas de pintar el caso del relevo del CGPJ y magistrados del Supremo y el TC, como responsabilidad absoluta y sin justificación alguna del señor Feijoo y del PP, está constituyendo una de las falacias mayores que se han construido para desacreditar a una formación política a la que quieren eliminar antes de que pueda constituir un peligro para mantenerse en el poder. La señora Rodríguez miente y lo hace no por ignorancia, ni por falta de información, sino que lo hace con toda la intención malévola de crear un estado de opinión desfavorable al PP y sus dirigentes. La cuestión es sencilla y elemental. Cuando se inicia una negociación para llegar a un acuerdo es obvio que ninguna de las partes piensa que va a conseguir el 100% por 100% de sus objetivos. El. “do ut des” del derecho romano sigue vigente en cualquier negociación que se pretenda llevar a cabo con éxito.
Lo que la señora Isabel Rodríguez se deja en el tintero es que, cuando el señor Pedro Sánchez encarga a alguno de sus secuaces la negociación de un tema, si es el caso de que deba tener que realizarse con la oposición del PP, no pone alternativas, ni permite concesiones ni acepta contraofertas: se adoptan sus términos o no hay pacto. Así ha transcurrido toda la negociación en las diversas etapas en las que se ha intentado un acuerdo. Si el PP no admite alguna de las propuestas del PSOE o intenta que se incluyan, entre los magistrados a elegir, alguno de los propios, la negociación queda interrumpida y lo que sale a relucir en la prensa y demás medios, incluida la propaganda del mismo Gobierno, es que todo se debe a la falta de flexibilidad del PP. El gran engaño y el aparato de propaganda de la izquierda se encargan de propalarlo por los cuatro costados, ante la situación inerme de un partido, el PP, que sigue acorralado por su falta de medios para promocionarse.
Y entre tanto los socialistas siguen chantajeados por Podemos y la señora Yolanda García para que cedan en la cuestión de los transgéneros que, tal y como se pretende que se legisle, puede constituir una de las grandes salvajadas de este siglo en el que estamos. Nada han valido los informes de las instituciones médicas, anunciando los peligros de estas automutilaciones irreversibles y que obligan, a los que se les practican, a tener que medicarse y hormonarse toda su vida; no cabe feedback ni arrepentimiento y, esto señores, significa que si se permite que un chico/a en su pubertad recién estrenada pueda tomar, por si mismo, semejante decisión, el número de los que se vienen registrando que, al cabo de un tiempo se arrepienta puede alcanzar la cifra de un 30%.
Ya dijimos que todavía quedaban muchos meses para que acudiéramos a las urnas y que cualquier estadística sobre el voto de los ciudadanos podría experimentar variaciones, en un sentido o en el otro. Sin embargo, hay puntos clave que el PP no puede descuidar. Por ejemplo, el caso de la señora Olona, ex de VOX, no es más que un error de libro. Esta señora se ha dejado llevar por su soberbia y lo único que va a conseguir será un exiguo puñado de votos que seguramente le va a hurtar a VOX o, en su caso, al PP. No está la derecha para esta clase de cambios y es obvio que estando las municipales a tiro de piedra un partido nuevo, sin consolidar, desconocido para la mayoría de los votantes y en periodo de formación, poco va a aportar, si no perjuicios, a los partidos conservadores.
Mientras tanto, cuando se habla en toda Europa de reducir gastos, de evitar el consumo excesivo de energía, de mantenernos vigilantes ante la guerra de Ucrania, los ciudadanos españoles, en un exceso de optimismo, una euforia gastadora que parece absurda en una situación en la que nos amenazan tormentas económicas, han entrado en una dinámica de gasto, de despilfarro, de incoherencia y falta de sentido común, que le ha hecho decir al mismo señor Alfonso Guerra, excompañero de filas de Felipe González: “Estamos en una sociedad decadente cuando se acepta como normal el absurdo de la política actual”
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, estando en una situación que se anuncia como prepandemia, la ministra de Trabajo nos sigue proponiendo aumento del Salario Mínimo que pueden alcanzar hasta los 1.100 euros. ¿Estamos locos o queremos que España acabe siendo el furgón de cola de una Europa que amenaza con caer en el ostracismo económico?