Ignacio Torres-Brizuela. ¿Mostramos los jóvenes interés alguno en todo este asunto de recortes educativos y sanitarios? La respuesta, en su mayoría, seria de un gran y decisivo si. Si bien que muchos de nosotros no participamos de forma muy activa en temas de política y similares, pues muchos nos resignamos a apoyar a las manifestaciones y a las huelgas y a despotricar contra el gobierno (tanto jóvenes como no-jóvenes); pero no por ello somos unos desinteresados.
De hecho, en cuanto a educación se refiere, aunque algunos no les resulte un inconveniente la subida de tasas y el recorte en becas y demás, la gran mayoría, especialmente aquellos que han pasado a engrosar la lista Ni-Ni por no poder entrar a ninguna carrera, se muestra completamente adversa antes estos recortes. Y es que, de todos los sitios posibles que el gobierno podía recortar, ¿tenia que hacerlo en sanidad y educación? Cierto, en ningún ámbito un recorte seria recibido con los brazos abiertos precisamente, pero hasta los jóvenes mas desinteresados en estos asuntos, bien por puro pragmatismo o sencillamente porque no supone para ellos una gran diferencia, coinciden en que no han sido muy inteligentes a la hora de recortar.
Así, cuando aquellos que anteriormente tenían una oportunidad para estudiar una carrera, ven por tierra sus planes, bien por falta de plazas y becas, bien por el excesivo precio de las matriculas, no pueden evitar sentir una indignación y hasta me atrevería a decir que un profundo odio por aquellos a quienes consideran responsables (tanto directos como indirectos), y todo resulta en las famosas huelgas de indignados, huelgas generales y en general, en manifestaciones donde, visto lo visto, resulta imposible controlar esos sentimientos y todo termina en una polémica represión policial donde ya es imposible determinar quienes son los “buenos” y quienes son los “malos”. Lo que si es seguro, es que de ahí no va a salir nadie muy bien parado…
¿Pero son los jóvenes los revolucionarios ante estos recortes? La verdad, siendo ellos unas de las principales victimas, y sabiendo que todos los jóvenes, antes de cansarse y rendirse ante la realidad del mundo (Como diría Mafalda: antes de que el mundo los cambie) siempre tienen aspiraciones a cambiar las cosas para mejor, no es del todo equivocado decir que son los primeros en levantarse contra estas reformas. Pero al contrario de lo que la opinión publica pueda pensar, no buscamos violencia ni una “caza de brujas” (con hoguera incluida) contra el gobierno, si bien hay jóvenes con ideologías políticas muy distintas. Tan solo queremos ser algo en la vida, y a veces, cuando las palabras solas no bastan, hay que alzar la voz, pero nunca levantando los puños. Y es por eso que, frente a lo que vemos, aunque sabemos que no podemos cambiarlo todo de golpe, no vamos a quedarnos de brazos cruzados, pues dentro de poco tendremos que ocuparnos de este país, así que mejor vamos arreglándolo un poco como podamos.
Personalmente, no soy excepción a esto, y aunque no apoyo la violencia, no quiero que piensen que me da completamente igual esta reforma. De hecho, estoy seguro de que en este ámbito, la opinión general no es casi nada ambigua como en otros, pues, sinceramente, ¿a quien le gusta pagar mas por menos?