• `La larga cena de Navidad´, de Thornton Wilder, es una irónica reflexión sobre la condición humana
• `Odio a Hamlet´, de Paul Rudnick, permite reflexionar, en clave de comedia
José Buitrago. Los Teatros del Canal de la Comunidad de Madrid presentan un programa doble de la compañía Guindalera: La larga cena de Navidad y Odio a Hamlet. La compañía se traslada de su escenario habitual, el Teatro Guindalera, en el madrileño barrio de Salamanca, a la Sala Verde. Las representaciones se sucederán desde el próximo 20 de diciembre hasta el 6 de enero de 2013, pudiéndose disfrutar conjuntamente o de forma independiente.
En la presentación celebrada el 18 de diciembre, participaron el director general de Artes Escénicas, Música y Audiovisual, Amado Giménez; el director artístico de los Teatros del Canal, Albert Boadella; los directores del Teatro Guindalera, Juan Pastor y Teresa Valentín-Gamazo, y los actores María Pastor y Raúl Fernández.
En La larga cena de Navidad, de Thorton Wilder, el espectador es el invitado a una peculiar cena de Navidad, en la que, en apenas una hora, transcurren 90 años. Un reparto de 12 actores interpreta a cuatro generaciones de la misma familia, que pasan por la mesa contando sus anécdotas, chistes, deseos y frustraciones. La larga cena de Navidad es una obra entrañable, que enternece al público, a la vez que le hace sentirse identificado con situaciones que se repiten en cada casa en estas fechas. Desde que la compañía estrenase este espectáculo, en 2004, lo han programado en cuatro ocasiones en el Teatro Guindalera, convirtiéndose en una tradición navideña.
Thorton Wilder es un clásico de la literatura estadounidense del siglo XX. Ganador de tres premios Pulitzer, Wilder publicó novelas y artículos, además, este coetáneo de Tennessee Williams y Eugene O’Neill fue uno de los representantes de la corriente de fuerte crítica social que sacudió el teatro norteamericano en los años 30. Entre sus piezas teatrales se encuentran obras como Nuestra ciudad , Por un pelo, La casamentera (en la que se basa la película Hello, Dolly) y por supuesto, La larga cena de Navidad, que se ha representado con gran éxito por todo el mundo.
Rudnick y la obra que lo catapultó
La segunda función del programa, Odio a Hamlet, ha sido un éxito desde que Paul Rudnick la escribiese en 1991. La obra se sitúa en el antiguo apartamento neoyorkino de John Barrymore, célebre actor de los años 20, en el que, de hecho, vivía Rudnick mientras redactaba la pieza. El protagonista, Andrew Rally, se enfrenta a su sueño de interpretar a Hamlet, animado por su novia y por el propio John Barrymore, quien ha vuelto a la tierra caracterizado como Hamlet con el único propósito de convencer a Andrew de que acepte el papel. Todo va bien hasta que un amigo de Hollywood ofrece al actor un papel en una nueva serie de televisión. El protagonista se ve entonces obligado a elegir entre Shakespeare o la fama. Guindalera estrenó Odio a Hamlet en 2006 y ahora, en los Teatros del Canal, la compañía estrena una nueva versión.
Paul Rudnick, el dramaturgo artífice de Odio a Hamlet, es uno de los más prolíficos escritores de su generación, tanto de novelas como de guiones de televisión, además de publicar un artículo semanal en la prestigiosa revista The New Yorker. Sin embargo, cuando Odio a Hamlet fue estrenada en Broadway él era el desconocido autor de una comedia romántica. El conflicto que Odio a Hamlet presenta, en clave de comedia tremendamente hilarante, permite reflexionar sobre algo tan actual como la aceptación de programas televisivos de baja calidad, que una parte de la población critica pero que, sin embargo, son asumidos como algo inevitable. El éxito en esta nueva faceta de su carrera le llegó de inmediato. Sus textos,que hablan de problemas actuales, sociales y políticos, pasados por el tamiz de la ironía y el amor por el arte, son seguidos por miles de fans tanto en Estados Unidos como en el extranjero.
Guindalera, el teatro al compás de los nuevos tiempos
Impulsado por Teresa Valentín-Gamazo y Juan Pastor, Guindalera ha desarrollado en los últimos diez años proyectos innovadores en el campo de las artes escénicas, tanto formando profesionales como en el desarrollo de iniciativas de captación de públicos. Su programación es símbolo de calidad y buen hacer, lo que les ha valido para consolidar un público fiel y entusiasta, que se materializa en un Club de Espectadores que consideran el pequeño Teatro Guindalera un espacio de culto.
En la búsqueda de vías de financiación, Guindalera puso en marcha una iniciativa pionera en ‘fundraising’ cultural o, lo que es lo mismo, establecer relaciones de beneficio recíproco entre cultura y sociedad, consiguiendo patrocinadores para proyectos culturales. Así, brindó al público la posibilidad de convertirse en ‘micromecenas’, ofreciendo a cambio contraprestaciones como invitaciones a ensayos o encuentros con el equipo artístico. La convocatoria resultó un éxito y concluyó con el estreno en marzo de 2012 del primer espectáculo producido con el patrocinio de ‘Micromecenas Guindalera’.