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Diario YA


 

nuestros sindicatos se han caracterizado por su servilismo a la izquierda

Méndez de UGT, el soporte de ZP

Miguel Massanet Bosch. No me puedo resistir, no quiero resistirme y me niego a dejar de hablar del señor Méndez de UGT. Verán ustedes, debo reconocer que mi opinión sobre los Sindicatos españoles, excluyendo quizás a la USO, no puede ser más desfavorable y, por tanto, soy de los que están convencidos que si hiciéramos un balance de los beneficios que han conseguido los obreros, por medio de ellos, y lo comparásemos con las servidumbres y el precio abusivo que han tenido que pagar por seguir sus indicaciones y por su mediación en los conflictos colectivos, no me cabe la menor duda de que, la parte negativa de su participación en las disputas entre obreros y patronal, superaría con creces a lo conseguido por su intervención en ellas. Dicho lo cual, deberíamos distinguir diversas etapas en la UGT a través de su reciente historia, o sea, cuando estaba bajo las órdenes del señor Nicolás Redondo, un sindicalista de los pies a la cabeza, pero inteligente, honesto, duro pero realista; y ahora, en la etapa actual, la que está presidida por el señor C.Méndez, un sujeto atrabiliario, muy celoso de su poltrona, seguidor incondicional del señor Zapatero al  que éste, sin duda, premia su lealtad con continuas inyecciones de liquidez para su sindicato que, como no podría ser de otra forma, son recibidas con gran jolgorio y veneración por la pléyade de “liberados” a los que debe sostener el sindicato socialista.

Lo que ocurre es que, los sindicatos españoles siempre se han destacado por ser el garbanzo negro de todos los sindicatos europeos; sus actuaciones se han caracterizado por su servilismo a la izquierda más recalcitrante y sus argumentos se han asentado en los más trasnochados conceptos basados en la inveterada lucha de clases. Cuando uno observa a sindicatos, como los alemanes, que han sido capaces de conseguir las mayores conquistas sociales para los trabajadores germanos pero, esto sí, siempre apoyadas en no escatimar esfuerzos para ofrecer, a cambio, la mayor productividad, la mayor seriedad en el cumplimiento de sus compromisos con las empresas y el abandono de cualquier latiguillo demagógico, basado en los conceptos nonacentistas  empeñados en presentar al trabajador como un “esclavo de los patrones”; llega a la inevitable conclusión de que la talla de los nuestros está a años luz de aquellos. El señor Méndez, a diferencia del señor Hidalgo (el antiguo líder de CC.OO), no es alguien a quien le preocupe demasiado la defensa de los derechos y privilegios de los trabajadores, como, por ejemplo, el que todos tengan trabajo aunque, para ello, se deban realizar algunos sacrificios, siempre menores si se compara con la tragedia de los 4.500.000 parados que tenemos en la actualidad. Al contrario, el jefe máximo de la UGT se ha convertido en el mayor aliado político de ZP a quien, evidentemente, ha subordinado la actuación de su sindicato, interesándose más en mantener la estabilidad del gobierno socialista del PSOE, que en conseguir detener la sangría del desempleo, aún a costa de sacrificar otros derechos laborales de menor entidad. La demostración de ello: ¡no ha convocado, a pesar de que motivos los hay, ni una sola huelga en contra del gobierno socialista!

El señor Méndez, como el señor Zapatero, es un amateur en materia económica, y por consiguiente, sus recetas para salir de la crisis deben mirarse con escepticismo, con incredulidad y darle sólo el valor que se le puede conceder a un aficionado de cafetín, cuando se lanza a opinar sobre las grandes magnitudes de las finanzas y la economía. Resulta impactante escuchar algunas de sus frases, verdaderos ejemplos de su “clarividencia”; y así, con relación al reciente documento aprobado por el consejo de Ministros sobre esta mini- reforma del mercado laboral, no tuvo inconveniente a responder al periodista que le preguntaba sobre su opinión respecto a la propuesta del Gobierno, con la siguiente intrigante y obtusa frase , digna del más conspicuo cabalista: “Tiene una narrativa, con contenido, y el contenido se puede valorar por su contenido, por lo que contiene y lo que no contiene, y de ahí se deduce una orientación general del documento” ¡Más claro, agua! Pero este señor no se corta y lo mismo habla de política que de religión y, después de apoyar a ZP, en cuanto a su discurso en el Desayuno de Oración; no ha dudado en decir que “Zapatero está en buena forma” para añadir, sin perder un átomo de su aplomo, la siguiente parrafada: “La Biblia puede servir para justificar la guerra de Irak o para lanzar un mensaje proletario o laico”¡Si, señores, este es nuestro hombre! Sólo que, para desesperación de los españoles, este es el que al día de hoy tiene vara alta en la Moncloa y de ella no sale nada que no haya recibido su bendición.

Y yo me pregunto ¿se puede conseguir algo positivo cuando, para pactar una reforma laboral, se tenga que depender de estas rémoras de la sociedad?, ¿es que hay alguien que, conociendo el percal, pueda pensar seriamente que con esta gente, con estos vividores de la política y sanguijuelas del Erario público, se puede llegar a entendimiento para llevar adelante un proyecto político–económico,válido para sacar a España de la recesión?  A veces nos preguntamos ¿qué hubiera sucedido si lo que está pasando actualmente en nuestra nación se hubiera producido durante la etapa de Aznar? ¿pueden ustedes imaginárselo? Es muy posible que ya hubiéramos sufrido manifestaciones callejeras, caceroladas, mítines de la farándula (esta que está tan calladita, como si no se enterase de lo que ocurre en España; ésta que no dice ni pío de los muertos en la guerra de Afganistán y cuyo antiamericanismo ha quedado olvidado desde que el señor Obama ocupa el poder, como si la llegada de este señor hubiera servido para reformar a aquellos  a los que estuvieron, durante años, estigmatizando) y, por supuesto, ataques furibundos de los socialistas y convocatorias de huelgas generales contra el Gobierno convocadas por estos que, hoy en día, se muestran tan apacibles y sumisos al gobierno socialista.

No sé lo que el señor ZP les habrá prometido a los empresarios de la CEOE desde detrás de los bastidores; ignoro lo que ellos han podido ver de positivo en este programa, apenas enunciado y carente de la estructura precisa para garantizar su puesta en ejecución, y tampoco vislumbro la diferencia que va a existir para las empresas con la sola implantación de las nuevas fórmulas enunciadas, muchas de ella sólo de cara a la galería y sin efectos inmediatos sobre el desempleo; si, todo ello, no va acompañado de una política fiscal adecuada, de una apertura de los créditos a medianas y pequeñas empresas y de una reactivación de la inversión dentro de las empresas, acompañada de un empujón desde la ley a la productividad, que ayude a situar a nuestras industrias a la altura de las de los restante países de la competencia. ¿Sabrá el señor C. Méndez entender estas necesidades?, ¿podría anteponer el bien común a sus sectarismo endémico en contra de la patronal? Mucho nos tememos que, como el propio ZP, su único objetivo actual es impedir que el Gobierno socialista se desplome, evitar la convocatoria de nuevas elecciones, lo que se podría producir si se convocase una huelga general en contra del Gobierno y ayudar a que pase el tiempo para ver si la crisis amaina por si sola y logran que el PSOE pueda resistir un par de años más, hasta las próximas elecciones, cuando, quizá con una situación más relajada y con la inapreciable colaboración del PP del señor Rajoy, puedan conseguir que los españoles se olviden del gran descalabro económico y vuelvan a votarlos para una nueva legislatura. ¡Cosas peores se han visto! G. Peel escribió: “vivir o morir, ahogarse o nadar”. Escojan.