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Diario YA


 

Un visionario, amigo y confidente de la familia Pujol, hoy enzarzada en una multitud de problemas judiciales

Mas reniega de España, pero entregará Cataluña al comunismo radical

Miguel Massanet Bosch. El caso de Cataluña parece ser que no hay quien lo resuelva y mucho menos si, como parece, los votantes han decidido dividir sus apuestas políticas entre un partido filial de Podemos, dirigido por una activista antisistema, Ada Colau, elevada, Dios sabe por que extraños artificios, a la alcaldía de la ciudad de Barcelona y otros en función de sus aspiraciones independentistas aunque, en este caso, tampoco apoyan a lo que pudiera ser una derecha catalana nacionalista, que ha ido en recesión, sino que se han decantado claramente por la opción izquierdista representada por la ERC del señor Junqueras.

Es evidente pues que los españoles que vivimos en Cataluña nos encontramos ante el dilema de tomar las de Villadiego, con el trastorno que todo ello supone después de vivir en esta comunidad casi toda nuestra vida y haber creado una familia de la que duele mucho el tener que separarse o, la otra opción, es empezar a habituarse a vivir en un país situado en la órbita comunista, como es el caso de Venezuela o de tantos otros países que sufrieron sus efectos en sus propias carnes detrás del famoso Telón de Acero. El señor Mas, completamente desquiciado, ya hace tiempo que debiera de haber sido defenestrado de su partido por los propios militantes, porque la verdad es que les ha hecho tanto daño a los suyos y a los catalanistas moderados como nos lo ha hecho a los que nos sentimos españoles pero viviendo en una tierra en la que no somos apreciados. En su locura Mas no se ha dado aún cuenta de que desde que ostenta la jefatura de CD, hoy convertida en Democracia y Libertad, no ha hecho otra cosa que en ir retrocediendo en cada una de las elecciones que han tenido lugar hasta que, en esta última del 20D, se ha quedado con la mitad de los ya reducidos escaños con los que contaba en las cámaras nacionales.

Un visionario, amigo y confidente de la familia Pujol, hoy enzarzada en una multitud de problemas judiciales, que quiso hacerse “el astuto” y se pasó de listo, cuando creyó que podía amenazar al Estado español con la secesión y se encontró, al final, todo hay que decirlo, con la horma de su zapato o, lo que es lo mismo, la Constitución española. Una vez más, con el agua al cuello, hace todo lo posible para evitar que la llama del separatismo que empieza a mostrarse en retroceso, no acabe por extinguirse ante la realidad de una Cataluña evidentemente mal gobernada, con graves problemas de financiamiento y con una deuda pública rondando los 67.000 millones de euros que, curiosamente, sigue haciéndose la víctima ante España mientras oculta los cientos de millones, si no son más, que está destinando a montar una estructura de estado paralela y los que ha venido dedicando a sus sueños de grandeza, representados por las “embajadas” que ha ido creando, con un coste prohibitivo para unas arcas autonómicas que necesitan apelar continuamente a las ayudas del FLA, a pesar de que ellos insisten en decir que sólo es dinero que se les debe.

El estado catatónico en el que se encuentra don Artur Mas, le ha llevado a la tesitura de ofrecerse como chivo expiatorio a los señores de la CUP, una clase de políticos que no creen en la democracia, partidarios de un gobierno asambleario, opuestos a la propiedad privada y dispuestos a abreviar trámites en la cuestión independentista declarando sin más ambages la independencia de Cataluña de España. Estos individuos, que apenas rozaron un 10% de los votos en las votaciones del 27S y que, no obstante, en estos momentos tienen en vilo a toda Cataluña, han sido los que le han presentado a Junts pel Sí un mamotreto de 61 páginas en las que se exponen las condiciones que les exigen a los defensores de la independencia para apoyar la investidura del señor Mas.

Así las cosas, las negociaciones que, a la desesperada, están llevando Junts pel Sí para intentar que la CUP acceda a que Mas ( empeñado en conseguir la inmunidad parlamentaria a toda costa ante las amenazas de que la Justicia lo pudiera acusar en las causas que tiene pendientes) sea nombrado de nuevo presidente de la Generalitat aunque, y aquí está el absurdo y la amenaza de inestabilidad que representaría para esta autonomía, la circunstancia de se propongan tres super consejerías, cada una con unas funciones específicas que actuarían de contrapeso a la autoridad del presidente. En todo caso, este nuevo parlamento sólo se establecería como puente a lo que sería la declaración formal de independencia de Cataluña. Ratificando lo que ya anunciaron después del 27S y la puesta en marcha de un llamado proceso constituyente que empezaría a preparar la nueva Constitución que debería regir en una nación independiente que, a pesar de las numerosas advertencias recibidas desde la UE, sigue pensando que tendrían acogida dentro de la CE. De ilegalidad a ilegalidad, siguiendo la pauta que se establecieron de ignorar los tribunales españoles, sus sentencias y las del TC que les impidieran continuar con su camino hacia la independencia total.

Resulta patético y absolutamente inoperante que, el señor Pedro Sánchez, se empeñe en buscar una solución federalista, alardeando de que con ella el problema catalán se solucionaría cuando, por activa y por pasiva, los separatistas y los de la CUP han declarado que no les interesa en modo alguno así como tampoco admiten la posibilidad de un referéndum como la que les ofrece el líder de Podemos, Pablo Iglesias; algo que resulta de todo punto irrealizable por haber sido declarado inconstitucional por el TC. Claro que, a los comunistas de la CUP, cuando no les conviene y tienen poder, estas minucias de la legalidad no les importan un bledo ya que acostumbran a saltárselas. Estamos, pues, ante un panorama, para los catalanes, que roza la ingobernabilidad de esta autonomía, amenazada de caer en las manos de las filiales, en Cataluña, de los comunistas bolivarianos de Podemos, encarnada por el grupo de BComú de la señora Ada Colau, que ha superado con creces los resultados electorales del partido de Mas y amenazan con formar, en el momento más inesperado, una alianza con la CUP con la que comparten ideario y el propósito de convertir a esta región en un feudo, dentro o fuera de España, al más puro estilo soviético.

Los cinco puntos que la CUP ha presentado en 61 páginas, aparte de fijar un proceso para dar cauce al proceso independentista tiene un apartado de lucha contra la pobreza que ya anuncian que tendrán “impacto presupuestario” ( algo que anuncia subida de impuestos) y comprenden la elevación del salario mínimo a 1000 euros ( habrá que ver lo que opinan los empresarios sobre esta medida); aparte de abrir el anunciado banco público catalán en el que convertiría el actual Instituto Catalán de las Finanzas. Se habla también de una Asamblea Constituyente con la función de la redacción “de manera democrática y participativa (suponemos que ello quiere decir asamblearia), de un proyecto de Constitución para la República catalana (se olvidan de añadir “comunista”) que asumirá “la exclusiva función legislativa con jurisdicción sobre todo el territorio y los ciudadanos de Cataluña”.

También recoge tres nueva Comisiones de Gobierno: la de Economía y Empleo; la de Asuntos Exteriores y la tercera, la del Estado del Bienestar (suponemos que se trata de un sarcasmo, ya que esperar que esta posibilidad tenga lugar en un país de la órbita comunista no deja de ser una broma pesada). Finalmente, se habla de otra comisión de “cuestión de confianza” encargada del control y los acuerdos, de forma semanal y, en el ámbito parlamentario y mensual para la aplicación presupuestaria. De lo que no hablan es de dónde van a sacar los medios para todas estas costosas actuaciones y el pago de los salarios para aquellas personas dedicadas a llevar adelante el proceso, aunque es fácil colegir que los que van a resultar los paganos, como siempre, van a ser los que, sin comerlo ni beberlo nos vamos a ver envueltos en un proceso que nunca debiera de haber llegado a estos extremos si los partidos constitucionalistas, todos sin distinciones, se hubieran dejado de zarandajas y hubieran puesto a buen recaudo a toda esta serie de traidores a España y a los españoles.

Ahora veremos como, en este maremagnum que tenemos armado, donde nadie se entiende, todos van contra todos y, entre tanto, vamos dando el espectáculo ante una Europa que se muestra asombrada y temerosa de que todo lo bueno que se haya conseguido hasta ahora acabe, por la insensatez de los partidos políticos, en un retorno a la situación que teníamos cuando el 20D del 2011, estábamos a las puertas de la quiebra soberana. O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos que quejarnos del abandono en el que nos han dejado a quienes vivimos en esta comunidad, a merced de quienes intentan imponernos un nuevo régimen soviético. ¡Acaba y vámonos!

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