Juan Manuel Pozuelo. 19 de octubre.
"Las víctimas de Matti Saari, el joven que este martes provocó una masacre en una escuela profesional finesa antes de suicidarse, son nueve estudiantes y un empleado del centro, probablemente un profesor, anunció hoy un portavoz de la policía en una rueda de prensa.
El portavoz explicó que ocho de los estudiantes muertos son mujeres, al igual que la única herida de bala que sobrevivió a la masacre, tras la que el autor se disparó un balazo en la cabeza que pocas horas después le causaría la muerte.
La joven herida, que recibió un disparo en la cabeza, fue operada dos veces durante la pasada noche y, según fuentes médicas, no se teme por su vida.
Según la reconstrucción provisional de los hechos, el asesino irrumpió en un aula donde se estaba realizando un examen, disparó a discreción contra los presentes y se marchó tras provocar un incendio en la misma.
Ese incendio causó graves quemaduras en varios de los cadáveres, lo que está dificultando las tareas de identificación de las víctimas, y pudo ocasionar la muerte por asfixia de alguno de los heridos en el tiroteo.
Más tarde, el asesino intentó suicidarse disparándose un tiro en la cabeza, aunque no lo consiguió y fue trasladado en estado crítico al Hospital Universitario de Tampere, donde falleció unas horas después.
La policía ha informado ya a los familiares de las víctimas, aunque la identificación oficial de los cadáveres puede retrasarse aún varios días.
Según un portavoz policial, cuando se produjeron los hechos había unos 200 estudiantes en el centro, de los que unos veinte se encontraban en el aula donde se desencadenó el tiroteo.
La matanza pudo ser aún mayor, ya que unos cuantos jóvenes habían terminado el examen y se habían ido minutos antes de que llegara el asesino.
Fuentes de la investigación informaron de que Saari había dejado en el apartamento de estudiantes donde residía dos breves notas escritas a mano en las que daba a entender que había empezado a planear la matanza hace seis años.
"El contenido de las notas indica que odiaba a la humanidad y a la raza humana y que había empezado a planear esto en 2002", declaró a los medios de comunicación locales Jari Neulaniemi, el jefe de la investigación.
En uno de los mensajes manuscritos, Saari afirmaba que "la solución es Walther", en referencia a la marca de la pistola automática calibre 22 con la que cometió la matanza, una Walther P22."
El 23 de septiembre saltaba la noticia a todas las redacciones del mundo. La agencia EFE seguía así la información días más tarde. Casi un mes después de la tragedia, poco más sabemos de Matti Saari. Esto era todo cuanto se sabía de otro chico convertido de repente en portada en todos los periódicos por la triste hazaña de haber perpetrado una matanza en un centro escolar. La historia, una más de entre las de los asesinos múltiples (asesinos en masa es más correcto, ya que los expertos en criminalística diferencian entre tres tipos distintos de asesinos múltiples: los asesinos en serie o serial killer –asesinatos individuales cometidos con diferencia de días e incluso años entre sí-, el asesino en masa, grupo en el que se incluiría Saari, y el Spree killer, un compendio de los dos anteriores), acababa con un tiro en la cabeza, impreciso y que no le mataría hasta horas después, tal vez porque es bien distinto matar a alguien -con todo el lastre que debe desechar la conciencia para no hacerlo- que auto infligirse el más mínimo daño. Si sólo hubiese querido matarse, seguramente no se hubiese estado debatiendo entre la vida y la muerte durante aquellas horas. Una historia que empieza y acaba en muerte; comienza con la de su primera víctima -de la que la historia sin embargo no deja un nombre para el recuerdo-, y finaliza con la de Matti Saari, otro asesino múltiple. Pero en la mente de un asesino múltiple pesan otro tipo de cosas: una venganza, un complejo arrastrado desde tiempo atrás, siempre una disfunción de las capacidades mentales que hace que se oigan voces o se actúe en un estado de alienación que no deja recordar nada porque la voluntad queda anulada por completo, una ingestión de alucinógenos o cualquier otro trauma o problema psiquiátrico.
James Alan Fox, profesor de Derecho Penal en la Northeastern University de Boston y experto en este tipo de comportamientos perfila en seis puntos a los asesinos en masa.
1.- Lo que motiva a los asesinos en masa es el deseo de venganza.
2.- Se ven a sí mismos como víctimas.
3.- Perciben injusticia a su alrededor.
4.- Son personas solitarias y frustradas.
5.- Culpan a los demás de sus propios fallos.
6.- Antes de perder la vida, normalmente se la quitan ellos mismos, necesitan obtener satisfacción por llevarse a otros consigo, castigando así a quienes consideran culpables.
Otros, como Jack Levin, director del Northeastern´s Brudnick Center de Conflictos y Violencia, enumeran cinco factores comunes en la mayoría de asesinos en masa:
1.- Un largo historial de frustración y fracasos.
2.- Una tendencia a no aceptar sus culpas y a culpar a los demás.
3.- Estar socialmente aislados y poseer un temperamento solitario.
4.- Un suceso clave acostumbra a desequilibrarles, algo como una ruptura amorosa o un despido.
5.- Y el acceso a las armas de fuego.
"Si me preguntas qué se siente al vivir al lado de un asesino múltiple… pues bueno, yo no he vivido al lado de un asesino múltiple, sino de Matti Saari"
Por lo general, como apunta Fox, el asesino en masa termina por quitarse la vida, por lo que a los investigadores y a los doctores que tratan este tipo de psicopatía les resulta muy difícil descifrar las claves del problema que detona la espiral de violencia. Tampoco en el caso de Matti sabremos qué pasó por su cabeza en el momento de decidirse a coger un arma y emprenderla a tiros contra todo el que se moviese, cuál fue su primer pensamiento en aquella mañana o si había hecho planes para después de su gesta. Sólo somos capaces de relacionar dos condicionantes que mezclan mal en cualquier situación: una mente enferma y un arma.
El caso del finlandés nos llama la atención no porque haya sido el último en haber saltado a los medios de comunicación –desgraciadamente, tampoco será el último que lo haga- sino porque parece estar en contradicción el llevar seis años preparando una masacre de las características que Matti perpetró y el hecho apuntado por los especialistas de que algo, algún suceso clave como un desengaño amoroso o un despido, se convierta en el punto de inflexión desde el que se desencadenan los acontecimientos. Seis años de preparación parecen muchos, sobre todo porque no hay tanto que preparar. Matti no escogió para su matanza un edificio oficial fuertemente custodiado, sino un instituto de formación profesional en el que realizaba estudios de hostelería. No es necesaria ni una gran preparación ni una gran especialización para entrar en un lugar así, sin ningún tipo de vigilancia ni seguridad y disparar sobre alumnos desarmados. Si su deseo era matar, seguramente no había un lugar más tranquilo para hacerlo realidad. Sin embargo, en la nota que encontró la policía en su apartamento, Matti aseguraba que llevaba desde el 2002 preparando su gran momento. La casualidad ha hecho que hayamos conocido a alguien que compartió durante el 2005 una habitación, alguna salida y alguna borrachera, y, sobre todo, muchos ratos de conversación. Tres años llevaba preparándose Matti para matar a 10 personas, y sin embargo, nada en su comportamiento podía descubrir tal cosa.
“Visto lo acontecido en Finlandia ya no sé a qué carta quedarme y me resulta difícil creer lo que aparece en los diarios y en la televisión. Si me preguntas qué se siente al vivir al lado de un asesino múltiple… pues bueno, yo no he vivido al lado de un asesino múltiple, sino de Matti Saari. En qué momento se le torcieron las cosas en la cabeza al pobre Matti, nunca lo sabremos.”
Carlos Fariza es un joven madrileño de 24 años que en 2005 hizo el petate y se marchó una temporada a Inglaterra a aprender inglés. Como tantos otros buscó empleo en el sector hostelero.
“El 6 de septiembre de 2005, partí con destino a Thorpe, cerca de Asbourne en el distrito de Derby, en UK, a trabajar como lavaplatos en el Hotel Peveril of the Peak.”
Carlos conoció a Matti en el mismo hotel en el que trabajaba. Pronto surge la amistad entre el español y el finlandés.
“Al mes de estar yo allí, Sylvia, una chica polaca, dejó el hotel y ocupó su lugar en la cocina un nuevo camarero, Matti Saari, de 20 años, tímido y callado, pero al mismo tiempo alegre y un buen compañero. Como habían hecho conmigo, hice yo con Matti: Lo acogí, le enseñe los pequeños trucos y los lugares donde comprar, conectarse a Internet y demás.”
¿Podía alguien descubrir una personalidad desquiciada en aquel nuevo camarero del Hotel Peveril of the Peak?
“Creo entender que me convertí para él en una especie de hermano mayor, puesto que no iba a ningún sitio si no iba conmigo. Fue una gran compañía, la verdad sea dicha, y un gran aliado. Su nivel de ingles era muy superior al mió, pero hacia por entenderme y hacerse entender, gracias a lo cual yo avance mucho. Podría contar un centenar de anécdotas graciosas de cuando visitábamos Nottingham, Manchester, y Birmingham, y sobre todo Ashbourne y Derby donde vivíamos, donde salíamos de marcha, donde aprovisionábamos nuestras habitaciones del hotel, nos divertíamos y escribíamos a nuestras familias desde el destierro. Pasábamos horas en mi habitación, escuchando música, charlando y aprendiendo inglés. Habitación que con el paso del tiempo se convirtió en el centro de reuniones, donde celebrábamos fiestas, y sobre todo, donde Matti y yo comíamos y cenábamos todos los días, puesto que era la única que disponía de mesa, sillas y espacio suficiente; tuve suerte mi habitación era la mas grade.”
Por lo que cuenta Carlos, en nada se parecía Matti al ser huraño y retraído que habitualmente tendemos a imaginar cuando hablamos de asesinos en masa, tipos con imaginarias cuentas pendientes con el mundo. Ni una palabra en todas sus conversaciones sobre armas, deseos de venganza o, lo que es más llamativo por cuanto se escribió de esta historia, una obsesión y admiración por la obra de un asesino en masa anterior y compatriota suyo, Pekka-Eric Auvinen, el estudiante autor del asesinato de ocho personas en el Instituto Jokela de Tuusula, al sur de Finlandia. Y eso que este parece ser un rasgo común en los asesinos múltiples en general: una comunión en las ideas de exterminio de la humanidad y la emulación de los que han llevado a cabo anteriormente asesinatos colectivos, una especie de religión de la aniquilación total. Matti Saari admiraba a Pekka-Eric Auvinen y éste a Seung-Hui, autor de la masacre de Virginia. Seguramente, el próximo que consiga hacerse tristemente famoso por sus desquiciados impulsos homicidas, asegurará en una carta o en un video colgado en youTube que admiraba a Matti y ansiaba emular su gesta.
Tras una estancia de ocho meses en Inglaterra, Carlos vuelve a Madrid. A pesar de la distancia, sigue manteniendo la amistad con el compañero de trabajo.
"Pasábamos horas en mi habitación, escuchando música, charlando y aprendiendo inglés. Habitación que con el paso del tiempo se convirtió en el centro de reuniones, donde celebrábamos fiestas, y sobre todo, donde Matti y yo comíamos y cenábamos todos los días"
“Había hablado recientemente con él a través del Messenger, y me había anunciado la posibilidad de viajar a España, concretamente a Valencia, para estudiar español. Iba a venir a España y nos íbamos a ver. Además, yo también tenia la invitación cortes de Matti para visitar Finlandia y alojarme en su casa. Hubiera aceptado de buen grado si hubiese dispuesto de tiempo.”
Todavía hay un dato más para provocar el miedo a este tipo de comportamientos impredecibles, imposibles de rastrear, armas letales escondidas en muchachos de veinte años que un buen día eclosionan sembrando la desgracia a su paso.
El lunes, un día antes de que Saari asesinara a 10 estudiantes de su colegio, la policía pudo evitar la tragedia. Un internauta alertó a las autoridades tras descubrir cuatro videos sospechosos, colgados en Internet. Las imágenes resultaban muy similares a las que grabó Pekka-Eric Auvinen, el estudiante que el pasado 7 de noviembre, tras asesinar a tiros a ocho personas en el Instituto Jokela de Tuusula, se suicidó.
Tras las denuncias, la policía finlandesa detuvo a Saari y lo interrogó; pero, pese a comprobar que el joven era el autor de los videos y que poseía una pistola Walther P22, con su correspondiente licencia de armas, no tomaron ninguna medida contra él porque no lo consideraron peligroso.
Menos de 24 horas más tarde, Matti Saari acudió al centro de formación profesional de Kauhajoki, y acribilló a diez de sus compañeros.