Megamind
Víctor Alvarado
Dado el escaso número de estrenos de este fin de semana tanto por su cantidad como por su calidad, hemos decidido rescatar a Megamind (2010), la apuesta de DreamWorks para estas fiestas.
La cinta en cuestión gira entorno a dos extraterrestres con vidas paralelas, pero antagónicas. Metro Man es el engreído superhéroe, mientras que Megamind es el supervillano, que planea y consigue eliminar de la faz de la tierra a su bueno y presuntuoso contrincante, con lo que su vida deja de tener sentido por lo que se aburre soberanamente.
La dirección corre a cargo de Tom McGrath, autor de las sobrevaloradas Madagascar (2005) y Madagascar 2 (2008) junto a su compañero Eric Darnell, aunque se puede decir que Megamind (2010) es su ópera prima y, en principio, iba a rodarse con actores de carne y hueso. La historia pretende ser una parodia sobre la figura de Superman y lo que podía haber sido una genialidad se queda en un entretenimiento para niños, que consta de dos partes bien diferenciadas. La primera parte nos parece muy flojita. En cambio, la segunda parte se puede decir que merece más la pena pudiendo hacer las delicias de toda la familia.
De todas formas, el argumento de la misma es poco original. El realizador no ha sabido imprimirle el brillo necesario, al igual que le ocurren a sus anteriores trabajos de animación. Por otro lado, los gags que se presentan no resultan demasiado acertados.
Dicho esto, el largometraje es un prodigio de la tecnología de animación, ofreciéndonos destellos técnicos realmente espectaculares en muchas de las escenas. Finalmente, nos ha gustado el homenaje a Michael Jackson.
Cambiando de tema, esta producción puede servir para reflexionar sobre lo determinante que puede llegar a ser el ambiente, donde seamos educados para tener una idea clara que nos proporcione elementos de juicio para distinguir entre el bien y el mal (un dato que viene a demostrar la importancia de recibir una buena educación y del interés que muchas personas tenemos de que no adoctrinen a nuestros hijos a través de la asignatura Educación para la ciudadanía). No obstante, la cinta deja claro que no estamos predestinados, sino que nosotros debemos forjarnos nuestro futuro y somos dueños de nuestro destino. Además, El amor aparece como la herramienta para cambiar a las personas y que éstas puedan superarse, corrigiendo sus defectos.
Como dato curioso, Will Ferrer, el actor americano que le pone voz al protagonista, llegó disfrazado mediante una vestimenta casera: con la cara pintada de azul, con unas mallas ajustadas y contando chistes para promocionar la película, tal y como nos explica la revista Fotogramas.