Meinvielle y las dimensiones del hombre: La izquierda y la derecha
Alberto Buela (*)
La caracterización que desde la izquierda hizo el periodista Horacio Verbitsky, ideólogo del grupo Montoneros y de la fundación Ford, que es la versión que los mass media dan del Padre Meinvielle (1905-1973): “Es el propagandista antidemocrático y antijudío más furibundo de la historia argentina” . Afirmación falsa de toda falsedad que hay que tomarlo como de quien viene: un mentiroso como lo clasificó mi hermano el P.Carlos en un reportaje en el diario Página Doce, donde Verbisky fue durante años el editorialista.
Esta misma versión se encuentra en la primera página de Internet cuando buscamos “Julio Meinvielle”, que fue recogida, a su vez, por el sito “filosofía en español”, regenteada por el hijo del filósofo Gustavo Bueno de Oviedo. Una visión, pero no ya denigrante es la realizada desde la derecha por los nacionalistas paganizantes como Carlos Disandro et alii, que califican a Meinvielle como “nacionalista güelfo” enfrentados a ellos que se autodefinen como “gibelinos”. Volver a una polémica de ocho siglos atrás sólo muestra el grado de estulticia y esterilidad intelectual de estos sedicentes pensadores.
El hecho entonces es que el Padre Meinvielle es criticado incluso en estos días a cincuenta años después de muerto, tanto por la izquierda como por la derecha reaccionaria, lo mismo que le pasó en vida. Y, ¿esto por qué? Porque el auténtico pensamiento católico es y tiene que ser signo de contradicción. Y Meinvielle encarnó el pensamiento católico esencialmente y en forma ejemplar. Esto él, lo sostuvo con su propio modo de vida.
Así fue, por un lado, el primero en lengua castellana que condenó, en sus fundamentos y no con frases hechas, a Hitler y su locura, con su opúsculo La Iglesia y el Reich de 1937, un año antes que se produjera la famosa “noche de los cristales”con la primera persecución a los judíos, que hasta entonces colaboraban activamente con el régimen alemán. Y fue, por otro, el crítico más profundo y constante del marxismo y el comunismo tanto en nuestro país como en el exterior, sus conferencias junto a Lin Yu Than en Nueva York y su eco en la New York Times son prueba de ello.
Nosotros en este homenaje, como no podemos rastrear todo el amplio espectro que Meinvielle tocó con sus meditaciones y denuncias – la crítica a Teilhard, a Rahner, al progresismo cristiano y sus meditaciones sobre la concepción católica de la economía, la política, los pueblos bíblicos y la Cristiandad – nos vamos a limitar a la esencia, al meollo más genuino y original del pensamiento de Meinvielle y su proyección socio-política, más dos adendas: una sobre su polémica con Jacques Maritain y otra sobre la gnosis moderna.
En una palabra, vamos a bucear en toda su obra para, someramente, en el marco que puede ofrecer una conferencia compartida como esta, intentar exponer las dos o tres ideas fuerza, que como dice Bergson tiene el auténtico pensador.
El fundamento onto- teológico-cultural
Todo el pensamiento del Padre Meinvielle está centrado, esto es se funda en y se dirige a “la realeza de Cristo en la historia”. De ahí que su propuesta, su apotegma y su convicción más profunda la expresara siempre con el consejo evangélico: “Buscad el reino de Dios y su justicia que lo demás se os dará por añadidura”.
Esta centralidad de Cristo recorre su obra del primero al último de sus escritos. Esta centralidad de Cristo movió de la primera a la última de sus acciones sociales- creación de los Scouts en Argentina, y ateneos como el de Versailles - y políticas –múltiples periódicos y actos políticos -.
Meinvielle, discípulo fiel de Aristóteles y Santo Tomás, va a sostener que el hombre es un conflicto de potencia y acto puro. Es potencia pura porque el entendimiento humano ab initio es como una tabla rasa en la cual no hay nada escrito, está en potencia respecto de todos los inteligibles. Y es acto puro porque gracias al entendimiento puede actualizar todo lo inteligible.
Esta potencialidad pura lo lleva a definir la cultura de la forma más amplia: “el hombre manifestándose”. Y esa cultura será tanto más rica cuanto más ricas sean las manifestaciones del hombre. Ahora bien, el valor de estas manifestaciones se debe ponderar de acuerdo a su contenido de realidad.
Y ¿cuál es para nuestro autor la máxima realidad?. Es Dios, en tanto que realidad subsistente. Él es el Ipsum esse subsistens. De ello se desprende que una cultura será tanto más rica cuanto más divinas, cuanto más cercanas a Dios, cuanto mejor lo expresen en sus manifestaciones.
Aquella centralidad que teológicamente la ponía en Cristo, la defiende y define Meinvielle, filosóficamente, en Dios como el ser que subsiste por y en sí mismo. Fundado en el ser por antonomasia todo lo demás lo va a desprender de él y lo va a dirigir a él. Va a establecer una jerarquía funcional entre la naturaleza del hombre y su proyección socio- política.
Nuestro autor piensa en consonancia con el más importante mitólogo del siglo XX, Georges Dumézil( 1898-1986) quien en 1938 descubrió que “las tres grandes funciones de las primigenias culturas indoeuropeas- la primera: la soberanía, lo sagrado, la inteligencia; la segunda: la fuerza guerrera y la tercera: la abundancia, tanto la producida por el trabajo agrícola como la representada por la comunidad, se correspondían con las tres categorías de los sacerdotes romanos llamados flúmines, donde unos se dedicaban al culto de Júpiter, el mayor de los dioses, otros de Marte, el dios de la guerra y los terceros a Quirino, protector de la comunidad y de la producción agrícola”
Esta visión orgánica y estamental de la sociedad se sostuvo a través de toda la Edad Media hasta bien entrada la modernidad. Los pensadores de las grandes Summas,- Duns Scoto, Alberto Magno, Tomás de Aquino, Alejandro de Halles- sostienen con sus respectivas variantes esta visión jerárquica y organizada por estamentos de la sociedad.
Julio Meinvielle recoge esta visión en lo que consideramos nosotros, su elaboración más propia y original. Él la denomina: “las cuatro formalidades del hombre”. Dicha teoría la expone en uno de sus primeros escritos: Concepción católica de la economía(1936) y la reitera y profundiza treinta años después en el capitulo segundo de su libro El comunismo en la revolución anticristiana(1964).
Las cuatro formalidades del hombre
Las formalidades o dimensiones del hombre son, para el Párroco de Versailles, cuatro. Así, el hombre en tanto ente es algo: es, y no no-es. El hombre en tanto que algo, existe, pues lo algo como trascendental agrega a la noción de ente la relación a la existencia. Y en el ente hombre, propiamente, la existencia materialmente considerada. El hombre como una cosa que está ahí. Así podemos decir que en tanto que ente hombre, soy este algo que está acá.
La segunda dimensión del hombre se nos presenta cuando lo consideramos en tanto que animal en donde se destaca la sensibilidad. El hombre es considerado, entonces, dentro de los seres sensibles que tiene por finalidad de su obrar el bien deleitable y gozo de los sentidos.
Luego aparece la dimensión humana del hombre, esto es, el hombre en tanto que hombre. Y allí se destaca lo específico de este quién que somos todos nosotros: la razonabilidad. La razón en su sano uso persigue, no ya el bien deleitable de los sentidos sino el bien honesto.
Finalmente, el hombre al participar en su ser de la esencia divina posee una dimensión sobrenatural. La finalidad propia de esta cuarta formalidad del hombre es la comunión con Dios, que en la tierra se manifiesta en la santidad.
“Así, el hombre es algo para sentir como animal; siente como animal para razonar y entender como hombre; razona y entiende como hombre, para amar a Dios como dios”
Vemos, en esta cita de Meinvielle, cómo la relación entre las distintas formalidades del hombre encuentra su fundamento el aquel pensamiento del viejo Aristóteles cuando hablando de cómo se relacionan entre sí las distintas facultades del alma dice: “siempre en el término siguiente de la serie de facultades se encuentra potencialmente el anterior. Así la facultad vegetativa está contenida en la sensitiva” . La facultad superior subsume y da sentido a la inferior.
Estas dimensiones se encuentran jerárquicamente organizadas en el orden normal de la vida en una jerarquía de servicios en donde el nivel más bajo corresponde al hombre como algo, luego como animal, después como racional para culminar considerado como sobrenatural o divino.
Romper la relación jerárquica, que integra en la unidad lo múltiple, y que vincula estas cuatro formalidades supone romper el principio de unidad, la reductio ad unum nota propia de la existencia completa. Pues, la muerte no es otra cosa que la disgregación de lo uno en lo múltiple.
¿Y que ha hecho Meinvielle con estas cuatro formalidades jerárquicamente organizadas?. En definitiva, con esta teoría que mutatis mutandi viene desde el fondo de la historia.
Mostró toda su enjundia y capacidad de penetración intelectual otorgándoles funcionalidad en todas las manifestaciones del hombre. Habida cuenta que para el Párroco de Versailles cultura no es otra cosa que: el hombre manifestándose.
Es aquí, en nuestra opinión, cuando un filósofo o un teólogo muestra sus quilates intelectuales, cuando puede otorgar funcionalidad, en este caso histórico política, a una teoría clásica. Y esto hizo Meinvielle, y de ello se percató Octavio Derisi, que era muy estudioso y amante de la verdad cuando afirmó del Padre Julio: “él se destacó por la penetración y la lucidez de su inteligencia... sabía llegar con rapidez y perspicacia al punto esencial... su inteligencia era a la vez clara, brillante y de profunda penetración....nosotros que lo frecuentamos íntimamente conocíamos su limpidez y grandeza de alma”
Así, con esta proyección social, política, económica, histórica, filosófica y teológica desarrolló, a través de toda su vasta obra- más de veinte volúmenes- una grandiosa analogía entre estas cuatro dimensiones del hombre y los distintos momentos históricos en el desarrollo político del mundo, las diferentes doctrinas económicas, filosóficas y teológicas. En una palabra, abarcó todos los grandes campos en donde el hombre se manifiesta.
El hombre en su formalidad sobrenatural se manifiesta como sacerdote, en su dimensión racional como aristócrata, en su aspecto sensitivo como burgués y en tanto realidad material como obrero o proletario.
La modificación de este orden produce tres revoluciones posibles: a) que lo natural se revele contra lo sobrenatural. La aristocracia contra el sacerdocio. Lo político contra lo teológico. Esta cultura se inaugura con el Renacimiento.
b) que lo animal se revele contra lo natural. La burguesía contra la aristocracia. La economía contra la política. Esta cultura se inaugura con la Revolución Francesa.
c) que lo algo, la cosa se revele contra lo animal. El proletariado contra la burguesía. La planificación totalitaria contra la economía. Esta cultura nace con la Revolución Comunista.
Este mega relato es denominado por nuestro autor como el movimiento de la Revolución Mundial constituido por las grandes revoluciones producidas por la modernidad: Renacimiento, Revolución Francesa y Revolución Bolchevique. Y todas las implicancias culturales que encierran: humanismo, racionalismo, naturalismo y absolutismo para la primera; economicismo, capitalismo, positivismo, democracia, liberalismo para la segunda, y, comunismo, materialismo dialéctico, lucha de clases para la tercera.
Así, si el racionalismo termina en el irracionalismo de un Nietzsche, el absolutismo con Luis XVI en el patíbulo, el naturalismo en el materialismo del socialismo real, el positivismo en la vida animal de Darwin, la democracia en una mera formalidad procedimental y la muerte de Dios en la muerte del hombre: ¿Qué podemos hacer?, ¿Qué nos está permitido esperar?.
La respuesta del Padre Meinvielle es inequívoca y terminante: instaurare omnia in Christo. O mejor aún, reinstaurar todo en Cristo. Recrear la Ciudad Católica. Recuperar la idea de Cristiandad como la organización de la sociedad al modo cristiano.
En definitiva, que los pueblos informados por la Iglesia, es decir, aquellos que la Iglesia les ha dado forma, su fe, se manifiesten en todos los órdenes al modo católico.
Se podrá afirmar que dadas los condiciones histórico y socio-políticas actuales ello es inverosímil, no viable o al menos de muy difícil realización. “Puede ser, responde Meinvielle, pero una es la opinión del mundo y otra la de Dios”.
Excursus:
La polémica con Maritain
Como fruto de sus conferencias y primeros artículos publicados entre 1924 y 1931 en las revistas Estudios, Arx y Criterio y de sus clases en los Cursos de Cultura Católica publica su primer libro Concepción católica de la política en 1932, a la edad de 27 años en donde afirma de entrada: La política debe servir al hombre…la pura erudición de las teorías y de los hechos políticos, lo que se llama actualidad política, es nociva sino está en posesión de la auténtica filosofía de la política: la metafísica natural de la inteligencia humana, lo que santo Tomás llama sentido común, hoy completamente destruido por perversiones ideológicas”.
La política para Meinvielle no es un arte sino una práctica. Alguien que lo admiró mucho, el metafísico Pierre Boutang (1916-1998) , escribió años después: La política no es un arte sino un cuidado, una preocupación, una solicitud, una Es que el cristianismo cambió de una vez y para siempre el sentido de la política para entender la actividad como una praxis de servicio al otro. No puede existir política católica centrada en el poder sino en el servicio.
En Maritain se produce un cambio en su mentalidad con la condena (29/12/1926) por parte del papado a la Acción Francesa de Charles Maurras, que madura en su trabajo de 1933 Du régime temporel et de la liberté, y que alcanza su culminación con Humanismo integral fruto de un seminario en España publicado en 1935.
Maritain muy vinculado a la España republicana a través de su íntimo amigo Gil Robles, autoridad republicana, viaja a Argentina en 1936 luego que comienza la guerra civil y la polémica estalla allí.
Es digno de observar que en el orden filosófico es la segunda polémica americano-europea que conmueve al pensamiento europeo, la primera fue entre el marxista peruano Juan Carlos Mariátegui y Henri Barbousse.
La polémica Meinvielle-Maritain gira en torno a dos temas: la idea de Cristiandad, y la persona y la ciudad. Sobre la Cristiandad, esto es, la organización social y política de la sociedad y como se relacionan los hombres con la política, Meinvielle es terminante, acusa a Maritain de desvirtuar la doctrina tradicional de la Iglesia en este punto. Maritain aceptó la idea iluminista del progreso de la humanidad e invita a sumarse a ella. Y en este punto Meinvielle observa que Maritain es deudor y seguidor de las tesis de Feliciano de Lamennais quien ya había sido condenado por la Iglesia por sus tesis neopelagianas y por su gobierno providencial de la historia. El padre Julio llega a afirmar: “El hecho que la revolución mundial (Reforma, Revolución Francesa, Revolución Bolchevique) haya sido permitida por Dios, no se sigue que sea menester estar en la línea de la Revolución y que ésta sea un bien”. Todo ello lo plasmó en un libro De Lamennais a Maritain (1948).
Por su parte el Humanismo integral terminó abriendo el camino al actual progresismo dentro de la Iglesia y haciéndole el juego a través de la democracia cristiana a los regímenes políticos que actúan bajo el gran paraguas de la socialdemocracia.
El segundo aspecto de la polémica versó sobre la relación entre la persona y el orden socio- político. Este punto lo desarrolló Meinvielle en Crítica a la concepción Maritain sobre la persona humana (1948) y en su comunicación al Primer Congreso Nacional de Filosofía de 1949 titulada La persona y la ciudad.
Maritain va a sostener que el hombre en tanto individuo se sujeta a la comunidad política pero que en tanto persona solo se sujeta a Dios. Mientras que Meinvielle va a afirmar que también la persona se sujeta a la comunidad política. Esta distinción entre individuo y persona que realiza Maritain es insostenible en este asunto. Meinvielle le observará: “La sujeción de la persona singular con respecto a la ciudad es relativamente total, como la de una causa particular a una causa universal de segundo grado; en cambio, la sujeción de la persona respecto a Dios es absolutamente universal y primera”.
Vemos como esta polémica se desarrolló en dos partes, una primera sobre el tema de la Nueva Cristiandad a la que se sumaron luego autores de la talla de Charles de Koninck en Canadá y Leopoldo Eulogio Palacios y Millán Puelles en España. Y la segunda, sobre el tema de la relación entre la persona y el orden político. La idea de l´engagement politique surgida después de la segunda guerra mundial dio por terminada, de facto, la polémica a favor del cura de Versailles.
En este sentido también están las cartas entre Meinvielle y Maritain donde terció como una especie de árbitro el eminente teólogo Garrigou-Lagrange quien le dio gran parte de razón al padre Julio. Otro que también apoyó sus tesis y le sirvió de correo fue el abbé Luc Lefevre fundador y director de la señera revista La Pensée Catholique, y quien fuera, para más datos, confesor de Charles Maurras.
Pero bueno, esto ya es harina de otro costal.
Eric Voegelin – Julio Meinvielle y la gnosis
Ambos autores están de acuerdo en afirmar que la identificación de la esencia de la modernidad coincide con el avance del gnosticismo, que no es otra cosa que la inmanencia de la idea cristiana de redención.
Voegelin (1901-1985) parte del concepto de “religiones políticas” para referirse a los movimientos de corte totalitario como el fascismo, el nacionalismo, el comunismo, el totalitarismo democrático del progresismo, que ven lo divino en la nación, la raza, en la clase, el pueblo o la humanidad. “Ello provoca la secularización de espíritu que se torna exclusivamente mundano cuando se separa de sus raíces de la religiosidad, ”
Para Meinvielle el Dios trascendente al mundo queda eclipsado progresivamente por estos nuevos dioses intramundanos. Con lo cual se invierte el sentido de la historia y así, la historia profana deja de estar al servicio de la historia sacra o metahistórica.
Lo que caracteriza a la doctrina cristiana es lo inmutable y metahistórico en tanto que “la gnosis se funda en el cambio puro, que recibe los nombres de evolucionismo, historicismo, dialectismo o progresismo”
Ambos autores se apoyan en una infinidad de autores antiguos y modernos de los que se destacan dos: el judío Gershom Scholem y el católico Claude Tresmontant. Uno estudia la Cábala y sus orígenes y el otro la metafísica bíblica y el nacimiento de la filosofía cristiana.
Voegelin intenta esbozar más que una filosofía de la historia una teoría de la historia según la cual ante la disolución del Sacrum Imperium y la descomposición de la cultura comunitaria cristiana y la crisis del mundo occidental que la acompaña se produce el ascenso de las “religiones políticas” que son un sucedáneo falso de la genuina religiosidad popular.
Meinvielle, por su parte, intenta más que una teología de la historia una teología política, centrándose en la cábala como quinta esencia de expresión de la gnosis moderna. Aun cuando distingue entre una interpretación cristiana y válida de la cábala e interpretaciones naturalistas, ocultistas y judeo-masónica-diabólicas de la misma .
Para ello realiza un recorrido pormenorizado del gnosticismo y de la cábala a través de los filósofos y pensadores desde los Padres de la Iglesia hasta el presente.
Voegelin, por su lado, lo hace exhaustivamente con cuatro pensadores Marx, Nietzsche, Hegel y Heidegger a los que les endilga la prohibición del cuestionamiento, el fenómeno de la prohibición de la pregunta. Clausuran la pregunta sobre lo real porque para ellos la realidad es lo que ellos sostienen.
Así Marx es un gnóstico especulativo para quien la naturaleza en su despliegue engendró al hombre y éste por medio de su trabajo- la técnica y la industria- convierte a la naturaleza en historia humana, de ahí, que “toda la historia universal no es otra cosa que el proceso por el cual el hombre se engendra a sí mismo a través del trabajo humano”
En el caso de Nietzsche al sostener que la génesis del acto moral está en su opuesto- el cristiano con su moral de esclavo no puede realizar actos nobles, de ahí que propugne su opción por los débiles y pobres. Con este razonamiento “el pensador gnóstico(que es Nietzsche) realiza, de hecho, un embuste intelectual, y sabe que lo hace” , pues su revuelta es contra el saber más elevado. Y así como Marx no permitía que nadie interfiriera en el juego de sus equívocos, Nietzsche se niega a interrumpir el juego de sus máscaras.
En el caso de Hegel, el gnóstico construye un sistema para apoderarse del ser, cuando el esfuerzo del filósofo, por el contrario, es conocer el orden del ser y ponerse a tono con él. “el sistema es una forma gnóstica del pensar, pero no una filosófica”
En el caso de Heidegger,afirma Voegelin: “el gran gnóstico de nuestra época…basándose en el significado del término griego parusía interpreta el ser como presencia…no ha de comprenderse estáticamente como sustancia sino algo que viene a la presencia, como un aparecer”
Al sostener que el ser es insustancial y limitado a la inmanencia incorpora dos rasgos indubitables del pensamiento gnóstico.
Por su parte, Meinvielle se ocupa de muchos más filósofos y teólogos, pero si nos limitamos solo a los cuatro que trató Voegelin, va a sostener que la gran ley de la historia o la profecía de Marx es el paso del capitalismo al comunismo a través de la dialéctica materialista de la historia donde toda trascendencia está clausurada.
Nietzsche al afirmar que nuestro gusto y no los argumentos deciden contra el cristianismo, entonces afirmamos que Dios ha muerto porque nosotros lo matamos. La muerte de Dios es un hecho querido por el hombre. Todo y el Todo es una gran inmanencia. El ser no es, solo el devenir es. El trasfondo de la santidad es lo muy poco santo de instintos y rencores.
Al respecto afirma el eximio filósofo Eugen Fink (1905-1975), gran conocedor de Nietzsche,: “Lo fundamental de la interpretación psicologizante y sofística de N. consiste en interpretar la genealogía de la moral desde su contrario”
En Hegel, Dios o lo Absoluto no es un ser simple sino que se mueve diferenciándose por lo negativo. La creación es una alienación y un desarrollo de Dios y el mal entra dentro de la esencia divina. El filósofo debe revivir este proceso de alienación y de retorno a sí de la sustancia divina en la naturaleza y la historia. Y citando a Claude Tresmontant, Meinvielle afirma: “la idea de una alienación de la sustancia divina se encuentra en varios sistemas gnósticos: en el maniqueísmo, y en la gnosis judía de la Cábala”
Si bien el gran acierto de Heidegger es centrar la filosofía en la verdad del ser, la línea gnóstico-cabalista lo alcanza cuando éste trata de determinar qué es el ser que trasciende los entes. Al encontrar inadmisible la idea de creación y la producción desde la nada pues “Si Dios produce desde la nada debe ponerse en contacto con la nada” Al negar el concepto de creación, cierra el camino racional de llegar a Dios y entonces inventa, bajo la influencia del poeta Hölderlin, un camino gnóstico: lo sacro. El ser heideggeriano tiene “a la espalda lo sacro” , esto es lo indeterminado, lo impersonal. Tesis típica de la gnosis cabalista.
Vimos como estos dos autores, uno alemán y otro argentino, que en un espacio de tiempo común – entre los años 50 y 70-, han trabajado un mismo tema: la gnosis cabalista y su influencia en el pensamiento contemporáneo.
Claro está, que el europeo no conoció ni supo de la existencia del argentino , como es habitual en filosofía, en tanto que éste valoró y leyó a aquél. Prueba de ello nos lo da el largo comentario que Meinvielle realiza sobre Voegelin: “uno de los pensadores más advertidos en política de la actualidad”
Nosotros en Argentina tenemos uno de los más significativos investigadores internacionales sobre el gnosticismo, Francisco García Bazán, estaría bueno que algún día nos regalara una meditación, aunque sea breve, sobre este tema.
Post scriptum: El profesor García Bazán respondió a nuestra sugerencia en carta del 17/7/23: “Querido Alberto: Muchas gracias por tu reflexión tan interesante sobre el P. Meinvielle, el pensador Voegelin y la gnosis. El problema con estas polémicas es que un conocimiento técnico directo medianamente razonable de fuentes e historia no brilla precisamente en estos apreciables pensadores. Por otra parte, Hans Jonas ha hecho todo lo posible para embrollar más el terreno. Si ya heresiólogos como Ireneo de Lión y Orígenes hicieron todo lo posible para hacer lo turbio más denso, la posibilidad del estudio de las fuentes directas de la Biblioteca de Nag Hammadi y otras anteriores de que disponemos, es un campo promisorio, también lo es centrifugo para los amigos de las polémicas. En la primera oportunidad en que nos veamos te tengo que regalar un librito sobre Gnosticismo: esencia, origen y trayectoria, Guadalquivir Bs. As. 2009 que puede ayudarnos a aclarar algunas ideas. Te agradezco tu diálogo fecundo y te mando un cordial abrazo. Paco”.
Meinvielle y la metapolítica
Con motivo de conmemorar estos días el 50 aniversario de la muerte del P. Meinvielle(1905-1973) me puse a releer los escritos del cura y encontré Los tres pueblos bíblicos en su lucha por la dominación del mundo de 1937, donde habla sobre la metapolítica.
Es un texto relativamente breve, un opúsculo, que tuvo una segunda edición aumentada en 1973, a tres meses de su muerte.
Así afirma: “ Es evidente que si llega una época en la historia, en que la humanidad se divide, de modo manifiesto, en estos tres o cuatro pueblos, y como se entabla una lucha a muerte entre ellos, esta época debe revestir una significación y alcance histórico decisivo, debe ser una época apocalíptica porque en ella se entabla una lucha bíblica, ya que no es una lucha puramente política o económica, como tantas otras que registra la humanidad, sino que es una lucha metapolítica, más allá del orden de lo político, más allá del aún del orden de lo humano, porque alcanza a entablarse entre aquellas formaciones que Dios ha querido para todo el curso de la humanidad”.
De las concepciones que están en juego sobre este asunto de la metapolítica parece ser que Meinvielle opta por aquella conocida como tradicionalismo filosófico cuyo máximo representante de esta corriente, en este tema, es el italiano Silvano Panunzio quien en su obra Metapolítica: La Roma eterna e la nuova
Gerusalemme (Roma.1979) se ocupa detalladamente de los fundamentos de la metapolítica y su funcionalidad en nuestro tiempo.
Sin embargo es, su continuador, el agudo pensador ítalo- chileno Primo Siena, quien mejor define esta significación de metapolítica cuando sostiene: ''Trascendencia y metapolítica son conceptos correlativos, por ser la metapolítica veraz expresión de una ciencia no profana y más bien sagrada: ciencia que por lo tanto se eleva a la altura de arte regia y profética que penetra en el misterio escatológico de la historia entendido como proyecto providencial que abarca la vida de los hombres y de las naciones.
Por consiguiente, la metapolítica expresa un proyecto que - por la
mediación de los Cielos- los hombres rectos se esfuerzan de realizar en la tierra, oponiéndose a las fuerzas infernales que intentan resistirles”
Esta mención que realiza Meinvielle como al pasar en 1937, la hizo cuarenta y dos años antes que Silvano Panunzio y cincuenta y ocho años antes que Primo Siena, nos preguntamos entonces ¿de dónde sacó no ya la idea pero al menos el término? ¿Fue una intuición no desarrollada o un simple acierto? ¿Cómo un curita de apenas treinta y dos años pudo haber afirmado con tanta claridad, aquello que le costó años de estudio a Panunzio y Siena?
No lo sé. Solo presento el tema y lo dejo para alguno que venga detrás nuestro y que sepa más.
Post scriptum: aventuro que podría ser que haya leído en el pensador conservador francés Joseph de Maistre: Ensayo sobre el principio generativo de las constituciones políticas y otras instituciones humanas de 1814, cuando en su prólogo afirma: «Pero este tipo de consideraciones reaparecen continuamente sobre todo en lo más esencial y fundamental de la política, y en la constitución misma de los imperios. Escuché que los filósofos alemanes( se refiere a Amadeo Hufeland (1762-1836), Augusto Luis de Schlözer (1735-1809) y Karl von Rotteck (1775-1840),Freiherr von Stein (1770-1840)) inventaron el término Metapolítica para ubicarlo, en relación con la política en la misma relación que existe entre la metafísica y la física. Me parece que está muy bien hallada esta nueva expresión, para expresar la metafísica de la política; de hecho, la hay, y esta ciencia merece toda la atención de los observadores». Es una simple conjetura, porque no encontré ninguna mención en Meinvielle. A lo mejor leyó al padre de Silvano Panunzio que también hablaba de estos temas. No lo sé.
(*) arkegueta, aprendiz constante o eterno comenzante
[email protected]
https://sites.google.com/view/albertobuela/inicio