José Luis Orella. 21 de octubre. Mongolia es un país que nos resulta totalmente desconocido, sino fuese por el más famoso de sus hijos, Gengis Khan. Sin embargo, ahora alberga a la iglesia más joven del mundo. La primera presencia cristiana en las estepas proviene de cuadno aquel inhóspito ligar se convirtió en un imperio. Desde las invasiones bárbaras de Atila en el siglo V, Europa había olvidado que desde las estepas de Asia podía venir un peligro que pusiese el entredicho la civilización occidental. El siglo XIII fue la época de Gengis Khan, hijo de un jefe de una pequeña confederación de tribus nómadas de la estepa siberiana, que fue relegado por un impostor y tuvo que luchar por recuperar el puesto que le hubiese correspondido por la muerte de su padre. Gengis khan reunió las tribus, les dio el nombre de mongoles y unas normas de conducta, claras y sencillas. Únicamente el Khan estaba con un poder superior sobre los demás, todos los mongoles eran iguales, ningún mongol podía tener a otro como esclavo, ni luchar entre ellos, el adulterio y el robo de gentes estaban castigados con la muerte y se permitía comer las entrañas de los animales, hasta entonces prohibida.
Gengis Khan abolió muchas de las supersticiones chamánicas en las que creían como pueblos nómadas e impuso el monoteismo por influencia de refugiados nestorianos (herejes cristianos) que se habían refugiado en el desierto central de Asia. Desde su monoteismo, Gengis Khan en su capital de Karakorum, situada a mitad de camino entre Pekin y el lago Baikal, en el centro de Asia, era tolerante con todos los enviados católicos y musulmanes que recibía. Defensor de un solo Dios, también defendía la existencia de un sólo Khan para todos los hombres. Su poder era incontestado y todo el que se opusiese a él era masacrado. No se cobraban impuestos porque las conquistas daban lo necesario al imperio, los hombres estaban consagrados para la lucha y la caza y las mujeres se encargaban de la vida de la casa y llevar la economía.
Su imperio se desarrolló por todas las estepas llegando a China y Persia, la crueldad mongola fue proverbial y los chinos y los musulmanes supieron de sus destruciones. Sin embargo, otros se unieron a los invasores y los descendientes de Gengis Khan contaron con técnicos chinos y musulmanes que sabían de la técnicas modernas de guerra para sitiar las ciudades amuralladas. Los mongoles combinando los rápidos movimientos de sus tropas de caballería y las técnicas chinas y árabes llegaron a Europa, destruyendo Kiev, hasta la actual Dubronik, en las orillas del Adriático.
Los descendientes se repartieron el imperio. En China, Kublay, nieto de Gengis, recibió a Marco Polo, como su abuelo había recibido a los técnicos chinos, pero fracasó en su intento de conquistar Japón. Después las rencillas familiares fueron fracturando el gran imperio. Los mongoles establecidos en Persia y la India se convirtieron al Islam, como parte de los de Asia central, en la actual Crimea viven tartaros descendientes de aquellos hombres de la Horda de Oro, como fue denominada a los mongoles occidentales. En cuanto a los mongoles de China y Tibet se hicieron budistas. Su poder declinó y en el siglo XIV una revuelta dirigida por un monje budista estableció la dinastia china de los Ming. En el resto del continente, los poderes de Inglaterra en la India, y Rusia en Asia, aniquilaría a los supervivientes de aquellos guerreros de las estepas.
En la actualidad, la república actual de Mongolia es la única que se atribuye la herencia de los gengiskanidas. Un trozo de estepa que bajo la influencia rusa escapó de la anexión china, que a su vez dominó la llamada Mongolia interior, y que fue campo de batalla cuando un jefe cosaco procedente del Báltico, Ungard Stemberg levantó a los mongoles contra los bolcheviques. No obstante, el poder comunista se estableció y Mongolia fue proclamada como república comunista, bajo la protección de la URSS. En 1989, con la caída del comunismo, Mongolia se vio liberada y recuperó su identidad pudiendo reivindicar la herencia de los nómadas. En 1992 se dotó de una constitución democrática, e intentó abrirse al resto del mundo. Desde entonces, los antiguos comunistas, reconvertidos en socialdemócratas, gobiernan el país.
Ahora Mongolia es un país pequeño, poco poblado, pues tiene menos de tres millones de personas, de los cuales un tercio vive en la capital Ulan Bator. Mongolia procura llevarse bien con todos, e integrarse en la comunidad internacional, mantiene pequeños contingentes militares en misiones de paz en Kosovo y Sierra Leona, para darse a conocer. No obstante, la cercanía de China, aunque no mantenga ambiciones expansionistas, obliga a Mongolia a mantener buenas relaciones con Rusia. La nueva Rusia proporciona un 80 % del necesario petróleo del olvidado país de las estepas.
Con respecto a la presencia católica, en Mongolia no quedaron residuos cristianos, ni siquiera nestorianos. Sin embargo, en esta última frontera de la evangelizaciòn, los misioneros del Corazón Inmaculado de María, de nacionalidad filipina, llegaron como los apóstoles, para hacer comunidad. Desde entonces, el P. Padilla, primer obispo de Ulan Bator, es el pastor de una grey de 415 personas, y cuenta con 60 misioneros. La iglesia más joven de la Cristiandad demuestra su vitalidad, atendiendo a los más débiles, respondiendo a las preguntas de unos jóvenes que quieren entrar en un mundo desconocido. La catedral responde a la cultura mongola, en forma de tienda nómada que acoge a todos. Los hijos de la Hispanidad, siguen el último camino de Pablo, traer a Dios a los últimos jinetes de las estepas.