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Diario YA


 

La otra crisis

Morir matando

Jesús Asensi Vendrell

Osama Ben Laden no pudo defenderse del inesperado ataque de los soldados norteamericanos. Eso sí, parece ser que ofreció resistencia y que tenía cerca un fusil, una pistola y todo el arsenal armamentístico ubicado en el cuartel del ejército pakistaní que estaba casi colindante a su mansión refugio. Es por eso que no hay duda de la intención de Ben Laden de morir matando si se presentaba la ocasión propicia, cosa que no ocurrió… ¿muy a su pesar? Bien, nunca lo sabremos mientras vivamos en este mundo.

Lo que sí sabemos es que el partido socialista que nos gobierna ha decidido “morir matando” y así sacar, en su última agonía al final de su legislatura, una nueva ley de “muerte digna”; que es ahora el eufemismo utilizado para referirse a la eutanasia; y que será la solución definitiva para que, en un futuro cercano, el Estado no quiebre por el pago de las innumerables pensiones que se avecinan.

Es un auténtico insulto a todos los españoles que este Gobierno quiera ahondar en la crisis moral que ha propiciado; con las leyes del aborto, del divorcio exprés, del matrimonio homosexual, de la educación sexual y para la ciudadanía, la de memoria selectiva…; cuando en España tenemos más de cuatro millones de parados, cuando ya está más que claro que perderán las próximas elecciones; siempre y cuando no se produzca un milagro económico o el final incondicional de ETA; cuando esa ley de “muerte digna”, al igual que la de “desigualdad” que van a sacar este mes, no estaba prevista en su programa electoral, y cuando la inmensa mayoría de los españoles les ha vuelto la espalda porque ya no inspiran confianza ninguna.

Es un auténtico insulto y una inmoralidad que deja bien a las claras que el proyecto Zapatero sólo ha buscado cambiar de raíz, por las buenas y por las malas, el ser y el pensar cristiano de nuestra sociedad, sin importarle para nada la crisis económica que, gracias a Dios, se ha interpuesto en su camino. Un camino que va directo hacia el laicismo radical donde el nuevo dios será el hombre corrompido, un títere “progresista” que difunde la infelicidad y la amargura, que tiende a la autodestrucción con la aprobación de leyes como la de “muerte digna”… porque la vida sin Dios no tiene ya sentido ninguno.