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Diario YA


 

sigue aumentando el número de personas que deciden acabar con su propia vida

Muertes desheredadas y silenciosas

Jesús Asensi Vendrell. Las cifras no mienten y confirman, semana tras semana, que los españoles cada vez somos más conscientes de lo que nos jugamos cada vez que cogemos el coche.

            Así es, las muertes en carretera están descendiendo de forma progresiva, pero ni aún así nos puede dejar insensibles el número de personas que pierden la vida por causas que son, la mayoría de las veces, evitables.

            Y es que nuestro Gobierno se ha puesto como objetivo prioritario reducir lo más posible esta sangría de accidentes, incomprensible para los familiares y amigos de las víctimas, además de una auténtica lacra social y económica.

            Pero por desgracia, en esta sociedad sumida en una profunda crisis económica y moral, sigue aumentando el número de personas que deciden acabar con su propia vida; ya supera con creces al número de muertos por accidentes de tráfico; porque ya no encuentran razón alguna para seguir adelante, ni a un amigo que sepa mirar a su alrededor y ver más allá de su propio yo.

            Y es que quizá, nuestro Gobierno tiene miedo de publicitar la cifra de suicidios por un posible efecto llamada, o porque no sabe qué hacer para solucionar esta crisis existencial que se ha apoderado de la vida de muchas personas o también quizá, por culpa del relativismo hedonista que se predica desde los mismos poderes políticos y mediáticos llamados progresistas.

            Y es que parece mentira que este Gobierno, tan preocupado por las muertes que se producen en la vía pública, ésas que todos vemos y sufrimos, haya decidido promover y aprobar el aborto libre como un derecho femenino reconocido por ley.

            Por eso, ante tanta incongruencia y oscurantismo, uno llega a pensar si la razón última de todo este actuar no será una pura propaganda política y un vil cómputo económico.