Nacionalismo catalán: la guerra contra la historia
Javier Navascués. El nacionalismo catalán no tiene ningún fundamento sólido para sostenerse. Es ciertamente un monstruo deforme, engordado por las subvenciones y la propaganda, que tiene los pies de barro.
Ese monstruo necesita imperiosamente alimentarse del mito y la mentira para reinventar la Historia convirtiendo a esa España, de la que estaban tan orgullosos los catalanes, en un enemigo malvado que los oprime y humilla.
Por eso sigue siendo muy necesario desenmascarar estas patrañas, ahondando en la herida de sus mitos
insostenibles y ridículos en muchos casos para derribar definitivamente ese monstruo que parece estar adormecido y dominado, pero que puede resurgir con más fiereza en cualquier momento.
D. Rafael María Molina, historiador experto en Historia de España lleva años estudiando a fondo los mitos del nacionalismo catalán, que Dios mediante iremos compartiendo con ustedes. En esta primera entrevista abordamos con él, a modo de introducción, algunos de los aspectos generales de esta manipulación y sus diferentes etapas.
¿Podría decirse que la tergiversación de la historia ha sido y es uno de los componentes fundamentales del
nacionalismo catalán?
Absolutamente. Ha sido así desde los inicios de esta ideología a finales del siglo XIX. El nacionalismo partía de la historiografía romántica catalana del siglo XIX, con autores como Bofarull, Angelón, Coroleu y otros. Autores que no eran nacionalistas (algunos, como Angelón, eran profundamente españolistas) pero sí “provincialistas” que exaltaron una historia catalana llena de mitos. El nacionalismo retomará esta práctica y de hecho la intensificará al máximo. Así hemos llegado hasta hoy cuando la “historiografía” nacionalista ha llegado al esperpento con el llamado Institut de la Nova História que, como su nombre indica, se inventa abiertamente la historia y nos dice, por ejemplo, que el Imperio Romano era catalán, al igual que Colón y todos los artistas italianos del Renacimiento, entre otras muchas chorradas. Es la conclusión “lógica” de una “escuela” que tergiversó la historia desde el principio.
¿Cuáles son los ejes principales de la manipulación de la historia catalana?
El nacionalismo ha manipulado al máximo la historia de Cataluña, ignorando siglos enteros y una multitud de
hechos y personajes que no concuerdan con sus tesis o sustituyendo la realidad histórica por unas pocas ideas míticas. Efectivamente hay algunos ejes principales en su tarea desinformadora. La Edad Media, presentada como una edad de oro catalana en torno a unos pocos mitos, la Guerra de Sucesión española de 1700-1715, un conflicto dinástico español y europeo, presentado falsamente como una guerra de independencia catalana. Y últimamente se está llegando al paroxismo respecto a la manipulación entorno a la Guerra Civil y el Régimen de Franco.
También se ha manipulado el siglo XIX.
¿Han variado las principales tergiversaciones catalanistas o siempre han sido las mismas?
Es curioso que, aunque las manipulaciones principales se han mantenido, algunos de los paradigmas han ido variando con el tiempo. Por ejemplo, la historiografía romántica catalana del XIX y la catalanista de principios del XX exaltaba la guerra civil catalana del siglo XV con la rebelión de la Generalidad contra el rey Juan II de Aragón, como uno de los principales hechos heroicos y ”épicos” de la historia catalana. Pero hoy es un episodio que los nacionalistas prefieren olvidar dado que no se puede ocultar el carácter esclavista de la Generalidad de la época que mantenía a los payeses llamados entonces “remensas” en una durísima servidumbre. El hecho de que esos payeses prefirieran apoyar, por eso, al rey contra la Generalidad y el escaso coraje militar de los soldados de la Generalidad son verdades incómodas que han llevado a que esta guerra sea un episodio que hoy prefieren ocultar.
Hasta cierto punto lo mismo ha pasado con la “Guerra del Segadors” de 1640-1652. Aunque la Generalidad se rebeló contra Felipe IV, a continuación anexionó voluntariamente Cataluña a Francia que estableció un dominio sobre Cataluña mucho más duro que el español. Esto ha hecho que este episodio histórico se haya vuelto incómodo para el nacionalismo que hoy prefiere concentrarse en manipular la Guerra de Sucesión de 1700-1715 como “el gran momento épico de Cataluña”
La obsesión con el franquismo, el antifranquismo radical, son hoy hechos muy llamativos en la Cataluña
oficial.
Así es. Es un fenómeno muy llamativo. De hecho en la mayoría de libros o documentales apocalípticos sobre el franquismo que se publican en España aunque estén en castellano, vemos casi siempre nombres de pila o apellidos catalanes entre sus autores. O instituciones catalanas subvencionándolos. En el discurso político nacionalista catalán la obsesión con la persona de Franco y su Régimen es constante. Cualquier psicólogo podría señalar que estamos ante un caso claro de admiración subconsciente. De hecho, en alguna tribuna pública nacionalista ya ha habido personajes que se han referido a la eficacia autoritaria del Régimen de Franco como un modelo a seguir, adaptándolo, claro está, a su ideología.
Es un tema muy amplio el de la manipulación histórica con el que continuaremos en próximas entregas.
¿Porque es tan importante denunciarla?
Aunque pueda no parecerlo, denunciar la tergiversación de la historia es una cuestión fundamental. En el mundo relativista en el que vivimos, en el que se niega la ley natural así como que existan verdades objetivas, se nos intenta hacer ver que la verdad es cualquier cosa que en un determinado momento decida una “mayoría” (aunque solo sea del 47%). Así pues, si no reaccionamos, llegará un momento en que nos dirán que la historia no existe y que puede ser determinada por un poder elegido por elegido por “la mayoría”. Ya lo avisó Orwell en su clásica obra ”1984”. Si no frenamos a esta gente llegará un día en el que destruirán los archivos históricos para reconstruirlos a su gusto. Vamos en ese camino. O prohibirán miles o millones de libros que no concuerden con sus tesis. No olvidemos que, como la Iglesia siempre ha dicho, el demonio es el “príncipe de la mentira”