Nacionalismo e izquierdismo contra el Estado de Derecho. La derecha impasible
Miguel Massanet Bosch. Es posible que la ambición de los políticos sea la culpable del estado de desazón que hoy en día se está apoderando de los ciudadanos de este país. Como muy bien decía el gran maestro Félix María Samaniego: “La traición, aun soñada, es detestable” y la sensación que hoy sentimos muchos españoles es que, determinadas fuerzas políticas están intentando de forma solapada y mancomunada acabar con la democracia en nuestra nación, para conducirla de nuevo a un estado de degradación, de vileza moral y de caos organizativo que acabe con España, su unidad y su propia democracia; en un intento descarado de establecer en ella un régimen totalitario, dividirla en pedazos y acabar con las libertades de sus ciudadanos.
Si en Andalucía siguen emperrados en ignorar la depravación de sus instituciones, las responsabilidades de sus políticos y funcionarios y la impotencia de su Parlamento para acabar con el descomunal paro del país, evitar la corrupción e ignorar el grado de pobreza de una gran parte de sus habitantes; dando con ello muestras de que a sus dirigentes no les importa tanto el bienestar de los andaluces como dar la sensación, de puertas para fuera, de que los socialistas, apoyados por los comunistas de IU, continúan en una lucha constante y, evidentemente, absurda y obsoleta, con lo que fueron las fuerzas del franquismo. Sólo que, estas demostraciones de “valentía” estos intentos de “revancha” y estos esfuerzos en renacer aquellas discrepancias de hace 75 años; no tienen otro objetivo que camuflar los errores de sus gobernantes, intentar disimular la corrupción que se ha extendido por todas sus instituciones y aplacar la miseria; intentando soliviantar los ánimos del pueblo, no contra su propia desidia e incapacidad para solucionar los problemas de sus ciudadanos, sino volverlos en contra del gobierno del PP, frente al que no dudan en lanzar toda clase de insidias, improperios y descalificaciones siguiendo su política de enfrentamiento.
La última noticia atribuible a la Justa es la aprobación, por el Parlamento Andaluz, de un anteproyecto de ley de Memoria Democrática que, para su vicepresidente, el comunista Diego Valderas, va a ser un “ejemplo a seguir en la recuperación del pasado más reciente”. Al parecer se trata de hacer un censo de víctimas de la “represión franquista” en Andalucía (los miles de asesinatos cometidos por los rojos en dicha comunidad, al parecer, no le importan a nadie, pero así es como trabaja la izquierda). Darán un plazo perentorio de 18 meses para “limpiar” de símbolos franquistas las calles y plazas (es posible que ordenen derribar todos aquellos pueblos y casas sociales que se construyeron por Franco acabada la Guerra Civil), sin que de esta razia se libren los monumentos artísticos que, por cierto, están protegidos por una ley del Patrimonio Artístico y Cultural de 1.985 y de otras específicas para determinadas regiones, entre las que se encuentra Andalucía. También se prevé la “expropiación temporal” de aquellas fincas cuyos propietarios se nieguen a cederlas para realizar exhumaciones de “fosas comunes”. ¿Quién va a pagar todas estos trabajos?, ¿No tiene el Parlamento andaluz otras cosas más importantes de las que ocuparse? Por lo visto no.
Pero, donde se está produciendo una verdadera revolución, donde se están extremando las medidas en contra de España y se están llevando a cabo los actos de hostilidad de mayor calado en contra del gobierno Central; es, sin duda, en la comunidad catalana donde, desde su obispo, el cardenal Sistach que no ha dudado en echarles los perros a una web donde se daba información religiosa, Germinans Germinabit, para hacer frente al discurso nacionalista de un amplio sector de la jerarquía eclesiástica de Catalunya; el último reducto de aquellos que no comulgan con la fusión iglesia-nacionalismo que existía en esta comunidad. El obispado catalán no ha dudado en presentar una querella criminal por injurias y asociación ilícita, demanda que mantiene a pesar de que la página aceptó dejar de emitirse. ¿Es esto la Iglesia que dice que todos somos hermanos?
¿Es posible que exista una sinrazón mayor? Aquellos que se están enfrentando a la Constitución española, los que no dudan en infringir las leyes, se niegan a aceptar las sentencias de los tribunales y han desafiado a España ¿éstos son los que se atreven a llevar ante la Justicia a quienes sólo hacen que defender la unidad de España, piden que se respete la Constitución y que se mantengan las libertades de aquellas personas que siguen considerándose españoles, a pesar de estar en Catalunya? ¡Y esto provocado por el mismo clero catalanista! Pero, no nos extrañemos de que se den semejantes absurdos si nos queremos fijar en el Parlament catalán que, viéndose venir la condena del TC a su declaración unilateral del llamado “derecho a decir”, pretenden recusar a varios miembros de tan alto Tribunal.. Ahora la estrategia se centra en intentar desmantelar el TC, procurando que los críticos con el derecho a decidir sean excluidos de la votación por tener ojeriza al separatismo catalán. Y todo ello porque piensan que ¡la separación de Catalunya de España es contraria a la Constitución!, ¿qué esperaban, estos sujetos, que se manifestaran en contra de lo establecido en la Constitución, en cuyo caso hubieran sido unos magistrados de su gusto?
La locura independentista está llegando a un punto en el que, ellos mismos, se han creído sus propias mentiras. La impunidad con la que han contado desde que se inició este proceso, que nunca se debería de haber consentido, les ha permitido utilizar todas las falacias, por muy incomprensibles que fueren para ir consiguiendo cada vez más partidarios. Los unos por convencimiento, los otros por seguir la corriente dominante y unos terceros por miedo a que los puedan considerar contrarios a lo que opina la mayoría. Lo cierto es que, el grado de enfrentamiento al Gobierno de la nación, va en aumento como ha sido el caso de la negativa de la Generalitat a cumplir la ley de Garantía de Unidad de Mercado para evitar que cada autonomía vaya por libre en esta materia. Por otra parte se han decidido a entorpecer, en cuanto puedan, las tareas del Gobierno de Madrid; para lo cual no dudan en desplegar una cadena de recursos de inconstitucionalidad ante el TC, con lo que pretenden colapsar dicho organismo, retrasar la puesta en práctica de diversas leyes y crear una situación de interinidad que ellos piensan que les va a favorecer.
Así comprobamos como han presentado recursos ante el TC: contra la nueva Ley Local, apoyado por más de mil municipios españoles; otro contra la Ley del Sector Eléctrico por considerar que invade competencias de la Generalitat que se unen a otra serie de recursos en defensa, según ellos, de las competencias que creen que les ha otorgado el famoso Estatut catalán. Y todo esto ante el papanatismo del Gobierno del señor Rajoy, que se limita a ir pronunciando grandes frases, a declarar que la consulta soberanista no tendrá lugar, pero sin que en ningún momento se haya visto la firmeza exigible en un presidente de gobierno para poner freno a tanta amenaza y a tanta insubordinación.
Lo terrible es que sólo los que vivimos en Catalunya parece que somos conscientes del peligro que nos acecha. O así es, señores, como pensamos los que vemos como se acerca la tormenta, incapaces de detenerla.