Navidad: El Misterio de la ternura de Dios
Luigi Giussani
Para alcanzar la certeza en nuestra vida debemos imitar a la Virgen, a los pastores, a los Reyes Magos. Debemos ponernos en su lugar. Ara ellos la consistencia de la vida no estaba en sus proyectos ni en sus aspiraciones. Su certeza nacía de algo concreto, imponente, que estaba ante sus ojos, como cuando te encuentras con la persona a la que quieres. Se trata exactamente de ese impacto, de la sorpresa que sientes en ese momento. Como lo sintió en el corazón la Virgen o los pastores. Su certeza no venía ni siquiera de las respuestas a sus expectativas. Simplemente era una Presencia que los llenaba, los llenaba por completo. De esa certeza por lo que nos ha sucedido, por “Uno que nos ha acontecido”, nace la alegría. En la raíz de la alegría está la ternura. La Navidad es el Misterio de la ternura que Dios ha tenido con nosotros. La ternura es sentirnos aferrados por el amor, por Aquel que nos ha elegido. Vernos atrapados por su Presencia. No se trata de complacerse en ese sentimiento, sino de abandonarse a la Presencia que nos ha sucedido. Igual que un bebé cuando mira a su madre: se llena de esa presencia que le hace caricias en sus brazos. La ternura de Dios es mil veces más intensa y penetrante que el abrazo de un hombre a su mujer, de un amigo al amigo. La ternura no se deja nada fuera. El amor de Dios incluye a las cosas y a las personas. Es un amor que se purifica durante la vida, no a base de preferir la aridez o de instalarse en la languidez, sino por el ardor hacia las cosas y las personas. Se exalta por esa certeza de la que ha nacido. ¿Por qué manifestó Dios su ternura a los pastores, a los Reyes Magos y a la Virgen? La vida de los pastores, que antes de ver al Niño vivían para sí mismos, fue para la misión. Desde entonces, cuando estaban con los rebaños, cuando volvían a sus casas, la vida no era suya, era para la misión. La Navidad es la fiesta de la Epifanía, de la manifestación de Dios a los hombres. ¿Qué es la misión? Hacer presente a todos Aquel que se ha hecho presencia llena de ternura ante nosotros.